Voces

Monday 17 Jun 2024 | Actualizado a 15:25 PM

Ni sí ni no

En lo que todos estamos de acuerdo es que, ante todo, se necesita diálogo y más diálogo.

/ 22 de octubre de 2017 / 15:47

Ni sí ni no, sino antes bien, todo lo contrario”, es la frase completa de un presidente mexicano. En Bolivia diríamos: “¿Cómo será ps?”; o en quechua: “Imaynachus a?”. Son diversas maneras en que se puede caricaturizar lo que está pasando actualmente entre el gobierno local de Cataluña y el Gobierno central de España, en esa pulseta entre el presidente Mariano Rajoy y el president de la Generalitat Catalana, Carles Puigdemont.

Este conflicto no viene solamente del reciente referéndum independentista realizado el 1 de octubre en Cataluña, sino desde hace siglos, sobre todo desde la llegada al trono del rey Felipe IV, con la corte de Austria, en el siglo XVII; y del primer rey Borbón (Felipe V) en el siglo XVIII, quienes le quitaron a Cataluña una serie de privilegios que tenía a título de modernizar España. Durante el reinado de Felipe IV ocurrió la sublevación de Cataluña, en el marco de la Guerra de los 30 años (de 1640 a 1682). El siguiente conflicto, la llamada Guerra de Sucesión española (de 1701 a 1713), consolidó a los borbones en la monarquía. En ambos casos fue clave el Consejo de Ciento (Consell de Cent en catalán), la institución de autogobierno municipal de Barcelona, que se remonta al siglo XI. La nación catalana (sea o no un Estado) tiene, pues, una historia y una cultura política, lingüística, artística, etc. de más de 1.000 años.

Por tanto, el declarar “ilegal” al referéndum independentista del 1 de octubre fue una movida más dentro de esta milenaria pulseta. El penúltimo que intentó rematarla de una vez por todas fue el generalísimo Franco, con los resultados que ya vemos. ¿Querrá Rajoy seguir sus pasos?

En lo que todos estamos de acuerdo es que, ante todo, se necesita diálogo y más diálogo, para lo que no basta el modelo de las “autonomías”, al menos en el caso de Cataluña, el que concede mucho menos que, por ejemplo, los estatutos del País Vasco. El diálogo llevará a incluir también la posibilidad (o tal vez la urgente necesidad) de acoplar la Constitución de España vigente, que refleja la realidad de ese país poco después de la muerte de Franco, a la actual realidad del Estado español. Por eso no tiene mayor sentido querer aplicar sin más las leyes actuales a un Estado ¿plurinacional? en construcción (ver mi artículo del 8 octubre).

El declarar en los próximos días a Cataluña como una república independiente forma parte de esa misma pulseta. El conflicto actual se recrudeció desde 2010, cuando el Tribunal Constitucional español rechazó el estatuto de Cataluña, presentado ya en 2006 después de haber sido aprobado internamente por el 74% de los parlamentarios catalanes. ¿Qué habrá pasado durante esos cuatro años? Me t’ínka que si en aquel entonces el Tribunal Constitucional hubiese sido más flexible, tal vez la opción separatista actual no habría llegado tan lejos. Desde entonces (2010) empezaron a proliferar más y más banderas de la República catalana, con las clásicas “cuatro barras” rematadas con un triángulo azul y una estrella en el medio.

Lo que más debe dolerle a la burguesía catalana son las grandes empresas que en las últimas semanas han trasladado su sede central de Barcelona a Madrid o a alguna otra ciudad fuera de Cataluña. Un dicho catalán reza que “Barcelona és bona, si la bossa sóna” (Barcelona es buena si la bolsa —con monedas— suena); aunque enseguida muchos añadiríamos: “Tan si sóna con si no, Barcelona és bona” (Tanto si suena o no, Barcelona es buena).
Si fruto de ese diálogo bien abierto Cataluña siguiera en España pero con mayores privilegios —y por tanto se ahorraría el inevitable proceso de intentar ingresar a la Unión Europea como un nuevo Estado (quizás incluso como un república federal)—, nos ahorraríamos muchos problemas, ¿no les parece? 

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El cerebro de papá

Darbe Saxbe

/ 17 de junio de 2024 / 11:25

Un padre de tres hijos me dijo recientemente que si pudiera retroceder en el tiempo y darse un consejo, sería tener hijos antes. La paternidad lo cambió, le dio un propósito a su vida, dijo. Resulta que la neurociencia está de acuerdo con él. Mi laboratorio de investigación investiga cómo cambia el cerebro cuando los hombres se convierten en padres y estamos descubriendo que la paternidad puede ser transformadora para sus cerebros y cuerpos. Los cambios cerebrales y hormonales que observamos en los nuevos padres nos dicen que la naturaleza pretendía que los hombres participaran en la crianza de los hijos, porque los equipó con una arquitectura neurobiológica para hacerlo. Ellos también pueden mostrar el instinto fundamental de crianza que a menudo se atribuye únicamente a las madres.

