Una solución política
Ojalá este sea el inicio de una solución política a la profunda crisis que atraviesa Venezuela.
Después de muchos avatares, finalmente representantes del Gobierno y de la oposición de Venezuela se reunieron en República Dominicana para empezar a conversar. Ojalá este sea el inicio de una solución política al conflicto que está afectando a la nación hermana. Es además un recordatorio de la necesidad de superar la polarización y la intransigencia en la política, no solo en Venezuela.
Desde hace más de un año, la crisis política venezolana se ha agudizado. A medida que el conflicto se profundizaba, América Latina también se ha ido polarizando en favor de alguno de sus protagonistas, debilitando de esa manera las instituciones multilaterales de diálogo político, como la OEA o Unasur, las cuales se mostraron incapaces de articular una mediación efectiva por falta de consenso interno.
En un contexto de desconfianza exacerbada, de notable polarización y de victoria de los intransigentes, el diálogo parecía casi imposible, pues requería de un mínimo de reconocimiento de la legitimidad del contrario y de disposición de escuchar sus argumentos. Moros y cristianos procuraban imponerse sin ceder nada al contrario, manteniéndose rígidos en sus convicciones.
En situaciones de bloqueo de este tipo se suele precisar de facilitadores que conversen con todos los involucrados, entiendan sus intereses, faciliten la comunicación y generen condiciones para un diálogo entre las partes en conflicto. No se trata de interferir o imponer soluciones desde fuera, pues en este tipo de crisis la única cosa clara es que su resolución depende de los actores nacionales. Incluso en las peores condiciones, siempre es posible abogar y encontrar vías para que se debatan los problemas, ese es el sentido de la Política con mayúscula.
Se debe resaltar el testarudo esfuerzo de personalidades que mantuvieron contactos con ambos sectores como José Luis Rodríguez Zapatero, pese a ser acusados de parcialidad o de ingenuidad por los puristas y apoyadores radicalizados de ambos lados. La apertura de conversaciones esta semana en República Dominicana entre el Gobierno venezolano y la MUD es la culminación de ese esfuerzo. Es un paso, aún frágil, que se deberá ir consolidando en las siguientes semanas y quizás meses, y que ojalá nos acerque a acuerdos razonables que estabilicen a la nación hermana. No será fácil ni rápido, lo sabemos muy bien los bolivianos que hemos vivido similares momentos de profunda crisis, pero tampoco es imposible.
Nos adherimos, pues, a las palabras del secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, quien expresó en su comunicado de apoyo a este diálogo hace un par de días: “Creemos que una solución política, con el acuerdo entre las dos partes (Gobierno y oposición), es absolutamente necesaria para salvaguardar la democracia y los derechos humanos en Venezuela”.