Necesario apoyo
Varios de los proyectos en favor de las personas con discapacidad no avanzan por falta de apoyo estatal.
Años atrás, la población de personas con discapacidad levantó la adhesión popular a su causa al movilizarse y llegar caminando hasta La Paz en demanda de un bono que, por impracticable, nunca se les concedió. Obtuvieron en cambio compromisos de inversión pública productiva para favorecer su autonomía, pero he aquí que los proyectos no avanzan por falta de mejor apoyo.
Es el caso al menos de La Paz, donde de 19 proyectos productivos financiados por el Fondo Nacional de Solidaridad y Equidad y el Ministerio de la Presidencia, solo 12 están activos. Se trata de emprendimientos gestionados por la Federación Comunitaria de Personas con Discapacidad y Deficiencia de La Paz, cuyo principal escollo está en la falta de ambientes para ser ejecutados.
Es el caso por ejemplo de un proyecto de panadería en Caranavi, donde la asociación local de personas con discapacidad espera hace tres años que el gobierno municipal les dote de un terreno donde levantar su negocio. Lo mismo ocurre en Inquisivi y en Copacabana, donde los munícipes se muestran poco memoriosos de esos proyectos no ejecutados, pero también reconocen la dificultad inherente de identificar terrenos públicos disponibles, por no mencionar la dificultad de entregarlos en contrato de comodato.
En otros municipios las iniciativas de emprendimiento son otras: textiles de alpaca y un restaurant en El Alto; carpintería en La Paz; crianza de ganado en Batallas y en Umala; apicultura en Coroico; fotocopias en Coro Coro… pero la limitación es la misma: no hay predios, pese a que las normas disponen que gobernaciones y municipios brinden espacio para el desarrollo de estos proyectos.
Prueba de que la política de fomento a los emprendimientos de personas con discapacidad es una buena idea son los otros siete proyectos de la Federación Comunitaria de Personas con Discapacidad y Deficiencia de La Paz, que sí han prosperado. Es el caso de un servicio de limpieza, una panadería y talleres textiles en El Alto, Viacha, Sica Sica y en La Paz.
Los testimonios de quienes allí laboran son edificantes: hablan de la voluntad de sobreponerse a su limitación física, pero también del ingenio puesto en hacer prosperar los negocios y brindar oportunidades que, en muchos casos, hacen una diferencia fundamental en la vida de estas personas, que de otra manera quedarían reducidas a vivir de la caridad ajena.
Toca, pues, que los municipios y gobiernos departamentales donde existen este tipo de demandas por locales y terrenos para desarrollar emprendimientos de poblaciones en situación de vulnerabilidad extremen sus esfuerzos, pues no es difícil imaginar que más allá de la satisfacción que produzca apoyar estos esfuerzos, hay un retorno directo en términos políticos, que es, en última instancia lo que más motiva a los tomadores de decisiones.