La segunda muerte de Marcelo
La recaptura del asesino de Marcelo Quiroga Santa Cruz, conocido como el Killer y que pese a haber recibido una sentencia de 30 años de cárcel, gozaba de “arresto domiciliario” gracias a las coimas entregadas a un juez Alcón, (que podría tener la hidalguía de cambiarse el apellido a Buitre), ha puesto de relieve nuevamente la imagen tan querida de los bolivianos del escritor y líder socialista.
En los últimos días, se ha presentado en La Paz la fundación internacional Marcelo Quiroga Santa Cruz, de la que es presidente Hugo Rodas Morales, biógrafo de Marcelo y catedrático de la Universidad Nacional de México; en el acto, Rodas presentó el portal para que la gente acceda a la obra completa escrita y no difundida convenientemente, en La Paz, Santiago, Buenos Aires y México. La fundación sistematizará y difundirá la obra del asesinado dirigente, pero mientras se llega a ediciones impresas, la página de internet permitirá el acceso al público de forma gratuita a todos sus textos.
País de contrastes: Hace un quinquenio aproximadamente, en la Facultad de Humanidades (avenida 6 de Agosto y Aspiazu), en la casa que lleva su nombre y un busto, que se puede ver en el pequeño jardín hacia la calle, se instalaron varias salas con láminas grandes, convenientemente enmarcadas de la vida y la época de Marcelo. La familia contribuyó con varios objetos personales, incluso su máquina de escribir.
Ante el pasmo de estudiantes y visitantes que apreciaban mucho el lugar, pues, se veía reflejada allí, no solo la vida del líder socialista sino la época en que vivió, algún funcionario que debe haber sido muy subalterno, por su ignorancia, decidió con el pretexto del pintado interior del edificio retirar medio centenar de esas láminas, la vitrina en que se encontraban las obras completas y objetos personales y también la máquina de escribir, colocada en un pequeño mueble y protegida por una vitrina.
Todo esto ha desaparecido sin que nadie dé una explicación plausible. Crear un museo representa una obra de investigación más importante que escribir un libro, porque son muchas imágenes y muchos textos los que tienen que reunirse de una manera armónica para entretener y enseñar a la gente que visita esos ambientes. Pero como en Bolivia la tendencia siempre es hacia la destrucción y el odio y no la construcción y la conservación de la memoria, destruir un museo puede tomar 24 horas, y eso ha sucedido en la Facultad de Humanidades.
Lo sucedido con este repositorio trae a la memoria la desaparición del mural de Palacio que pintó Miguel Alandia Pantoja y que el general de aviación René Barrientos Ortuño ordenó destruir. Con esa actitud, mostró cuál sería el respeto a la cultura que tendrían los militares a lo largo de 18 años de dictaduras. El pretexto en este caso fue que en el mural de Alandia Pantoja aparecían retratados algunos generales obesos.
¿Pero cuál pudo ser el pretexto, en el caso del repositorio de Quiroga Santa Cruz? ¿Puede alguien tomarse tan inaudita libertad y dejar que todo siga como si no hubiese pasado nada? ¿Hasta dónde puede llegar la llamada “autonomía” universitaria, como para que un funcionario pueda por sí y ante sí destruir una obra que era de innegable importancia sobre la vida política de Bolivia, a mediados del siglo XX?
¿Nos imaginamos, a dónde pueden haber sido enviados todos esos bienes, en qué depósito se encuentran, acumulando polvo y olvido? Una de las tareas urgentes ante el Bicentenario es, precisamente, la recuperación de la memoria histórica y a eso contribuía el museo que honraba la memoria de Marcelo Quiroga Santa Cruz.
¿Se ha informado de esto al rector Óscar Heredia y al Consejo Universitario? Tanto la primera autoridad, como el Consejo mismo, debían poner las cosas en orden e instruir que se reconstituya a la mayor brevedad este museo de homenaje a una de las figuras políticas más esclarecidas del siglo pasado. En tanto, ante la opinión pública sufren el prestigio y la seriedad de la UMSA con este gratuito gesto de menosprecio y desdén por la historia.
Mariano Baptista Gumucio es exministro de Educación y Cultura, y gestor cultural.