Como muchas personas en todo el mundo y en Brasil, donde ella vive, Parouhi Darakjian Kouyoumdjian se contagió del coronavirus el año pasado; tuvo síntomas leves y se recuperó. Sin embargo, su caso es notable: Kouyoumdjian es centenaria. Aunque las personas mayores son más propensas a sufrir casos graves y mortales de COVID-19, ella no ha sido la única persona de su edad con una experiencia similar. Participa en un estudio que tiene como objetivo entender cómo personas muy mayores que han contraído el SARS-CoV-2 han podido salir indemnes.

A lo largo de la pandemia, ha habido varios tipos de anomalías médicas. Hay personas que dan positivo durante meses y otras que nunca se infectan a pesar de vivir en espacios reducidos con enfermos de COVID. Esos casos sorprendentes a menudo se etiquetan como “atípicos” y se ignoran, pero los ejemplos inusuales de cualquier enfermedad pueden ofrecer conocimientos importantes para los científicos y, lo que es más relevante, permitir la creación de nuevos medicamentos para esa enfermedad y otras. La magnitud devastadora de la propagación del coronavirus también ha supuesto una oportunidad única para que los investigadores avancen en el conocimiento del sistema inmunitario.

Un ejemplo famoso de un tratamiento surgido de alguien que al parecer era inmune a una enfermedad: Stephen Crohn, cuya pareja enfermó en 1978 de la enfermedad más tarde conocida como sida, se convirtió en un faro de esperanza para un nuevo medicamento. La pareja de Crohn murió, al igual que muchos de sus amigos de la comunidad gay, a medida que el VIH se extendía durante la década de 1980. Sin embargo, Crohn no enfermó. Y cuando los científicos intentaron infectar sus células con el virus en un laboratorio, no pudieron. Una mutación genética en un receptor de la superficie de sus células impedía que el virus entrara en ellas. Esa rara mutación, llamada delta 32, inspiró un medicamento antiviral llamado maraviroc.

Los casos atípicos pueden aparecer como casos únicos, pero en esta pandemia a menudo son los que marcan la pauta. Los científicos han aprendido que las infecciones de larga duración en pacientes con sistemas inmunitarios debilitados proporcionan oportunidades para que el virus evolucione, lo que probablemente contribuye al surgimiento de nuevas variantes.

Se han dado casos de personas totalmente vacunadas que están sanas y son jóvenes, pero que siguen contrayendo el virus en lo que se conoce como “infecciones posvacunación”. Estos casos también son atípicos aunque esperados, ya que las vacunas son excelentes pero no protegen al 100%. La identificación de estos individuos y el análisis de su respuesta inmunitaria podrían proporcionar una explicación de qué es lo que posibilita la infección después de haber recibido la vacuna.

Si bien es útil identificar los puntos biológicos débiles que hacen que algunas personas sean más propensas a padecer un caso grave de COVID-19, es igual de importante detectar qué rasgos del sistema inmunitario podrían hacer que una persona resista más al virus.

La ciencia puede aprender tanto de los resultados más felices como de los más trágicos. Cada caso atípico es como una pieza de rompecabezas, y los científicos necesitan encontrar y conectar más que unas cuantas de ellas para ver la imagen completa.

Roxanne Khamsi es periodista y columnista de The New York Times.