No solo eso, sino que la participación de los hombres en la paternidad puede tener beneficios a largo plazo para la salud de su cerebro y para sociedades saludables. Pero la transición a la paternidad también puede ser un momento de vulnerabilidad, razón por la cual apoyar a los padres debería ser una prioridad para los responsables de las políticas.

En un estudio de 2022, mis colegas y yo colaboramos con investigadores en España para recopilar escáneres cerebrales de un pequeño número de padres primerizos antes y después del nacimiento de sus bebés. Nuestros resultados se hicieron eco de estudios de madres realizados por algunos de los mismos investigadores. En varios estudios emblemáticos, descubrieron que a medida que las mujeres se convertían en madres, sus cerebros perdían volumen de materia gris, la capa de tejido cerebral rica en neuronas, en regiones de todo el cerebro, incluidas las responsables del procesamiento social y emocional.

Aunque un cerebro que se encoge suena como una mala noticia, menos puede ser más: estos cambios podrían afinar el cerebro para que funcione de manera más eficiente. El cerebro adolescente también reduce su materia gris a medida que se desarrolla. Las mujeres que perdieron más volumen cerebral mostraron un apego más fuerte a sus bebés después del nacimiento, lo que indica que la reducción promovió el vínculo.

Nuestros hallazgos para los padres fueron similares. Los hombres también perdieron volumen de materia gris en la nueva paternidad, en algunas de las mismas regiones que cambiaron en las mujeres. Pero las reducciones de volumen para los papás fueron menos pronunciadas. Los hallazgos para las madres habían sido tan sorprendentes que un algoritmo de aprendizaje automático podía distinguir a las madres de las no madres únicamente mediante sus escáneres cerebrales. El panorama era más ruidoso para los padres. Mi corazonada es que los cambios cerebrales de los hombres parecen menos claros porque los padres varían mucho en sus niveles de compromiso con la crianza de los hijos.

Pero un cerebro paterno cada vez más reducido puede tener desventajas. Descubrimos que los padres que perdieron más volumen de materia gris dormían peor y tenían más síntomas de depresión y ansiedad en el primer año tras el nacimiento. La moraleja para los hombres es que el cambio cerebral probablemente sea algo bueno, incluso si expone la vulnerabilidad.

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¿De la polarización al centro político?

Yuri Torrez

/ 17 de junio de 2024 / 11:19

Hoy, uno de los síntomas en el campo político boliviano es el tránsito de una polarización aguda —característico de los últimos años, que inclusive desembocó en una ruptura constitucional—, hacia un centro político/ideológico. En todo caso, no nos referimos a aquella otra polarización social o cultural asentada en los clivajes étnicos o regionales de larga data que se remonta a los orígenes republicanos de Bolivia, no superada aún, pero, además, en los momentos de alta conflictividad, la polarización política se alimentó de la polarización socio/cultural.

A partir de fines de 2022, esa polarización política se diluyó. En rigor, esa fuerte polarización tenía uno de sus polos localizado territorialmente en Santa Cruz, expresado en el camachismo (en alusión a Luis Fernando Camacho, el líder cívico/político que puso en vilo a la democracia boliviana en 2019) que protagonizó, en noviembre de 2021, la última movilización cruceña en contra del gobierno del Movimiento Al Socialismo (MAS) desactivada posteriormente y, acto seguido, Camacho fue encarcelado en Chonchocoro bajo acusación de terrorismo. A nuestro juicio, el camachismo tenía rasgos de la extrema derecha de hoy: invocación religiosa, violencia in extremis, intolerancia racial, mesianismo, difusión de fake news en el espacio digital, entre otros. En su afán de polarizar a Bolivia, el camachismo atrajo a su polo inclusive a la derecha más moderada.

Por otra parte, el otro polo, o sea el nacional-popular (o si prefieren en términos convencionales, la izquierda), estaba ocupado ideológicamente por el MAS. Al no existir un enemigo político externo al cual enfrentarse, esto, entre otras cosas, le otorgaba su identidad política/ideológica ya que la extrema derecha, o sea el camachismo, como dijimos anteriormente, sufrió una estocada letal. Esa ausencia de enemigo externo al MAS, posibilitó que la conflictividad se desplace a las entrañas de la estructura partidaria oficialista. Esa disputa interna, a propósito, está desprovista de un debate ideológico ya que el factor principal de esa disputa es por el poder.

