Un Guaidó sin gobierno
Estados Unidos había sugerido incluso que la salida de Maduro será en ‘cuestión de días’

Pasaron 37 días desde que el titular de la Asamblea Nacional de Venezuela, Juan Guaidó, se autoproclamó “presidente encargado” de su país al desconocer el segundo periodo continuo de gobierno de Nicolás Maduro, de quien no reconoce su victoria electoral y lo considera por eso un “usurpador”.
No tan conocido antes del 23 de enero, cuando en una plaza se declaró el sustituto de Maduro, el ahora líder de oposición se ha convertido en la piedra en el zapato del Gobierno, apenas con 35 años y con una mejor performance política que sus antecesores en la afrenta al Gobierno como Henrique Capriles, Leopoldo López, Antonio Ledezma o Julio Borges, al menos respecto del respaldo internacional y la presión sobre la administración socialista.
Fue muy impactante su autoproclamación, al menos para el interés de los medios de información, pero no ha logrado sentarse un minuto en el Palacio de Miraflores, la sede del Gobierno venezolano. No hace gestión, no atiende las necesidades básicas de los venezolanos y apenas logró frenar, con ayuda de la Casa Blanca, el flujo financiero de los recursos venezolanos especialmente desde Estados Unidos, cuyo presidente Donald Trump fue el primero que lo reconoció como mandatario y ahora propicia a su favor un lobby internacional para derrocar a Maduro y ejerce presión financiera y diplomática contra el Gobierno.
Guaidó no tiene gabinete de ministros ni embajadores, aunque nombró varios “enviados” a distintos países del mundo cuyos gobiernos solo los reconocen como tal, enviados. Las embajadas de Venezuela en el mundo continúan ocupadas por personal diplomático dependiente del Gobierno.
Salvo por sus aliados, locales y foráneos, o la oposición de Venezuela, aquél es solo “presidente encargado”, no presidente, y buena parte de las agencias y medios de información internacionales lo describen como “el autoproclamado presidente”, a diferencia de Maduro, a quien lo nombran como presidente de Venezuela. Eso sí, tiene una gran cobertura mediática; sus movilizaciones o sus actividades, como la reciente visita a Colombia, Paraguay, Argentina y Ecuador, tienen una fuerte repercusión en la prensa, a diferencia de las de Maduro, cubiertas solo por agencias estatales o medios extranjeros como Telesur, Rusia Today o Prensa Latina.
Pero las movilizaciones de Guaidó no inmutan a Maduro, que, por su lado, propicia también grandes concentraciones de apoyo, casi siempre con la participación de la Fuerza Armada, cuyas imágenes no es común ver en los medios de información.
La gran movilización que intentó el titular de la Asamblea Nacional fue el 23 de febrero, con concierto incluido, cuando pretendió el ingreso de ayuda humanitaria a Venezuela a través de territorio de Colombia. Se dijo que iba ser el “día D”.
Fracasada la internación de los camiones, Guaidó optó por la búsqueda de respaldo a través de visitas a gobiernos aliados. Mientras, el Grupo de Lima que lo apoya sin condiciones optó solamente por recomendar elecciones en Venezuela y no así el uso de la fuerza, como buscaba Estados Unidos al decir que tenía un plan A, B, C o D contra el gobierno de Maduro.
Estados Unidos había sugerido incluso que la salida del Mandatario chavista será en “cuestión de días”. Lo último, Washington no intervendrá militarmente Venezuela, por ninguna razón.
El retorno de Guaidó, ayer, era anunciado como otro día clave, hasta se dijo que Estados Unidos iba a actuar de inmediato en caso de que la Justicia disponga su detención por violar la orden de no salir del país. Ni lo uno ni lo otro, Guaidó comienza otra serie de presiones, sin poder. A ver cómo sigue esta incertidumbre.
Rubén Atahuichi
es periodista.