Renacer con el COVID-19
Ante la pandemia, tenemos la natural tarea de transmitir ganas y convicciones a las nuevas generaciones
Cuando Les Luthiers dijeron: “No te tomes la vida en serio, al fin y al cabo no saldrás vivo de ella”, seguramente intentaban aguijonar a quienes —tacaños de alegría— vivían riendo muy poco, sin intuir siquiera que en este 2020 el planeta sería sobrecogido por el Coronavirus, una pandemia que de verdad está determinando que millones de seres humanos bailen con la muerte.
Vivir con seriedad y reír poco, he ahí un credo que entraña el riesgo de adelantar la llegada de la muerte. Mejor reír cuando se puede, que cuando se quiera y ya no se pueda. Mejor compartir cuando los amigos todavía están y mejor vivir más solidariamente, entendiendo que al alegrar el corazón del prójimo, alejamos todo aquello que sabe a muerte.
De hecho —al igual que Les Luthiers— nadie se imaginaba que en estos tiempos toda la vida del planeta tierra sería puesta patas arriba por un virus invisible que a la fecha ya se ha llevado la vida de 450 mil personas en las diferentes latitudes de la tierra.
“Tan bien que estábamos”, dicen algunos en referencia a la normalidad que tenía la situación del planeta en meses anteriores con el turismo, el fútbol, tiendas, oficinas y fábricas en acción y la infinidad de actividades sociales, económicas, políticas y culturales marchando a todo vapor.
Pero la vida es dinamismo y continuo movimiento. Algo se movió en la vida del planeta en los últimos 100 años hasta generar esta pandemia que tiene el terrorífico signo de la muerte.
Pese a algunos avances, los modos de producción iniciados hace varios siglos permanecen vigentes, pasando cada cierto tiempo costosas facturas a la humanidad. Por eso Ignacio Ramonet, en un lúcido artículo sobre el tema, afirmó categórico: “La pandemia produce un rechazo general del hipercapitalismo anárquico, el que ha permitido obscenas desigualdades como que el 1% de los ricos del mundo posean más que el 99% restante”.
He ahí una de las razones que impide a la humanidad vivir riendo desde adentro, porque genera un clima de hostilidades y rencores que debilitan la capacidad humana de resistir mutaciones de cepas y embates pandémicos.
Por lo pronto, necesitamos con urgencia recuperar la alegría de vivir y existir porque como dijo Benedetti: “Somos tristeza y por eso la alegría es una hazaña”. Hoy la hazaña hay que reconstruirla, sobre todo porque los mayores tenemos la natural tarea de transmitir ganas y convicciones a las nuevas generaciones, que están sintiendo con especial virulencia los golpes anímicos provocados por el Coronavirus.
Grover Cardozo es periodista boliviano