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Wednesday 9 Oct 2024 | Actualizado a 21:04 PM

Baja inflación, ¿es buena y sostenible?

/ 29 de octubre de 2022 / 01:43

Durante las últimas semanas, opinadores pusieron en duda la credibilidad del Instituto Nacional de Estadística (INE) en lo que se refiere al cálculo del Índice de Precios al Consumidor (IPC), el cual se constituye en el principal indicador para medir la inflación. Esto debido a que la inflación acumulada de Bolivia a septiembre fue de 1,76%, constituyéndose en la más baja de la región (algo elogiado tanto a nivel nacional como internacional), considerando que, debido al conflicto bélico entre Ucrania y Rusia, el mundo atraviesa un escenario adverso de niveles altos de inflación.

El INE, para realizar el cambio de año base (2016), aplicó las recomendaciones estándares y normas internacionales descritas en los manuales elaborados por la OIT, el FMI y el BM, por lo cual, la metodología utilizada para calcular el IPC cumple con los estándares internacionales requeridos y poner en tela de juicio la labor realizada no es correcto y carece de fundamentos válidos.

Pero, así como algunos dudan de la labor realizada por el INE y que el IPC refleje la realidad de la economía boliviana, otros expresan su “preocupación” por la sostenibilidad de las medidas implementadas para lograr este resultado, así como sus implicancias. Recientemente, un opinador afirmó que la baja inflación refleja “modestas presiones de actividad y gasto”. Pero al analizar las cifras, se evidencia que el Producto Interno Bruto (PIB) registró un crecimiento acumulado del 4,13% al segundo trimestre de 2022 (superior al 3,97% registrado en el primer trimestre); este resultado refleja una evidente recuperación y dinamismo de la actividad económica, contrariamente a lo que este opinador afirma.

Ahora, otro aspecto que señala aquel opinador son los precios regulados de algunos bienes como el combustible y algunos alimentos, además que cuestiona la sostenibilidad de esta medida.

Es importante señalar que el Gobierno viene avanzando en proyectos que permitan reducir las subvenciones, como los proyectos de construcción de las plantas de diésel renovable, biodiésel y diésel sintético; además de la compra de etanol (utilizado como aditivo), los incentivos tributarios a la importación de vehículos eléctricos e híbridos, el Centro de Almacenamiento y Transformación de Cereales de Emapa, entre otros. Dichos proyectos y medidas permitirán reducir el monto destinado a las subvenciones de combustibles y materias primas del sector productivo.

En el mismo sentido, este opinador realiza un análisis incompleto respecto a la regulación de productos como el pan, debido a que el Gobierno no se dedica simplemente a regular su precio, sino que implementa medidas de apoyo a la producción de estos, lo que posibilita que sus precios se mantengan en niveles estables. Por ejemplo, si bien el precio del pan está regulado, el Gobierno, mediante Emapa, otorga harina de trigo al sector panadero a precios preferenciales, esto permite mantener estables sus costos de producción y, a su vez, que el precio del pan se mantenga fijo. Por su parte, si bien el precio de la carne de pollo no se encuentra regulado, el Gobierno también implementa este esquema de apoyo a la producción (mediante subvención al maíz), lo cual permite mantener los precios estables sin generar desincentivos a los productores.

Por lo tanto, la baja inflación que registra Bolivia es elogiable al ser, a su vez, compatible con el proceso de reconstrucción y reactivación de la actividad económica. En línea con el Modelo Económico Social Comunitario Productivo (MESCP), el Gobierno puso y pondrá en marcha diversos proyectos y programas en busca de la industrialización y la sustitución de importaciones, que permitirán mitigar el gasto destinado a las subvenciones (como se mencionó antes), lo cual, a su vez, refleja que se tiene una visión de mediano y largo plazos.

Angel Surco Chuquimia es economista.

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Bolivia: logros y desafíos

/ 29 de enero de 2024 / 09:09

Y como es de conocimiento, Bolivia recorrió un camino de transformación desde la creación del Estado Plurinacional. Este proyecto nació con el propósito de desmontar las estructuras coloniales que durante décadas afectaron a los sectores más vulnerables. La “revolución democrática y cultural”, que comenzó en 2006 con la implementación del Modelo Económico Social Comunitario Productivo (MESCP), buscaba desafiar el modelo neoliberal y construir una sociedad con justicia social, basada en los saberes ancestrales y el respeto por los recursos naturales.

Un aspecto importante de conocer es que el país enfrentó diversas crisis a lo largo de los años, desde la interrupción del orden constitucional en 2019 hasta la pandemia del COVID-19 y los conflictos internacionales. Sin embargo, el MESCP demostró estar vigente, superando los obstáculos tanto externos como internos. Como resultado, la economía mantuvo un crecimiento sostenido, alcanzando un 2,3% al tercer trimestre de 2023. Además, se mantuvo la estabilidad de precios, cerrando 2023 con una inflación del 2,1%, constituyéndose como la segunda más baja de la región.

Lo cierto es que dicho desempeño contribuyó en la reconstrucción del país, reduciendo la tasa de desocupación y disminuyendo la pobreza al 36,37% en 2023. El compromiso del Gobierno con el bienestar de los más vulnerables se refleja en las acciones implementadas desde 2020. Asimismo, la industrialización es en una pieza fundamental para generar empleo e ingresos, tanto en las ciudades como en el área rural. La estrategia de sustitución de importaciones busca fortalecer la posición del país, y también mejorar nuestras condiciones en un contexto de cambios globales. En ese sentido, las inversiones en biodiésel, diésel ecológico y otras áreas contribuirán a reducir la dependencia de productos extranjeros en más de $us 1.300 millones anuales, beneficiando a los productores nacionales.

