Cumbre de Justicia
Perdimos una gran oportunidad de iniciar un proceso de revolución consensuada de la Justicia.
Sabor a poco. Esa es la sensación que nos queda luego de un proceso que soñamos podía resolver uno de los problemas más sentidos por la sociedad boliviana. Lastimosamente los resultados nos remiten al poema de Horacio: “Parieron los montes y nació un insignificante ratón”. Y encima, ese ratón ni siquiera contiene indicios de los resultados de las precumbres realizadas en los nueve departamentos, ni demuestra un análisis profundo del problema. Para quienes dudaron de que el guion del espectáculo estaba preescrito, pueden remitirse al libro que el Procurador General publicó días antes de la realización del encuentro.
Así, perdimos una gran oportunidad de iniciar un proceso de revolución consensuada de nuestro sistema de justicia. Ustedes dirán: no hay revolución consensuada. Sin embargo, coincidirán en que previamente se requiere construir un consenso sobre la necesidad de la dirección del cambio; y eso, en el caso de la Justicia, ni siquiera inicia. Mi expectativa de la Cumbre Nacional de Justicia Plural era esa, fijar en el sentido común los necesarios cambios en un sistema de justicia que se nos cae a pedazos. Pero los resultados de las cinco mesas de trabajo abordan tan solo la epidermis del problema.
Los titulares de los medios de comunicación aportaron a frivolizar aún más la discusión, concentrándose en la propuesta (anticonstitucional) de la Mesa 5 que plantea la sumatoria de condenas y la cadena perpetua. Las repercusiones giraron en torno a la disputa de la Iglesia Católica y el Presidente, sin aportar un ápice a la profundización de los problemas del sistema judicial.
La propuesta en torno a la cadena perpetua ignora toda la investigación actual en torno a su inutilidad para combatir la delincuencia y no considera la situación carcelaria en el país, que hace insostenible la prolongación de las condenas. Con la aplicación de la Ley Integral para Garantizar a las Mujeres una Vida Libre de Violencia hemos comprendido que una mayor penalización de las relaciones sociales no necesariamente genera un desincentivo a cometer delitos.
Los asistentes al evento correspondieron a organizaciones sociales como la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB), la Confederación Nacional de Mujeres Bartolina Sisa (Cnmciob-BS), la Central Obrera Boliviana (COB) y la Confederación de Juntas Vecinales de Bolivia, entre otras. Sin embargo, un consenso nacional no se construye solo con la representación de amigos del MAS y necesita dialogar con los disímiles. Por ello, se sintió la ausencia de los partidos de oposición y de una representación social más amplia. Fue muy reveladora la actitud del Colegio Nacional de Abogados y de los representantes del Comité Ejecutivo de la Universidad Boliviana (CEUB), quienes abandonaron la cumbre argumentando que sus propuestas no fueron tomadas en cuenta. En opinión de Gustavo Rojas, representante del CEUB, los actores ya tenían consignas de qué debían o no aprobar. A su vez César Cabrera, presidente del Colegio de Abogados, se apartó de la cumbre argumentando la imposibilidad de debatir los temas, ya que “todo estaba predeterminado”.
Y lo que es peor, según registra la prensa, una de las primeras conclusiones en cumplirse sería la evaluación del desempeño de los operadores de justicia en un plazo de 120 días que determinaría la separación de la institución de los funcionarios con denuncias, procesos penales y sanciones disciplinarias. Esta medida aplicada aisladamente en un sistema ya en crisis por la sobrecarga y retardación solo profundizará los problemas y aumentará la desesperanza de los ciudadanos.