#21F, los cabos sueltos de la trama
Solo hay que decir que la mujer fue tan funcional para la oposición como para el oficialismo
2 1 de febrero. Ni es el “día de la mentira” ni el “día de la democracia”, como, por su lado, quieren hacernos creer el oficialismo y la oposición. Lo cierto es que aquel día de 2016 los resultados de un referéndum evitaron la modificación de la Constitución para una eventual repostulación de Evo Morales en las elecciones de 2019.
¿Pero por qué tanto afán en recordar esa fecha? A un año de aquel hecho, el Movimiento Al Socialismo (MAS) tiene la idea de que su derrota fue ilegítima, por tanto hay que ir al “desquite”; arguye que una campaña de la mentira basada en el affaire del presidente Evo Morales y Gabriela Zapata afectó sus pretensiones. Y la oposición, que reivindica la victoria del No, procura frenar otro intento del oficialismo de prolongar el gobierno de Morales más allá de 2020.
Ante esas posiciones, tan encontradas en la opinión pública, es necesario hacer algunas consideraciones. No ha sido casual la develación “periodística” de Carlos Valverde aquel 3 de febrero, a 18 días de los comicios, cuando dijo que Zapata y Morales “efectivamente” tienen un hijo y sentenció que hubo “tráfico de influencias”, extremo que ni las pericias judiciales ni las investigaciones periodísticas pudieron confirmar. Ahí comenzó la trama…
Morales admitió que tuvo un vástago con Zapata y afirmó que el niño murió. Meses después, luego de haber dejado en el camino confusión e influencia en los resultados electorales, el mismo Valverde dijo que el tal hijo no existe. Sin embargo, ante el repaso constante del escándalo el argumento es que Morales dijo que sí hubo aquel nacimiento.
El certificado de nacimiento que Valverde mostró es de uso oficial, aunque no se demostró su legalidad. Si bien tiene el aval de Morales (un emisario suyo hizo el trámite), no cuenta con el respaldo del certificado de nacido vivo. Es un ítem pendiente de la investigación periodística.
Fue raro que la familia de Zapata no se haya involucrado mucho en el asunto. Pero en esa circunstancia apareció la “tía” Pilar Guzmán (en la Justicia se dijo que era solo “tía espiritual”), quien fue vocera de la implicada en el caso. No hubo ningún interés en saber cómo irrumpió en escena ni por qué era la “tía”, pero sus palabras fueron titulares y portadas en los diarios, hasta que “inventó” al niño que fue mostrado a CNN en presencia de autoridades judiciales.
No es dato menor el vínculo en el caso de la exdiputada de Unidad Nacional (UN) Cynthia Perou, que salió del país por “un tratamiento médico” en Perú, del que aún no volvió. Ella visitó varias veces a Zapata en la cárcel de Miraflores. Fue señalada de ser la operadora de UN en el caso.
Y ojo con el abogado Eduardo León, ahora con detención preventiva. Está en el meollo del problema por su apoyo judicial a Zapata. Antiguo colaborador de UN, defensor del diputado Rafael Quispe y amigo del empresario y político Samuel Doria Medina. Su caso tampoco fue escudriñado; llama la atención su oficio para defender a una mujer que en un momento fue la piedra en el zapato del Gobierno y de Morales.
Y Valverde. Otrora correligionario del ahora líder de UN, fue el que originó la trama. No hay que ignorar su vínculo con Doria Medina. Por ejemplo, con presencia de éste, presentó el libro Coca, territorio, poder y co-caína, auspiciado por la Fundación Pasos Kanki, presidida por el dirigente político y entonces dirigida por el politólogo Diego Ayo.
Ahora que Zapata vuelve a la agenda periodística, con la aversión de muchos, solo hay que decir que la mujer fue tan funcional para la oposición como para el oficialismo.
Hay que atar más cabos aún, sin hacer de éstos un pretexto para una nueva repostulación, sino para acercarse a la verdad y, en el caso del periodismo, para un mea culpa.
* es periodista.