Paro y perjuicio
La creación de rutas alternativas al comercio exterior boliviano debería ser una prioridad.
Nuevamente el comercio exterior boliviano ha sufrido un revés por problemas en los puertos chilenos. Esta vez debido al paro efectuado por los funcionarios públicos chilenos, en demanda de mejores condiciones salariales. Si bien esta es una problemática ajena a Bolivia, repercute negativamente en el libre flujo comercial, que está garantizado por la OMC y el Tratado de 1904.
Este hecho es uno más de la infinidad de vulneraciones practicadas por la administración aduanera y portuaria chilena al transporte internacional boliviano, que día a día transita con mercadería desde y hacia los principales centros comerciales del país. Por cada jornada de paralización de labores, se estiman pérdidas directas entre 1 y 2 millones de dólares, sin contar el deterioro de la imagen y seriedad de las empresas nacionales que exportan e importan.
Esta dependencia no hace más que menoscabar la tensa relación entre Bolivia y Chile, más aún cuando la administración trasandina, lejos de brindar las disculpas y explicaciones pertinentes, no hace más que justificarse con una pálida declaración que atribuye a un “conflicto ficticio” creado por Bolivia. Una total insensatez.
Más allá del reclamo y las vehementes declaraciones de las autoridades nacionales que anuncian procesos de resarcimiento por daños y perjuicios, resulta imponderable identificar soluciones prácticas y efectivas que mitiguen los efectos de los caprichos e ineficiencias de parte de los gestores de las aduanas y puertos chilenos.
En las últimas semanas ha resurgido con mucha fuerza la posible materialización de un tren bioceánico que involucre como socios estratégicos a Brasil y Perú, país este último con el que incluso se cuenta con una agenda permanente en temas de integración y desarrollo. Pues bien, esta podría ser una buena oportunidad para iniciar un proceso de creación de rutas alternativas al comercio exterior boliviano, sin la necesidad de esperar a que existan las vías férreas, locomotoras y vagones, como una respuesta categórica al mal servicio brindado por los puertos chilenos.
De ahora en adelante debiera primar un sentido de urgencia por parte de las autoridades bolivianas en materia de comercio exterior, puesto que el país no puede dar mayor tolerancia y holgura ante eventos como el suscitado en la frontera con Chile, más aún cuando las cifras de la balanza comercial no son del todo alentadoras, principalmente debido a las pérdidas en valor y volumen de los productos de exportación tradicionales como el gas y los minerales. Y la alternativa de los productos no tradicionales como apalancamiento de las exportaciones nacionales se ve diluida por las trabas de un país que, como Chile, no tiene la menor intención de facilitar el comercio exterior boliviano.