Circunscripciones de paz
Mientras regímenes, países, presidentes, corporaciones y alianzas militares desatan/alientan criminales invasiones, guerras, masacres de población civil (véase Ucrania, Irak, Siria, Libia, Yemen, Nigeria, Congo, Somalia, Burkina Faso, Malí, Afganistán, Palestina…), hay trincheras pequeñitas pero muy simbólicas en favor de la paz. Una de ellas son las Circunscripciones Transitorias Especiales de Paz (CITREP), que se estrenaron el pasado domingo en las elecciones legislativas en Colombia.
Las CITREP son resultado de los Acuerdos de Paz de 2016. Se trata de 16 cupos, de los 187 que hoy componen la Cámara de Representantes, reservados para las víctimas de las regiones más afectadas por el conflicto armado. Constituyen una medida de satisfacción, reparación y garantía de no repetición. Estuvieron bloqueadas cuatro años por el uribismo y los señores que boicotean la paz, pero fueron posibles este año por una acción de la Corte Constitucional.
La razón de adoptar circunscripciones de paz, que son temporales (dos periodos constitucionales), es incluir la presencia directa de poblaciones y regiones, en este caso víctimas del conflicto armado, nunca antes representadas. Más todavía: cerca de 1,3 millones de pobladores rurales de 167 municipios en 19 departamentos se habilitaron para votar por primera vez. Hasta ahora, la democracia colombiana no había instalado ni una mesa de sufragio en esos territorios.
Con las CITREP entonces se garantiza el derecho de las víctimas a elegir y ser elegidas, a llevar su voz al Congreso de la República. No es algo menor. Las CITREP también inauguraron las listas paritarias en Colombia: cada organización debía postular una mujer y un hombre. Hubo 204 listas de organizaciones de víctimas, campesinas, consejos comunitarios, resguardos indígenas y organizaciones sociales. Es un avance en la lenta y difícil implementación de los Acuerdos de Paz.
Claro que entre el reconocimiento del derecho y su ejercicio hay distancia. Solo acudieron a las urnas el 43% de las personas habilitadas (45% a nivel nacional). Se eligieron 13 hombres (alguno más victimario que víctima) y solo tres mujeres. Peor todavía: en los últimos años se han producido decenas de masacres. El asesinato de líderes sociales, campesinos, ambientalistas y defensores de derechos humanos no cesa. 34 pueblos indígenas están en peligro de extinción por violencia.
Tuve el privilegio de acompañar las elecciones del anterior domingo. Aunque las estructuras de dominación son fuertes, se respiran aires de cambio, de dignidad y de esperanza. Las circunscripciones de paz son una muestra de que otra Colombia es posible.
FadoCracia rusófoba
1. Las sanciones contra Rusia por la deplorable invasión de Ucrania se multiplican como bombas de racimo. Era previsible.Claro que una cosa es sancionar merecidamente al régimen de Putin y sus oligarcas, y otra distinta castigar todo lo que sea o parezca ruso. 2. Las sanciones económicas, financieras, legales, militares, empresariales y etcétera se entienden, aunque suelen afectar más a la población (incluso de los países sancionadores) que a sus gobernantes. 3. Como sea, llaman la atención algunos excesos y desvaríos. 4. Que McDonald’s, Coca-Cola y Cía. abandonen Rusia parece saludable (para la población). ¿Pero vetar a pensadores, artistas, deportistas solo por su nacionalidad? ¿Prohibir la exhibición de películas (como la clásica Solaris, de Tarkovski)? ¿Cancelar un curso sobre Dostoievski? ¿Expulsar a Tchaikovsky del repertorio? ¿En serio? ¿En nombre de la libertad? 5. Ni hablemos de la “histeria mediática” de Occidente (Boaventura), que no tiene límites (“hay que matar rusos”, convocan en un programa de televisión). 6. Se llama rusofobia. Se escribe caza de brujas. Y está mal.
José Luis Exeni Rodríguez es politólogo.