Feria de Santa Cruz
La Expocruz ya es la institución a la que el pueblo cruceño se vuelca para celebrar su día
No es para menos. El inmenso y creciente campo ferial de Santa Cruz de la Sierra alberga este año a 2.350 expositores, de los cuales 780 son extranjeros y 1.570, bolivianos. Con la expectativa de superar los resultados de la feria en 2016, se ha propuesto llegar a los $us 310 millones en movimiento económico e intenciones de negocios acordadas.
Asisten empresarios de Alemania, Argentina, Austria, Bélgica, Brasil, Chile, China, Cuba, España, EEUU, Francia, Holanda, India, Inglaterra, Italia, Japón, México, Panamá, Perú, Polonia, Turquía y Venezuela, lo cual significa no solo que el mercado boliviano dispone de la oferta de esos países, sino también que se abren ventanas de oportunidad para exportar a ellos lo que se produce en Bolivia.
Las estadísticas de años anteriores muestran que los rubros con mayor movimiento durante los 10 días que dura el evento ferial son, en este orden: el automotor, agroindustrial, con énfasis en lo pecuario —gracias a la famosa feria del ganado—, comercial e inmobiliario. Para poner a punto la sede, los organizadores invirtieron $us 800.000 y se estima que se han generado hasta 75.000 empleos, entre directos e indirectos.
Prueba de la importancia relativa del evento también es la preocupación puesta en la presencia del Presidente del Estado, quien participó el viernes último en el acto de inauguración (habitualmente celebrado el día mismo de la efeméride, el 24 de septiembre) y señalando en su discurso que se trata del “intercambio comercial más grande de Bolivia”, sin ahorrar elogios para los organizadores, que hasta hace un lustro preferían evitar la presencia del Mandatario.
Así se demuestra que la feria cruceña es mucho más que un evento comercial, pues moviliza posiciones políticas integrando sectores que se creían antagónicos, pero que cuando se trata de buscar desarrollo económico logran ponerse de acuerdo con notable facilidad.
Puede cuestionársele a la Expocruz, sin embargo, que por sus características logra, siquiera por unos días, desviar la atención que merecen muchos problemas estructurales como la pobreza, la creciente desigualdad y la corrupción en las instituciones públicas. Santa Cruz es más que la euforia consumista que estos días se apodera del espíritu de los visitantes de la feria.
Merecen elogio, pues, la feria y sus organizadores, pues demuestra que es posible realizar eventos de clase mundial y con resultados altamente satisfactorios para quienes en ella participan. Santa Cruz tiene mucho que celebrar.