Entonces, la desaparición, o por lo menos el debilitamiento agudo de la extrema derecha y la fractura interna del MAS son indicadores inequívocos de que estamos asistiendo a las contrapuertas para el centro político. En rigor, hay señales al respecto: Manfred Reyes Villa no descarta la posibilidad de candidatear por la presidencia y tampoco quiere reunirse con aquellos actores opositores al MAS, muchos de ellos protagonistas de la polarización. Y quizás otro (nuevo) actor político es el exvocero presidencial Jorge Richter, quien aseveró que no volverá a su oficio de analista político, sino que se dedicará a pensar en “buscar soluciones para el país y derroteros para la unidad de Bolivia”, y dejó algunas pistas de su posible incursión en la política, utilizando el método de Sherlock Holmes: se deduce su presencia en las venideras elecciones con una propuesta, según él: “progresista y humanista”.

Este camino al centro político también está poblado de su propia discursividad. Ese “puente discursivo” pregonado por esos actores se aleja de la polarización política: hablan de la necesidad de articular, en la economía, el Estado con el mercado. Y en el ámbito político dicen aproximar a la “República” con el “Estado Plurinacional” que, en tiempos de la polarización, operaban como antinomias. Este nuevo repertorio discursivo en el espectro de la política son campanas que anuncian la disolución de la polarización política/ideológica.

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Las armas del pueblo palestino

Franz J. Zubieta Mariscal

/ 16 de junio de 2024 / 00:09

El pueblo palestino ha elegido las armas del derecho internacional y la diplomacia. Armas que, aunque imperfectas y limitadas, han permitido que el pueblo palestino haya conquistado un campo de batalla en el que el gobierno de Netanyahu ha perdido la opinión y el respeto de la comunidad internacional. De hecho, sus recientes ataques y bombardeos en campos de desplazados densamente poblados en Rafah son prueba inequívoca de un plan de extermino injustificable que, por supuesto, está siendo rechazado categóricamente por los tribunales y foros internacionales más importantes de la humanidad.

El más reciente rechazo internacional provino de la Corte Internacional de Justicia, que el 24 de mayo emitió una nueva orden de protección solicitando al gobierno de Netanyahu a “detener inmediatamente su ofensiva militar y cualquier otra acción en la gobernación de Rafah que pueda infligir al grupo palestino en Gaza condiciones de vida que podrían provocar su destrucción física total o parcial». Corte que, asimismo, confirmó que la situación humanitaria en Gaza es “desastrosa”, y que los supuestos esfuerzos de ayuda del ejército israelí son pantomimas. De hecho, las privaciones materiales a las que está siendo sometido el pueblo palestino, confirman el uso de la hambruna como método de guerra. ¿La respuesta del gobierno de Netanyahu a esta Corte? Instantes después de la lectura de esta orden, aviones de combate lanzaron ataques contra el campamento de refugiados en Shaboura y hace días 45 personas, entre ellos niños y mujeres, fueron masacradas y quemadas vivas sin compasión por “un trágico error”, según Netanyahu.

El segundo rechazo a la justificación kafkiana del genocidio palestino, provino de la Corte Penal Internacional, que el 20 de mayo a través de su fiscal, Karim A.A. Khan, anunció que se posee evidencia razonable para creer que Netanyahu y su ministro de Defensa tienen responsabilidad penal por varios crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad desde octubre de 2023. Entre ellos, usar el hambre como método de guerra, causar grandes sufrimientos y daños graves a la integridad física y la salud de los palestinos, homicidio y exterminio masivo intencional, ataques y persecución deliberados contra la población civil. Razón por la que solicitó a la Sala de Cuestiones Preliminares de la Corte emitir ordenes de aprehensión contra estas autoridades. Tal como informó la relatora de Naciones Unidas, Francesca Albanese, en su reporte La Anatomía del Genocidio, el gobierno de Netanyahu ha subvertido los principios del Derecho Internacional Humanitario para crear un “camuflaje humanitario” para justificar sus ataques indiscriminados. Categorías como “escudo humano terrorista grupal” o “infraestructura civil como objetivo militar necesario” fueron forjadas en la jerga militar y política israelí para justificar y ejecutar sus bombardeos indiscriminados a población e infraestructura civil. Asimismo, la Corte Penal Internacional solicitó órdenes de arresto para tres líderes de Hamás que son igualmente responsables por el brutal ataque a la población civil israelí el pasado 7 de octubre, toda vez que el uso del terror como política es inaceptable venga de donde venga.

