Trump y su muro
Lejos de traer beneficios, el muro de Trump generaría impactos ambientales y sociales profundos e irreversibles
El viernes pasado, Donald Trump aprobó a regañadientes el presupuesto para la gestión 2018 elaborado por el Congreso de EEUU, pues la partida de $us 1.600 millones que éste contempla para edificar un muro en la frontera con México es bastante menor al monto que solicitó ($us 25.000 millones) para materializar uno de sus proyectos “estrella”.
De hecho, el Mandatario estadounidense había amenazado con vetar el presupuesto si no cubría el monto solicitado. Advertencia que finalmente no cumplió, asegurando a la prensa que había cedido por motivos de seguridad, “para que el Ejército no se vea privado del aumento de fondos”. Luego agregó que los $us 1.600 millones eran solo el capital de arranque y que iban a ser utilizados de inmediato “para construir y arreglar el muro fronterizo”. Más tarde, a través de Twitter, recalcó que nunca iba a volver “a votar por un proyecto legislativo así”; no sin antes calificar a su muro como un asunto de “defensa nacional”, indispensable para combatir el ingreso de “drogas (veneno) y combatientes enemigos (…) a nuestro País” (sic).
Una arenga con tintes xenófobos que carece de todo sustento. Y es que, como ya antes se señaló en este espacio, los narcotraficantes cuentan con ingentes recursos que les permiten echar mano de múltiples formas para evadir los muros y los controles fronterizos, como túneles, rampas, catapultas, drones y aviones. Por ello, mientras los réditos del tráfico de drogas sean mayores que los costos, la ampliación del muro entre EEUU y México (actualmente cerca del 30% de los más de 3.000 kilómetros de largo que comparten ya han sido amurallados con rejas o muros de concreto en algunos sectores claves) no va a modificar esta situación.
En cambio, de concretarse este absurdo proyecto, las que sí cambiarían serían las condiciones de los ecosistemas naturales asentados a lo largo y ancho de la frontera norteamericana, perturbando no solo la fauna y la flora, sino también la vida de las personas. Por ejemplo, según advierte un estudio del Centro de Estudios Fronterizos de la Frontera Norte citado por la BBC, “(…) hay cuencas que están divididas por la frontera México-Estados Unidos”. Y su interrupción impactaría “en el terreno natural, a carreteras, edificaciones y a sistemas de drenaje”.
En cuanto al medioambiente, los especialistas coinciden en que los animales que caminan o se arrastran experimentarían un profundo impacto, por cuanto se verían bloqueadas sus rutas habituales de reproducción, alimentación y migración, poniendo en riesgo su supervivencia. Y entre las especies que podrían verse afectadas se encuentran los jaguares y los ocelotes, actualmente en peligro de extinción, y otras 60 especies amenazadas como los pumas y el borrego cimarrón. En resumidas cuentas, se trata de un elefante blanco de elevadísimo costo, que lejos de traer beneficios para Estados Unidos podría generar profundos e irreversibles impactos ambientales y sociales.