Una nación de maltratadores de niños
Imagina que tienes unos vecinos que viven en una mansión al final de la calle y que consienten a un hijo con una tarjeta de crédito, la mejor escuela privada y un Tesla. Esos vecinos tratan a la mayoría de sus otros hijos de manera decente pero sin lujos. Sin embargo, descubres que esa familia tiene encerrada a una hija en una habitación sin calefacción e infestada de alimañas en el sótano, que le niega el cuidado dental y a menudo la deja sin comer.
Llamarías al 911 para denunciar ese abuso infantil. Dirías que los responsables deberían estar en la cárcel. Estarías indignado ante lo viles que deben ser esos adultos para permitir que una niña sufra de esa manera. Pero esos somos nosotros. Ese hogar es una representación de Estados Unidos y nuestra mancha moral de pobreza infantil.
Algunos niños estadounidenses acuden a guarderías que cuestan $us 70.000, pero 12 millones de niños viven en hogares donde no hay comida. Estados Unidos ha tenido durante mucho tiempo una de las tasas más altas de pobreza infantil en el mundo desarrollado, y luego llegó la pandemia del coronavirus para agravar el sufrimiento.
En la actualidad podríamos tener un avance emocionante: el presidente Joe Biden ha incluido una propuesta en su Plan de Rescate Estadounidense de $us 1,9 billones que, según un estudio, podría reducir la pobreza infantil a la mitad. En los medios de comunicación nos hemos enfocado en los pagos directos a individuos, pero el elemento verdaderamente histórico del plan de Biden es su esfuerzo por asestar un buen golpe a la pobreza infantil.
“El Plan de Rescate Estadounidense es la propuesta más ambiciosa para reducir la pobreza infantil que ha presentado un presidente estadounidense”, me dijo Jason Furman, un economista de Harvard. Dentro de un par de décadas, Estados Unidos será más o menos el mismo país si los pagos directos terminan siendo de $us 1.000 o 1.400. Pero esta será una nación transformada si somos capaces de disminuir la pobreza infantil ahora.
Es por esto que la parte más alarmante de la contrapropuesta de 10 senadores republicanos a Biden fue su decisión de eliminar el plan para frenar la pobreza infantil. Por favor, señor presidente, no ceda en este punto.
A su favor, algunos senadores republicanos, como Mike Lee de Utah y Marco Rubio de Florida, han hablado positivamente de elementos en el plan de Biden para atacar la pobreza infantil. Pero, en general, lo que sorprende es que un programa tan importante para el futuro de Estados Unidos haya recibido tan poca atención.
La pieza central del plan contra la pobreza infantil es una ampliación del crédito tributario por hijos de hasta $us 3.600 al año por cada niño menor de 6 años. Esto costaría hasta $us 120.000 millones al año y sería un pago mensual crucial para las familias que ganan muy poco como para pagar impuestos. Incluso una suma tan modesta como $us 3.600 es transformadora para muchas familias de bajos ingresos.
Una razón para pensar que esto tendría gran éxito es que muchos otros países han implementado estrategias similares para reducir la pobreza infantil en amplios márgenes.
Nada de esto es sencillo, y los subsidios mensuales no resuelven todos los problemas. Uno de cada ocho niños vive con un padre que tiene problemas de abuso de sustancias. Aunque he visto a muchos padres de familia esforzarse por hacer lo mejor para sus hijos pese a ser explotados en empleos con bajos salarios, una vez visité un hogar en Arkansas en el que un niño tenía tres televisores en su habitación, pero no había comida en la casa. El amor y la disfunción pueden coexistir.
Así que seamos honestos: el crédito tributario por hijos ayudaría enormemente, pero también necesitamos programas de visitas domiciliarias, preescolares de alta calidad, reducción de plomo, tratamiento contra las adicciones y otros tipos de apoyo para madres y padres, iniciativas serias para combatir la carencia de viviendas familiares y planes para ayudar a los padres a obtener mejores trabajos, de manera que ellos y sus hijos puedan salir de la pobreza.
¿Crees que tal vez esto no pueda costearse? Un cálculo importante sugiere que la pobreza infantil le cuesta a Estados Unidos cerca de $us 1 billón al año en productividad reducida de los adultos, aumento de la delincuencia y costos de atención médica más elevados. Entonces, la pregunta no es si podemos costear la ayuda a los niños, sino si podemos permitirnos no hacerlo.
Sí, todo esto es complicado, pero otros países desarrollados han sido más efectivos que nosotros ayudando a los niños porque esos países lo han convertido en prioridad.
Ahora nosotros también podemos convertir en nuestra prioridad ayudar a los niños y a nuestro país al mismo tiempo. Como dice Furman: “Las inversiones en los niños no son una mera limosna, sino una mano amiga”. Empoderemos a los niños de nuestra nación y dejemos de maltratarlos.
Nicholas Kristof es columnista de The New York Times.