¿Un año ‘normal’: 2022?
Desde que surgió la pandemia del COVID- 19, hace dos años, la discusión sobre la economía mundial era sobre cuándo se iba a retornar a la normalidad, a su tendencia antes del virus, o si en realidad se iba a entrar a una “nueva normalidad”, definida por María Savona (2020) como “una transformación estructural de los modos de producción y consumo, con el apoyo de las tecnologías digitales, que ha sido impuesta por los gobiernos para contener el virus”.
La cuestión es que al problema económico, entendido como un problema de asignación de recursos escasos frente a fines múltiples, se le sumó la disyuntiva entre las políticas sanitarias, que pueden generar una recesión, y las políticas económicas expansivas, que pueden generar inflación.
La historia de la economía es la historia de las disyuntivas. Así tenemos el famoso trade off en política económica, el existente entre obtener cierto beneficio de lograr un objetivo a cambio del sacrificio o costo de dejar de alcanzar otro objetivo. El más relevante que analizo en mi libro digital Neoliberalismo vs. Neopopulismo: un falso dilema es entre crecimiento y equidad, pero el que ha vuelto a reaparecer después de muchos años de creerse superado, sobre todo en los países adelantados, es entre desempleo o inflación.
En el caso de los países de la OECD, la tasa de inflación para 2021 se habría duplicado de 1,5% en 2020 a 3,5%, mientras que la tasa de desempleo habría bajado de 7,1% a 6,2%. El pronóstico para 2022 de la inflación es que seguiría subiendo a 4,2%, mientras que la tasa de desocupación continuaría declinando a 5,5%.
La situación de EEUU es más dramática, puesto que la tasa de inflación, que se mantenía por debajo del 2% por varios años, en noviembre de 2020 trepó de 1,8% a 6,8% en noviembre de 2021, el nivel más alto alcanzado en 39 años desde el shock petrolero en los años 80 del siglo pasado. En cambio, el desempleo, que como producto de la crisis sanitaria había saltado a 15% en abril de 2020, declinó a 6,7% en noviembre de 2020 para seguir bajando hasta 4,2% en noviembre de 2021. Para 2022, el Federal Reserve Bank (Fed) proyecta una menor tasa de inflación de 2,6%, y de 2,3 % en 2023, retornando de esta forma a la vieja normalidad en torno al 2%, mientras que la tasa de desempleo bajaría a 3,5% en 2022 y ahí se mantendría, alcanzando de esta forma el objetivo tradicional del pleno empleo.
La gran discusión actual es si la inflación es un fenómeno solo transitorio y por lo tanto tendría que bajar en algún momento, como quisieran la OECD y el Fed para 2023 o, en realidad, es un problema de características más estructurales relacionadas con la interrupción de las cadenas globales de valor, la expansión monetaria y del gasto fiscal y los elevados precios del petróleo. Así, volvería a aparecer el fantasma de la estanflación que surgió en 1980 y que para muchos significó la muerte del keynesianismo, al preverse un escenario de bajo crecimiento o estancamiento, pero combinado con una mayor inflación, el peor de los mundos.
Parece que a los economistas nos gustan los escenarios pesimistas porque nos mantenemos vigentes justificando nuestra profesión, pareciéndonos a algunos médicos y especialmente psiquiatras que nunca quieren dar de alta al paciente y a algunos plomeros que arreglan un problema, pero te crean otro.
Aunque cada hecho económico en un momento dado es muy diferente al sucedido en el pasado, la crisis del COVID-19 es una crisis de características inéditas, donde un shock sanitario mundial dio lugar a una crisis autoprovocada de contracción de oferta y de demanda. La pandemia fue inicialmente una variable exógena que se ha ido controlando con las políticas sanitarias y la contracción de la oferta era una variable endógena que se fue descontrolando. Los mercados financieros, si bien reaccionan frente a cada una de las variantes, han superado con creces sus niveles prepandemia (20% en el caso del Dow Jones), y siguen tan boyantes pese a las profecías de crisis financiera.
Difícil aventurarse a qué pasará en 2022. Mi pronóstico de buena voluntad es que continúe la recuperación de la economía mundial, aunque con un nivel de inflación más alto que en el pasado, al que tendremos que irnos acostumbrando, y esperando que ojalá la pandemia bajo control se vuelva endémica y termine como influenza.
Gabriel Loza Tellería es economista, cuentapropista y bolivarista.