En defensa de las wak’as de Chuqiyapu Marka
A pesar del tiempo transcurrido, la ciudad de La Paz y Chuqiyapu Marka no han logrado fusionarse
Chuqiyapu Marka, también llamada La Paz, son dos ciudades interpuestas y a la vez contradictorias. La primera es una urbe ancestral, y la segunda fue fundada por los españoles en la época colonial. A pesar del tiempo transcurrido, la ciudad de La Paz y Chuqiyapu Marka no han logrado fusionarse, y cada una ha mantenido su forma de ser. Estas ciudades construyeron una especie de vidas paralelas y diferenciadas. Está claro que La Paz apostó y apuesta por la modernidad colonial europea, y Chuqiyapu Marka, por la continuidad identitaria ancestral. Para la ciudad europea nada ni nadie puede oponerse a la modernización, entendida como la apuesta por la civilización sobre lo salvaje y premoderno. Desde la perspectiva de la urbanidad liberal, solo se apuesta por sus ciudadanos individuales, porque no existen más que esos seres en este planeta. Desde la perspectiva ancestral, en la ciudad no solo existen los seres humanos, sino también otros seres, como los achachilas, los apus, la Pachamama, las wak’as, etc.
La urbe paceña siempre apostó por borrar las huellas de la ciudad ancestral, y una de las formas espaciales es extirpar, de manera consciente o no, los espacios sagrados de las wak’as, construyendo sobre éstas las iglesias católicas. Hay muchos ejemplos al respecto, las iglesias de San Francisco, de San Pedro y de San Sebastián, e incluso la Catedral de la plaza Murillo están edificadas sobre wak’as andinas. La experiencia de otros países como Perú (la iglesia de Cusco) o en el Ecuador (la iglesia de San Francisco) es muy similar.
¿Cuántas wak’as existían en Chuqiyapu Marka antes de la invasión de los colonizadores? ¿Cuántas existen en la actualidad? ¿En qué lugares están? Hoy no existen respuestas claras a las preguntas anteriores, puesto que no tenemos ningún mapa de ubicación de las wak’as. Está claro que al Estado colonial y republicano, en sus diferentes niveles de administración, nunca le ha interesado saber de su existencia y menos de sus “prácticas idolátricas”.
Pero ¿qué son las wak’as? Desde la cosmovisión y espiritualidad andinas, son parte del medio natural y de la sociedad; se consideran como una especie de divinidades o sobrehumanidades andinas que participan activamente de la condición humana de muchas formas. Son los seres que han ingresado a una relación interdependiente, reciproca, con los humanos; y sus atributos y poderes son expuestas en diferentes momentos de la vida.
Con la justificación de ampliar la autopista La Paz-El Alto se intentó destruir a la wak’a Katari, mal llamada “diablo”, hasta hace poco ubicada en una de las curvas de esa vía, bautizada peyorativamente como “curva del diablo”. Sin embargo esta forma de extirpación fue frenada, no porque las autoridades hayan entendido o respeten a esta wa’ka, sino porque los indios urbanos o creyentes de la sociedad andina se movilizaron y evitaron su destrucción. El resultado fue su traslado a un lugar cercano.
¿Cuántas otras wak’as están expuestas a este tipo de colonización espiritual urbana? Sabemos que muchas han sido rebautizadas con el nombre de “calvarios”, pero en fondo son wak’as como la de la autopista y aún se celebran en aquellos lugares ceremonias rituales andinas. Sé que en esta movilización por el respeto a la espiritualidad andina urbana han participado muchos jóvenes (hombres y mujeres), ¡jallalla a todos ellos! Es hora de no insistir en seguir construyendo una ciudad con réplicas modernas y coloniales occidentales, porque esa convicción significa seguir apostando a formas de extirpación de las idolatrías. El resultado es alentador, hoy también nos toca defender a nuestras wak’as.
Wak’a achachilanakasaruxa q’al t’unjañ munapxi, ukapi jan walikiti jiwasanakakatixa, ¿janicha ukhamaxa?