Humano…
Humano, Espacio, Tiempo y Humano, es la última película del director coreano Kim Ki-duk antes de morir de COVID- 19 en 2020. El autor, admirado por miles en el mundo, cae en su nivel y nos ofrece un retrato brutal, extremadamente sanguinario y cruel. Se preguntará usted por qué hago una breve reseña de una película mediocre. Pues, porque el cineasta hizo una obra mediocre pero dejó un testamento pertinente para la coyuntura nacional y global. La obra se ordena en cuatro capítulos y la describo con spoilers porque sé que no te atreverás a ver tanto horror.
Humano: En un desvencijado buque de guerra se va de paseo un grupo variopinto de personajes. Un político y su hijo, un grupo de bandoleros, el capitán del barco y su tripulación, y varios jóvenes (hombres y mujeres amorales). Todos comienzan a respetar al connotado político que pasea por la cubierta impecablemente trajeado. En una situación extrema el pituco se asocia a los bandoleros (vestidos de camuflaje) que tenían la única pistola a bordo y muchas hachas. Un viejo zaparrastroso se dedica a recoger tierra con un vaso.
Espacio: Un día el barco deja las aguas e, inexplicablemente, aparece navegando en las nubes (una espectacular imagen poética de Kim Ki-duk). Poco a poco comienza a escasear la comida que queda a cargo de los que ya supones: el político en contubernio con su brazo armado. Se racionan las porciones para todos y todas, mientras el político y el jefe de los bandidos disfrutan banquetes seguidos de violaciones y ultrajes a todas las mujeres; entre ellas, a una joven casta (compañera del hijo del político) que es violada por el padre, el bandolero y el hijo.
Tiempo: El personaje más cuerdo, el viejo, tiene un huerto y dos gallinas con la tierra y las semillas que recolectó pacientemente. El cuarto del viejo germina y se vuelve un vergel. Ahí se refugia la joven embarazada contra su voluntad al estallar las masacres. Y el barco, un artefacto de ambientes metálicos y fríos, se llena de sangre y cadáveres. Los sobrevivientes comienzan a comerse a los muertos (Kim Ki-duk regodeándose con la bajeza humana en modo ultra gore).
Humano: Caen todos excepto la joven que deambula sola en el barco ya transformado en una selva. Da a luz a un niño que crece con su madre en un espacio idílico. Llega a la pubertad y, siguiendo los genes heredados, persigue a su madre para violarla. No happy end.
Kim Ki-duk, el genio maldito de oriente, nos dejó un retrato social de metáforas evidentes: el barco es la patria, la naturaleza el único refugio, y los personajes representan la sociedad global de hoy que está al borde de aniquilarse siguiendo injustificados idearios de brutalidad.
Carlos Villagómez es arquitecto.