Cosas de mujeres
La semana pasada, una autoridad del Ejecutivo decidió hacer gala de su paternidad y cocinar para su hija. Ante esta demostración, un diputado opositor le dijo “que se ponga a trabajar en vez de estar haciendo cosas de mujeres”. Según ese comentario, por demás machista, las mujeres no trabajamos, nos ocupamos de cosas menores como cuidar la vida; cuidar de las personas, los animales, las plantas; perdemos el tiempo dándoles de comer, protegiéndolos para que no desaparezcan.
Para quienes piensan como este diputado, las cosas de varones son más importantes, aunque estén en el ámbito de la destrucción, como la guerra, la pelea politiquera, la dureza de corazón. Qué pena, ¿no? Para quienes trabajamos por el respeto de las personas, por la igualdad de derechos, ésta es una llamada de atención que convoca a reforzar los valores que consideran a varones y mujeres aliados para dar vida, para compartir el mismo mundo, cuidarlo, preservarlo, ayudar en su crecimiento y transformación.
Por otro lado, en Nueva York, esta semana se celebra la Asamblea anual de las Naciones Unidas, a la que asisten 130 mandatarios, entre los que se encuentra la primer ministra de Nueva Zelanda, Jacinta Ardern, con su bebé de tres meses en brazos. Mientras ella intervenía en el podio, el padre de la niña se ocupaba de cuidarla. Es la primera vez que ocurre algo así en una Asamblea de la ONU. La señora Ardern dio a luz en junio en pleno ejercicio de sus funciones, se tomó las seis semanas de baja por maternidad y ahora comparte el rol de cuidado con el padre.
Esto es cosa de seres humanos, la vida no es una cuestión solo de mujeres. Tampoco es solo cuestión de varones, es asunto de humanidad, de protección de todo ser vivo, de construir equidad e igualdad, de respeto a los derechos de todos; la oportunidad para que las mujeres ejerzan la maternidad a plenitud, sin dejar de lado sus derechos políticos, sociales y económicos; y el respeto a los derechos del varón como padre y como pareja.
Para quienes ignoran o no lo quieren reconocer, el mundo está cambiando. Seguramente lo hace lentamente, más lentamente de lo que quisiéramos, pero es el ritmo en el que le permitimos actuar. Avanzamos un poco, paramos otro poco, y de vez en cuando retrocedemos otro tanto, pero los cambios en el comportamiento humano ya no se pueden detener, son parte de la autodefensa, del instinto de conservación propio de nuestra naturaleza. Avanzar significa reconvertirnos, aceptar y adaptarnos a lo nuevo, a una forma más digna de vida, a saber que con tanta desigualdad entre hombres y mujeres es imposible seguir adelante; que la igualdad de oportunidades para todas y todos, el respeto de los derechos para todas y todos son una imperiosa necesidad.