La gran metáfora de Mondaca
Se dice que el cine es la metáfora de las metáforas y es el soporte estrella de lo simbólico. Ninguna otra expresión artística connota tanto. Por eso, el cine es el arte predilecto de la contemporaneidad.
Pero no todas las películas expresan multisignos, ni tienen la capacidad metafórica de múltiples lecturas o de capas de construcción de sentido. El primer largometraje de Diego Mondaca, Chaco (2020), lo logra con soltura y honestidad; y la mayoría de las críticas locales giraron en torno a una metáfora evidente: la construcción de la nación boliviana o, si se quiere trazar una elipse de moda, la construcción de lo nacional popular de Zavaleta Mercado.
La Guerra del Chaco (1932-1935) fue el despertar de la Bolivia contemporánea. Fue la piedra de toque para un nuevo pensamiento político, nacionalista y revolucionario. Y en esos terrenos densos se interna Mondaca escribiendo un guion inteligente y ejecutando un filme donde ves deambular a un grupo de soldados famélicos y taciturnos bajo el mando de un capitán alemán en la inmensidad de un territorio ardiente y espinoso. ¿Qué buscan? Pues todo: al enemigo, a sus compatriotas, agua, o algo que dé sentido a esas vidas desgraciadas. Es decir, y metafóricamente hablando, el grupo representa el desvarío de la historia contemporánea boliviana. Sin ninguna posibilidad de coordinar para trazar un plan razonable, la soldadesca se encierra en su mundo (aymara y quechua parlante) sin guía ni rumbo. Es la brillante representación de lo nacional que deambula hace décadas en la ecuación dispar de población y territorio. Por más que el soldado Liborio se entregue a las órdenes del ario (que yerra como cualquier organismo imperial), al final todos perderemos y acabaremos entre brumas en una nada existencial. Tampoco la presencia pusilánime del k’ara, en la figura del tenientillo, pone orden y concierto. Es la metáfora perfecta para un microcosmos social sin equilibrios, salvo las ganas de comernos entre nosotros.
Pocas obras del cine boliviano tienen la potencia metafórica de Chaco de Mondaca. Pocas películas nacionales construyen sentido y, con ello, producen conocimiento, estético y social, con un agudo perfil crítico. ¿Y cómo lo logra? Construyendo una metáfora mayor que contiene múltiples metáforas en su interior: Liborio el indio sumiso y pendejo; el capitán Hans que simboliza una Europa que carga amores artificiales; el correr solitario y desequilibrado del cojo entre unas trincheras abandonadas; el fratricidio en las oscuridades de un pozo; etc. Es un placer ver Chaco de Mondaca porque despierta múltiples capas interpretativas y sedimenta una amarga alegoría de lo boliviano.
Carlos Villagómez es arquitecto