Tras un verano de informes de contagios de coronavirus posvacunación, en el que parecía que todo el mundo conocía a alguien que había dado positivo tras ser vacunado, los datos federales publicados recientemente aclaran qué tan frecuentes fueron de verdad estos casos, su gravedad y qué población corrió más riesgo.

En comparación con los no vacunados, las personas con esquemas de vacunación completos tenían en general una probabilidad mucho menor de dar positivo en las pruebas del virus o de morir a causa de éste, incluso durante la oleada Delta del verano y la reducción de las restricciones por la pandemia en muchas partes de Estados Unidos. No obstante, los datos indican que es probable que la inmunidad contra la infección esté disminuyendo poco a poco en las personas vacunadas, aun cuando éstas siguen ofreciendo una gran protección contra la enfermedad grave y la muerte.

Los datos muestran diferencias considerables en los índices de mortalidad por contagio posvacunación según la edad y ligeras diferencias en los índices de casos y de mortalidad según la marca de la vacuna, tendencias que, según los expertos, es importante tener en cuenta cuando decenas de millones de estadounidenses sopesan si deben aplicarse una dosis de refuerzo.

Los datos, procedentes de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por su sigla en inglés), se basan en los registros de los departamentos de salud de 14 estados y dos ciudades. Un segundo tablero revela tendencias similares para los pacientes hospitalizados vacunados y no vacunados.

Todos los grupos etarios vacunados registraron índices similares de contagios posvacunación, y todos presentaron índices mucho más bajos de contagio y fallecimiento en comparación con sus pares no vacunados.

Aunque todos los grupos etarios presentaron índices similares de casos de contagios posvacunación, los índices de mortalidad variaron de manera más drástica según la edad. De todos los grupos, los adultos mayores no vacunados fueron los más propensos a morir de COVID-19; sin embargo, las personas vacunadas de 80 años en adelante presentaban índices de mortalidad más elevados que las personas menores de 50 años no vacunadas.

Los datos federales también dejan claro que las tres marcas de vacunas administradas en Estados Unidos redujeron los índices de casos y fallecimientos de manera sustancial. No obstante, entre los vacunados, quienes recibieron la vacuna de Johnson & Johnson presentaron índices un poco más altos en casos de contagio posvacunación y muertes relacionadas, y quienes recibieron la vacuna de Pfizer-BioNTech presentaron índices un tanto más altos que los que se vacunaron con Moderna.

Hasta ahora, los datos de los CDC son los más cercanos a una visión detallada y representativa a nivel nacional de los casos de contagios posvacunación y muertes. Los datos también pueden darles a los científicos una idea aproximada de la efectividad de la vacuna a lo largo del tiempo. Si la proporción de casos o muertes entre las personas vacunadas y no vacunadas se mantiene estable, se cree que las vacunas mantienen su protección.

Los datos abarcan hasta principios de septiembre y solo captan la cresta de la ola Delta, pero los datos de Nueva York y California muestran patrones similares hasta septiembre y octubre. Esto sugiere que, a pesar de diferencias mínimas entre las marcas, las vacunas siguen brindando protección contra las consecuencias más graves.

Aliza Aufrichtig y Amy Schoenfeld Walker son columnistas de The New York Times.