Diferencia catastrófica
‘Estamos lejos de hacer lo necesario para impedir una vida de miseria a cientos de millones de personas’.
A días del inicio de sesiones de la 23ª Conferencia de las Partes sobre Cambio Climático (COP23), el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) anunció que hay una diferencia “catastrófica” entre las promesas de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero y las acciones necesarias para hacerlas efectivas y contener el calentamiento global.
En efecto, el lunes, al presentar el informe anual sobre acción climática global, el Director del PNUMA señaló que “los compromisos actuales de los Estados cubren apenas un tercio de las reducciones de emisiones necesarias, abriendo una brecha peligrosa” que anuncia grandes desajustes, incluyendo canículas, inundaciones y superhuracanes.
La autoridad del sistema de Naciones Unidas agregó en su presentación que a un año del Acuerdo de París “estamos lejos de hacer lo necesario para impedir una vida de miseria a cientos de millones de personas. En su opinión, la “diferencia catastrófica” entre promesas y acciones debe ser cubierta por gobiernos, sector privado y sociedad civil.
Según los datos contenidos en el citado informe anual, para quedar por debajo del incremento de 2°C con respecto a las temperaturas globales de antes de la revolución industrial, los países deberían emitir como máximo 41,8 gigatoneladas (Gt) de gases de efecto invernadero en 2013, muy por debajo de las 51,9 Gt emitidas en 2016. Si los países signatarios del Acuerdo de París se limitan a cumplir sus actuales compromisos, sin reforzarlos, producirán 52,8 Gt en 2030.
Entre las acciones posibles y necesarias que deben ejecutar los Estados antes de 2030, dice el PNUMA, están la renovación de inmuebles, adopción de energías renovables, transformación de los sistemas de transporte, entre otros, así como el cierre de las centrales de generación de energía a carbón, de las cuales hay 6.683 en el mundo, sin contar las que están en proyecto. Añade el informe que incluso así persisten las dudas sobre el desarrollo de las tecnologías necesarias y la voluntad de los Estados para aplicarlas.
Un climatólogo noruego vinculado a los trabajos del PNUMA afirmó a la agencia de noticias France Presse que el PNUMA “hace lo que puede para intentar conservar una visión optimista, pero el futuro es lúgubre”. En la misma línea, el presidente de la Asamblea de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente en 2017 ha reconocido que la dinámica acordada en París “claramente se está debilitando”.
Es evidente en todo el mundo que el cambio climático es una realidad. Los climas extremos, pero sobre todo los terribles fenómenos climáticos que semanas atrás azotaron la zona meridional del continente americano y otras zonas del orbe, son la clara prueba. Urge, pues, que desde el Estado pero también desde el resto de la sociedad se exijan y se ejecuten más acciones para contener el que parece ser el más grave riesgo de la historia de la humanidad.