ATB y la hipersexualización de niñas

La semana pasada se inició el año escolar. El programa Que Viva la Mañana del canal nacional ATB mostró a sus presentadores disfrazados de escolares. Por el estilo del programa, que hace un uso comercial del cuerpo erotizado de sus presentadoras, el resultado fue la sexualización de las prendas de uso colegial. Quisiera con este motivo profundizar sobre la responsabilidad de un medio de comunicación en las imágenes que proyecta y su contribución al incremento de la violencia contra las mujeres en Bolivia.
Seguramente quienes conciben y producen el programa Que Viva la mañana saben que Bolivia es la nación donde más mujeres son asesinadas en Sudamérica. Dos de cada 100.000 mujeres sufren feminicidio en territorio boliviano, cifra que duplica a países con mucha violencia y criminalidad como por ejemplo Brasil, donde el margen es de 1,1.
Si este dato no conmueve a los productores de ATB, pasemos a hablar de su contribución directa al grave problema de la violencia sexual: la erotización de las niñas y adolescentes. Bolivia, según la Organización Panamericana de la Salud, ocupa el segundo lugar en la región —después de Haití— en prevalencia de violencia sexual. Cada año se registran 14.000 casos de mujeres violadas sexualmente. Los datos estadísticos revelan que 7 de cada 10 mujeres bolivianas en algún momento de su vida han sido víctima de abuso sexual. A esto, debemos sumar los problemas del acoso callejero y la desaparición de niñas y jóvenes en la trata y tráfico de mujeres.
Pero vayamos al problema concreto al que ATB contribuye mostrando a sus presentadoras como Lolitas. En Bolivia, cada día al menos cuatro niñas y adolescentes son víctimas de violación, y prácticamente todos los delitos sexuales son perpetrados por conocidos de las víctimas. Como agravante debemos subrayar que los delitos sexuales cometidos por desconocidos implican una agresión única, mientras que las agresiones por parte de conocidos suponen un ejercicio de violencia repetitiva ya que los agresores próximos al entorno familiar como vecinos, padrastros, padres y familiares son los que predominan. Miles de estas niñas seguramente serán sometidas al aborto clandestino, corriendo el riesgo de perder la vida y otras serán niñas maternando niños. Si tienen dudas sobre estos datos, les recomiendo leer el estremecedor informe publicado por la Defensoría del Pueblo, donde se expone cómo la violencia sexual en Bolivia es naturalizada y normalizada.
Pero hablemos claro, la hipersexualización de las niñas normaliza la pedofilia. Resulta curioso, por tanto, asistir a este despliegue de doble moral. En Bolivia, por un lado, se condena la pederastia, mientras por otro, se promueve en la televisión a mujeres que aparentan ser niñas en cuerpos sexualizados enviando un peligroso mensaje: el erotismo proporciona beneficios sociales. Se está diciendo a los niños y a los adultos que las niñas están a su disposición, que son objetos, se está educando este tipo de deseo sexual. Por ello, la sexualización de las niñas (o de su imagen) contribuye al aumento de abusos sexuales y propicia las conductas sexuales agresivas, contribuyendo a la perpetuación del patriarcado y la violencia.
Todo esto, amigos míos, es estremecedor. Por ello, no encuentro ni gracioso, ni peculiar, ni creativo que el programa Que Viva la Mañana de ATB presente a las niñas y adolescentes escolares como objeto de consumo sexual para el entretenimiento mañanero de su audiencia. Es momento que exijamos que los medios de comunicación asuman su responsabilidad en la violencia contra las niñas, adolescentes y mujeres.
Lourdes Montero es cientista social.