En el frente diplomático, hace poco Palestina logró que la Asamblea General de las Naciones Unidas vote mayoritariamente para solicitar que el Consejo de Seguridad la acepte como Estado pleno, lo que confiere derechos adicionales a Palestina ante la ONU, permitiéndole participar en los debates, proponer temas para la agenda y designar sus representantes ante varios comités. ¿La respuesta del gobierno de Netanhayu a la ONU? El embajador israelí Erdan destruyó la Carta de la ONU en una pica papeles frente a los ojos del mundo. Hecho que seguro motivó a España, Irlanda y Noruega a acelerar su reciente reconocimiento en bloque a Palestina, y por otra parte a Colombia, Nicaragua, Libia y México a presentar una solicitud de intervención en el caso judicial en La Haya. La diplomacia de Netanyahu hoy se comporta como matón de barrio que mientras masacra a unos, intimida a otros. No obstante, la ejecución de esta agenda política de muerte produce lo contrario, la unidad en torno a la justicia de la causa palestina.

Franz J. Zubieta Mariscal es docente de la UMSA y de la Academia Diplomática Plurinacional. 

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Hay niños hasta en la sopa

/ 16 de junio de 2024 / 00:07

Los violadores pueden estar hasta debajo de una piedra. Un portero del colegio, un profesor de la escuela, un chofer de taxi, un amigo de la familia que se quedó en una borrachera, un hermano, un padrastro, un padre biológico, un abuelo, un primo, un inquilino, un tío, un amigo del marido, un docente universitario, un compañero del colegio, un vecino, un actor famoso, un presidente de Estado, un diputado, un médico, un albañil, un censista el día del censo, un esposo, un policía, una pareja, una expareja, un desconocido al final de un callejón, un amigo, un delincuente, un jefe… En esta interminable lista de posibilidades, el peor de todos es el sacerdote.

¿Cuántas veces quedamos boquiabiertos con las noticias que confirmaban una violación de parte de un cura o un pastor evangélico a una niña, una adolescente, una mujer casada, un niño o un joven? ¿Y cuántas veces una noticia enterró a otra dejando estas violaciones en el silencio mediático, cuando no en el silencio judicial? ¿Y por qué esta A amante vuelve a escribir sobre los casos de abuso sexual de parte de religiosos? Gracias por la pregunta.

El dolor, la indignación y la más humana bronca empujan a volver al asunto porque los abusadores sexuales que tapan sus delitos con el manto de la religión, de la fe, del amor con mayúscula, son los peores entre los peores delincuentes. Son execrables porque son los delincuentes doblemente abusadores por su hipocresía. Ellos sí que se irán al mismísimo infierno si no están durmiendo con el demonio al que nos enseñaron a temer.

Ahí está la foto: el sacerdote pederasta Alfonso Pedrajas, con una guitarra entre las manos, cantando al lado de Luis Tó Gonzáles, otro pederasta, rodeados por jóvenes bolivianos con las cabezas inclinadas mirando las páginas de sus libros. ¿Son sólo acusaciones malintencionadas de enemigos de la Iglesia Católica? No es así, creyentes y no creyentes. El jesuita Alfonso Pedrajas dejó un diario cuya existencia es hoy pública gracias a un sobrino que entregó el texto al periódico español El País. En el diario admite haber abusado de 85 menores bajo la protección de sus superiores. Los textos son escalofriantes. En el mismo diario cita a quien está a su lado en esa foto: Luis Tó. ¿Que se acusa injustamente a Tó? Ya son públicas las cartas que certifican el traslado (estrategia tan recurrente) de Tó de Barcelona a La Paz en 1992, justo un mes después de su condena en la Audiencia de Barcelona por abusos sexuales a menores. Tiempo después, el pecador es enviado a la parroquia Virgen Milagrosa en El Alto. Ya en 1994, un responsable del colegio Casp advierte al provincial de los jesuitas en Bolivia, Marcos Recolons, que tenían indicios de que Tó podría estar abusando de menores. Lo que no es indicio es que los jesuitas mintieron en 2018 cuando afirmaron que Tó no estuvo en contacto con niños. En 2001 un novicio de los jesuitas denuncia a sus superiores que Tó abusaba de menores indígenas. La reacción fue expulsar al denunciante Pedro Lima. Y mandan a Tó a Perú. Después de un año allí, Luis Tó le pide a Recolons volver a Bolivia. La respuesta es afirmativa: un puesto en la dirección de Fe y Alegría, la entidad que gestiona colegios en nuestro país. Recolons remata la gran solución con esta medida de seguridad: “Lo que no me queda claro es si conviene que vivas en Següencoma o en San Calixto, porque en Següencoma hay niños hasta en la sopa (bueno, un poco menos)”.

