Canal de Panamá
El transporte marítimo ofrece el menor costo por t/km respecto a las demás alternativas.
Una de las obras de ingeniería más espectaculares del planeta es el famoso Canal de Panamá, que desde hace un siglo se constituye en uno de los puntos geográficos más empleados por el comercio mundial, y cuyas esclusas a partir de la siguiente semana permitirán el tránsito de los buques más grandes, capaces de acarrear todo tipo de carga marítima.
Con la multimillonaria inversión realizada por Panamá, se pretende incrementar en los próximos 10 años un 12% de la carga que transita por ultramar por ese canal, y con ello se convertiría en el centro de distribución logística más relevante del planeta. Además, por su ubicación resulta esencial para el transporte de carga proveniente principalmente del este de Sudamérica y que tiene como destino la costa oeste de Estados Unidos, Japón y China. Todos nos alegramos por Panamá y por esta ampliación histórica, que mejora las condiciones de transporte en el canal.
Sin embargo, resulta prudente reflexionar sobre cómo podrían afectar las nuevas condiciones de ese paso marítimo a Bolivia y a los proyectos estratégicos del país.
El mayor emprendimiento que podría verse afectado por la ampliación del Canal de Panamá es la construcción del tren bioceánico en Suramérica, que tiene como objetivo unir el puerto de Santos, en Brasil, con el puerto del Callao, en Perú, cuyo diseño final podría contemplar algunas latitudes del territorio nacional. Una evaluación certera debiera iniciar por determinar la factibilidad del proyecto considerando que el nuevo canal no solo acorta la distancia para estas rutas de comercio, sino que sobre todo implica importantes economías de escala. Se ha determinado que existe un ahorro importante al transportar mercancías en un buque en comparación con hacerlo a través de un sistema intermodal. Estas economías de escala se hacen evidentes cuando se estima que para movilizar los contenedores que lleva un solo buque de 10.000 toneladas se requieren aproximadamente 18 trenes de 2,5 kilómetros en doble ringlera, o son necesarios cerca de 5.800 camiones para mover la misma carga. Por ello, el transporte marítimo ofrece el menor costo por tonelada kilómetro al ser comparado con las demás alternativas.
En este sentido, la opción de una red intermodal en Sudamérica, dados los ahorros del transporte marítimo atravesando el canal, implicaría operar con unos costos significativamente más altos respecto a los que existe hoy en día y, por ende, sería menos competitiva, porque el emprender un proyecto de interconexión ferroviaria implica más que colocar rieles, se debe reflexionar sobre la capacidad logística que se pueda disponer, además de contar con trenes. En resumidas cuentas, el nuevo Canal de Panamá es un gran competidor respecto a cualquier proyecto alternativo de transporte de carga en el continente, y no tendría mucho sentido insistir en una red bioceánica carente de viabilidad económica u operativa.