Sobreviviendo al G20
El flamante líder francés acierta al retratar un nuevo escenario mundial, dividido como nunca antes.
El mundo jamás ha estado tan dividido como ahora”, señaló el presidente francés, Emmanuel Macron, tras concluir en Hamburgo la cumbre del G20. Y efectivamente, a pesar de que la mayoría de los medios de comunicación se concentraron en el aislamiento de Estados Unidos, tampoco es que los restante 19 estuvieran de acuerdo en sus visiones del mundo. El flamante líder francés acierta al retratar un nuevo escenario mundial “en el que las fuerzas centrífugas nunca han sido tan poderosas” y su gobernanza tiende a ser cada vez más desafiante.
Quien expresó con claridad los temores que todos compartimos sobre este encuentro fue el papa Francisco cuando declaró: “Temo las alianzas muy peligrosas entre potencias que tienen una visión tergiversada del mundo: Estados Unidos y Rusia, China y Corea del Norte, Putin y Asad en la guerra de Siria”. Y sus temores se unieron a la ola de violentas protestas, que logró reunir cerca de 170 organizaciones y más de 50.000 personas, quienes se unieron bajo el lema “G20 no es bienvenido”. Las protestas aglutinaron rechazos frente al cierre de las fronteras europeas a los 65 millones de refugiados del mundo, el aumento del racismo y odio, la realidad amenazadora del cambio climático y la desigualdad masiva en el mundo.
Los resultados de la cumbre, poco alentadores para todos, hace pensar que este espacio de consenso entre poderosos ya se agotó. Así lo expresa el comentarista Bernardo de Miguel: “El G20 envejece rápido y mal (…) el foro de las grandes economías del planeta parece ya condenado a la misma parálisis e inacción que sufrió la Organización Mundial de Comercio”. Algunas buenas ideas discutidas en torno al empoderamiento de la mujer, la apuesta por el desarrollo de África, acciones para mejorar las cadenas de suministro e iniciativas para la educación digital no fueron suficientes para salvar este espacio de las duras críticas.
En el tema del cambio climático, el G20 expresa disensos. En el comunicado final se logró incluir que el foro “toma nota” de la salida de Estados Unidos del Acuerdo de París. El texto afirma también que EEUU procurará trabajar con otros países para “ayudarles a acceder y usar combustibles fósiles” de manera más limpia, una referencia que responde a su objetivo de seguir vendiendo su gas de esquisto. Por primera vez en la historia del G20 se produce un desacuerdo de tal magnitud, ya que todos los 19 países restantes cerraron filas en apoyo al convenio climático. Sin embargo, según muchos especialistas, pudo haber sido peor. “Al menos”, señaló Macron, “se ha evitado la marcha atrás en muchos puntos”.
La cuestión comercial fue otro de los puntos de fricción de este foro. Asombrosamente, todos acordaron rechazar el proteccionismo. Cualquiera que sienta que ha sufrido alguna injusticia comercial deberá proceder a utilizar los reglamentos de la Organización Mundial de Comercio (OMS); lo cual representa un reconocimiento del multilateralismo. Sin embargo, también se incluye una referencia a los “instrumentos legítimos de defensa comercial”. Esta fórmula vaga refleja el delicado equilibrio entre las dos visiones y permite todo tipo de interpretaciones.
Claramente se abren las puertas a un contexto de reorganización del proceso de globalización y su gobernanza mundial donde lo que reina es la confusión. Con líderes globales como Donald Trump y Vladimir Putin, no me extraña que algunos nos refugiemos, desesperados, en la conservadora Angela Merkel y el “populista del centro” Emmanuel Macron.
Es cientista social.