Los tres hipócritas mosqueteros
Fuente de guerras y de todo tipo de conflictos, de aduanas, de represión a inmigrantes y salvajadas son las fronteras.
Fuente de guerras y de todo tipo de conflictos, de aduanas, de represión a inmigrantes y salvajadas de toda clase son las fronteras, esos límites impuestos por los Estados, que utilizan su monopolio de la violencia (sus Fuerzas Armadas y policiales) para imponerse dentro de territorios caprichosamente establecidos. Y más salvajes son los conflictos cuanto más autoritarios son los “gobernantes”, como los mosqueteros que hoy tenemos: Trump, Putin y Xi Jinping.
Los mismos tres que ahora se enfrentan —y lo pagan los ciudadanos comunes— por los supuestos ataques químicos en la ciudad siria de Douma, otra más de sus hipocresías. Sin duda es espantoso que civiles mueran debido a gases tóxicos, ¿pero acaso las muertes por misiles son válidas? No vale morir intoxicado, ¿pero sí destrozado por un misil?
La revista Foreign Policy (¿estará financiada por fabricantes de armas?) “sugirió” una acción militar a gran escala contra el régimen Damasco. En una nota recuerdan que el ataque anterior (el lanzamiento de 59 misiles Tomahawk contra la base aérea de Shairat en abril de 2017 después del supuesto uso de gas sarín en Jan Sheijun) “ha sido ineficaz”, ya que la base fue reutilizada al día siguiente y “no previno otros casos de uso de sustancias tóxicas”.
O sea, estos mismos torpes que promueven la violencia reconocen que no ha tenido éxito, pero insólitamente dicen que no ha sido exitosa por ser demasiado débil. “Estados Unidos debería atacar una lista más amplia de blancos…”, dicen. Por cierto, Washington procede sin que le importe la opinión del Consejo de Seguridad de la ONU, otro organismo (multi)estatal ineficaz y burocrático que en nada ha contribuido a la paz, sino más bien, al contrario.
Por otro lado, el artículo hace una referencia a un conflicto mayor con Rusia, ya que Putin es aliado del régimen de Bashar Al Assad. Lo cierto es que Trump contaría con el apoyo de Francia y el Reino Unido, mientras que podría empujar al Kremlin a una relación más estrecha con Beijing reeditando la Guerra fría, que sirvió para repartirse el mundo entre dos bloques.
Además, Washington planea nuevas sanciones económicas contra Rusia, que se sumarían a las que ya adoptó contra 38 individuos y entidades rusas por la presunta intromisión de Moscú en Ucrania y en varias elecciones occidentales, y por su apoyo al Gobierno sirio. Entre las empresas sancionadas están la exportadora rusa de material bélico Rosoboronexport, el gigante del aluminio Rusal, los conglomerados Russian Machines, Basic Element, la empresa automotriz GAZ y otras.
Los activos de estas personas y empresas bajo jurisdicción estadounidense han quedado embargados y las transacciones financieras con ellas, prohibidas. Pero estas sanciones, además de despertar represalias de Putin, serán claramente negativas para el mismo mercado estadounidense.
En fin, pretender que el Estado, el monopolio de la violencia (cuando la ciencia ha demostrado de manera concluyente que ésta solo destruye), puede solucionar un problema es quizás la mayor hipocresía que hoy vivimos. Y, por cierto, el sofisma más grande en el que está basada esta sociedad decadente es forzar el cobro de impuestos (encarcelando a los “evasores”) porque el Estado necesitaría de esos fondos (el trabajo de las personas) para malgastarlos; por caso, en una de las corrupciones más notorias: el asistencialismo, enseñarles a las personas que pueden vivir gratis sin crear nada a cambio.