Como leña al fuego
En la memoria pervive la masacre de San Juan, aunque la historia se olvide, por sus sesos de alquitrán.
En la memoria pervive la masacre de San Juan,/ aunque la historia se olvide, por sus sesos de alquitrán.// Así compuse en Llallagua/ coplas para recordar,/ van a ser cincuenta años ¿y a quién le puede importar?
Alalay alalaycito chiri huayra de San Juan,/ el Ejército en las minas aserrín, hace rran.// Junio del 67, ¿cómo no me he de acordar? / El frío frente a la muerte había sabido temblar.
La noche del 23, justo cuando empieza invierno/ el pueblo prende fogatas y bebe y se pone tierno.// Truenan cuetillos, cachorros, para quebrar las heladas./ ¡Wari k’asaya!, se grita. ¡K’ala t’ocaya! y tonadas.
Sentados ante el fueguito hay que calentar la piel,/ el rito de ver arder leña, penas y papel.// “Me causa el amor barullo y escalofríos también: si me calienta tu orgullo, me congela tu desdén…”.
Cuando saltaban la pira y tomaban té con té/ o hablaban en voz bajita de la guerrilla del Che,// por atrás, de entre las sombras/ llegaron los mil valientes/ rángeres en treinta tropas castañeteando los dientes.
Desde el campamento Montes bajaron por la ladera/ del Chakimayu, a las once empezó la tronadera.// San Juan, el bautizador, ni supo que el Alto Mando/ había planeado ese asalto sanguinario desde cuándo.
De tan oscura estrategia en la iluminada noche/ nada comprende la gente, solo farfulla un reproche.// Ametrallan Siglo XX y bombardean Llallagua,/ fuego- estupor en el hielo, que es la catedral del agua.
Yo vi partirse a las piedras cuando ingresó el regimiento,/ fueron tumbas en hileras las casas del campamento. // Ahí en la calle Linares quedaron diez masacrados, / veintiuno donde la iglesia y en los quintos acabados.
Ancianos muertos de miedo y de plomo cuántos changos,/ leña al fuego, arden brillando los sueños y los charangos.// Cayó la pobre Juliana seca sobre el sucumbé,/ la coronaron de balas y ella no supo por qué.
Rosendo, compadre Neme, Alcira, mariachi Soria,/ compañeros, nadie muere si el pueblo tiene memoria. // Alalay alalaycito, chiri huayra de San Juan,/ ¿por qué será que en mis sueños soldados vienen y van?
Coronel, a usted le pido, aunque parezca mentira,/ mire qué corre en el río: sangre en vez de copajira.// Capitán Zacacho Plaza, con tu moral de culata,/ disparaste por la espalda a la luz de la fogata.
Teniente, por dónde mires hallarás mineros muertos,/ todos tienen proyectiles en sus pulmones abiertos.// Rece nomás Dios te salves, rece nomás, capellán/ son ochenta y tres los muertos bautizados en San Juan.
Pero, en fin, no hay nada extraño y más bien se explica cómo / eran enfermos de estaño y se murieron de plomo.// Alalay alalaycito, viento frío de San Juan,/ ¡tanto crimen sin castigo, me hace rrin me hace rran!