Noteentiendo
Claudio Magris, en su estupendo libro El Danubio describe un museo. Y utilizó el relato para destacar que estamos asistiendo a otro rebrote de racismo, a propósito del Censo Nacional de Población y Vivienda.
“… cada uno de nosotros es un Noteentiendo, como la figura dibujada en una de las dieciséis viñetas de la tabla de Las Castas, una especie de juego de oca del amor y de las estirpes que recuerdo haber visto colgado en una pared del Museo de la Ciudad de México. Cada una de las dieciséis viñetas de la tabla contiene tres figuras: el hombre y la mujer cuyas sangres diferentes exigen imperiosamente, y un apacible niño nacido de su encuentro, que en la viñeta siguiente, ya adulto, es el protagonista del nuevo connubio, del que nace otro hijo destinado a continuar la cadena del mestizaje: el Mestizo, hijo del Español y de la India, el Castizo, su hijo, el Mulato, al que una Española regala un adornado Morisco y así sucesivamente hasta el Chino, el Lobo, el Jíbaro hijo del Lobo y de la China, el Albarazado hijo de la Mulata y del Jíbaro y padre de un Cambujo, padre a su vez de un Zambaigo… En la penúltima viñeta, el fruto de los amores del Tente En El Aire y de la Mulata deja perplejo el talento nomenclatorio del anónimo clasificador, que, en efecto, lo define como Noteentiendo… nos recuerda que cada uno de nosotros, gracias a la múltiple y oculta trama a la que se debe su existencia, es un Noteentiendo”. En medio de este relato, Magris se refiere al amor y al deseo, pero no menciona que esas mezclas fueron producto de violación, parte de las lógicas de dominación coloniales y ejercicio del poder patriarcal.
Copio este fragmento como respuesta a las demandas de algunos parlamentarios de oposición que piden que se incluya la categoría “mestizo” en la boleta del censo. Es evidente que la oposición divaga en el anacronismo. Este tema se discutió hace 10 años y fue asunto resuelto: se pregunta a todas las bolivianas y bolivianos (notenentiendos) si se identifican con una nación originaria o pueblo indígena, esas sociedades que fueron conquistadas y explotadas por el colonialismo español. Desde 1992, el movimiento indígena abanderó un acto emancipatorio que culminó en la formación del Estado Plurinacional. Y muchos/as iniciamos una búsqueda de identidad que deshaga, sin negarlo, ese sinsentido del Noteentiendo.
Lo preocupante del reclamo opositor es que en torno a este reclamo se intenta rearticular la coalición conservadora y derechista de octubre y noviembre de 2019 puesto que las iglesias evangélicas se sumaron a este “reclamo” y amenazan con una “cruzada” para boicotear la participación en el Censo si no se incluyen preguntas sobre religión y no se consigna la categoría de mestizo. Esta “cruzada” es la respuesta a su derrota político/electoral en octubre de 2020, puesto que fracasó su plan de instaurar un orden conservador después del golpe de Estado: la Biblia volvió al Palacio, pero ya regresó al púlpito. Ahora piden que se incluya una pregunta esotérica: “¿Qué dogma de fe practica?”, con el único objetivo —de la mano del mestizaje— de atacar, debilitar, negar y combatir lo indígena, esa identidad que nos constituye como país desde lo nacional-popular.
Ni hace falta recordar a René Zavaleta para tener certeza: “No decimos tan tajante: Bolivia será india o no será, pero, al menos, entre todos los estatutos de su viabilidad no figura el de un país sin indios. Lo menos que se podrá hacer es otorgarles un status indiscutible dentro de la nación”. Lo cito para que lean esos parlamentarios y los evangélicos se rasguen las vestiduras.
Fernando Mayorga es sociólogo.