La bronca y el dolor que dictan estas líneas no es por el caso Pedrajas. No es por el caso Tó. El caso es que son más. Son decenas y decenas. Son centenas. Son miles y miles de casos de violaciones, de abusos sexuales practicados por sacerdotes y miembros de la Iglesia Católica en Bolivia, en España, en Francia, en Estados Unidos… No son únicamente los religiosos católicos, de acuerdo. La bronca de este rincón de papel es primero contra los curas católicos por una fundamental razón: mi abuela me enseñó a rezar en católico, a tener fe en católico, a amar en católico y hoy solo queda agradecer que la abuela se haya ido sin saber de este inhumano escándalo que desnuda la peor miseria que puede habitar en un hombre, católico o no.

Entrevistamos hace pocos días al denunciante Pedro Lima. Recordó ante nuestras cámaras la respuesta cuando confrontó al violador: “Estás exagerando. Deberías olvidarte del tema, eran niñas aymaras indígenas, son pequeñas, ya se han debido olvidar”. Ni olvido ni perdón. Ni olvido ni perdón. Ni olvido ni perdón.

Claudia Benavente es doctora en ciencias sociales y stronguista. 

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El juez Alito tiene razón en una cosa

Jamelle Bouie

/ 16 de junio de 2024 / 00:04

El juez Samuel Alito tiene razón. No se trata de la Constitución o del uso de la historia o de si Donald Trump tiene inmunidad total por los crímenes cometidos durante su mandato. No, el juez Alito tiene razón sobre el hecho de que existe un conflicto irresoluble en la vida política estadounidense.

Como le dijo a Lauren Windsor, una documentalista liberal que grabó subrepticiamente su conversación en una cena celebrada por la Sociedad Histórica de la Corte Suprema: “Un lado o el otro va a ganar”. Continuó: “Puede haber una manera de trabajar, una manera de vivir juntos pacíficamente, pero es difícil, ya sabes, porque hay diferencias en cosas fundamentales que realmente no se pueden comprometer. Realmente no pueden verse comprometidos. Así que no es que vayas a dividir la diferencia”.

Está claro, tanto por su retórica como por su jurisprudencia, que Alito se refiere a la guerra cultural. Su visión de una intolerancia religiosa casi tiránica no parece corresponder a la realidad de un país donde tres cuartas partes de los estadounidenses afirman tener una afiliación religiosa u otra, donde una gran mayoría de ellos se identifican como cristianos y donde la profesión de creencia religiosa es, en la mayoría de los lugares, un requisito de facto para un cargo público.

Aun así, hay un conflicto fundamental en este país. Pero no es el que Alito imagina. Más bien, es un conflicto entre quienes esperan preservar y expandir la democracia estadounidense y quienes pretenden asfixiarla.

Está Trump, por supuesto, que está llevando a cabo su tercera campaña para la Casa Blanca como un autoritario descarado. Ha prometido venganza y retribución por cada esfuerzo, por vacilante que haya sido, para responsabilizarlo por su comportamiento criminal, incluido su esfuerzo por anular los resultados de las últimas elecciones presidenciales. Y cuenta con el respaldo de un grupo de burócratas dispuestos y deseosos de imponer su visión autocrática en todo el país.

El esfuerzo por poner al gobierno nacional en contra de la democracia estadounidense se refleja, a nivel estatal, en el esfuerzo por estrechar las vías de la disidencia política y la competencia electoral. En los estados donde los republicanos se han manipulado hasta alcanzar mayorías legislativas casi impenetrables, también han tomado medidas para tratar de cerrar los caminos que el público en general podría utilizar para que sus opiniones sean respetadas en el gobierno.

Los republicanos conservadores, que han adoptado la estrategia de “detener el robo” y ya están poniendo en duda cualquier resultado salvo una victoria de Trump en noviembre, no aceptan la legitimidad de sus oponentes demócratas. Creen que ellos, y solo ellos, tienen derecho a gobernar. Y están trabajando, de abajo hacia arriba y de arriba hacia abajo, para limitar al máximo el derecho del pueblo a elegir a sus líderes.

El juez Alito participa en este esfuerzo desde su posición en la Corte Suprema. Y nuevamente, tiene razón. Hay conflictos irreconciliables y «diferencias sobre cosas fundamentales que realmente no pueden transigirse». Y lo más fundamental sobre lo que no se puede llegar a un compromiso es la cuestión de la democracia estadounidense. ¿Se mantendrá la República o caeremos en un futuro de gobierno minoritario?

Jamelle Bouie es columnista de The New York Times.

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