En momentos de dificultad, es importante recordar que la solución no radica en las recetas neoliberales, sino en profundizar nuestro modelo actual. La inversión productiva se presenta como el camino ideal para garantizar la estabilidad del país y, aunque enfrentamos desafíos y amenazas globales, es evidente que el país no se encuentra en crisis y que el MESCP continúa vigente, contrariamente a lo que algunos analistas con un enfoque político argumentan, ya que tienen la intención de debilitar la democracia y el modelo económico.

Y otro aspecto fundamental es reflexionar sobre el escenario global, marcado por conflictos y crisis medioambientales, representando desafíos significativos. Sin embargo, el Gobierno se mantiene firme en sus principios, rechazando medidas neoliberales y garantizando la soberanía sobre los recursos naturales. En ese sentido, se destaca la subvención como una forma de redistribución de los recursos, por lo que se continuará tomando acciones para prevenir el aprovechamiento ilegal de estas medidas de apoyo.

Sin embargo, es primordial llamar a la unidad y destacar la importancia de aprender de nuestra historia para así, evitar los errores del pasado. Además, considerando las acciones implementadas en el marco del MESCP, se espera una Bolivia próspera a futuro, enfocada en la cosecha de los frutos de las inversiones realizadas, reafirmando el compromiso con la construcción del Estado Plurinacional.

Indudablemente, se puede afirmar que Bolivia está experimentando un momento crucial en su historia, dado que mientras nos enfrentamos a los desafíos globales y nacionales, transitamos a la etapa de la industrialización con sustitución de importaciones en el marco del MESCP. En ese entendido, la apuesta por la industrialización, la sustitución de importaciones y la inclusión de todos los sectores de la sociedad son elementos clave en este camino hacia un futuro próspero y con justicia social.

Angel Surco Chuquimia es economista

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Prueba y error: En la ciencia y el amor

Oscilando entre la ciencia y el amor, el alma de la exploración reside en la búsqueda de rarezas

Ángel Surco Chuquimia

/ 15 de enero de 2024 / 06:03

Y como el científico en su laboratorio, la vida nos invita a experimentar con la complejidad de las relaciones humanas. En este vasto terreno, la ciencia y el amor se entrelazan, compartiendo un método común: el «prueba y error». En este baile de descubrimientos, cada encuentro y desencuentro se convierte en un experimento único, un intento constante de entender y conectar con el otro.

Unir la ciencia y el amor implica comprender que ambos se nutren del deseo innato de explorar lo desconocido. Como en un laboratorio de emociones, cada relación se convierte en un campo de experimentación, donde ajustamos constantemente nuestras fórmulas emocionales, buscando la combinación perfecta que despierte la chispa de la conexión genuina.

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La delicadeza del ser se manifiesta en la capacidad de aprender de los errores. Similar a cómo la ciencia avanza a través de la corrección constante, el amor evoluciona con cada desafío. En lugar de temer al error, lo abrazamos como un maestro que nos guía hacia una comprensión más profunda de nosotros mismos y de nuestras parejas.

Y es entonces que aquello nos lleva a reflexionar sobre las lecciones que la ciencia y el amor nos brindan. A veces, la vida nos recuerda que el amor, como la ciencia, es un viaje de descubrimientos constantes. En el crisol de las experiencias, aprendemos que la levedad del ser radica en abrazar el proceso, reconocer que cada relación es un capítulo único en nuestro libro personal.

Buscar equilibrio se convierte en un acto de malabarismo en el laboratorio emocional del amor. Como en la ciencia, donde las ecuaciones buscan armonía, en las relaciones ajustamos nuestras variables para encontrar el equilibrio perfecto entre dar y recibir, entre la individualidad y la conexión compartida, aunque a veces cometiendo errores.

Al explorar el laboratorio emocional, se experimenta con la química del amor. Al igual que un científico mezcla compuestos en un tubo de ensayo, en el amor nos aventuramos a combinar las complejas sustancias de nuestras personalidades y experiencias, observando cómo interactúan y se transforman en la búsqueda de la conexión auténtica, a veces de manera exitosa y otras de manera errónea.

La búsqueda de la autenticidad se convierte en una oda a la sinceridad y la apertura. Como la ciencia busca la verdad en sus investigaciones, el amor florece cuando nos sumergimos en relaciones basadas en la autenticidad. La esencia de la conexión emocional radica en compartir nuestras verdades más profundas, creando un lazo que va mucho más allá de las apariencias.

Buscamos, a la vez, nuevos territorios emocionales, lo que se convierte en una aventura del descubrimiento. Similar a cómo un explorador se lanza hacia lo desconocido, en el amor, mediante el enfoque de prueba y error, nos aventuramos a descubrir los rincones inexplorados de nuestras emociones, superando miedos y desafiando nuestras propias limitaciones.

Oscilando entre la ciencia y el amor, el alma de la exploración reside en la búsqueda de rarezas, en la búsqueda de la «orquídea azul» del amor. Similar a cómo la ciencia anhela descubrir lo excepcional, en el amor nos embarcamos en la búsqueda de conexiones únicas e inolvidables. Este proceso, marcado por la paciencia y la valentía, nos lleva a descubrir el alma misma de la exploración, donde la ciencia y el amor convergen en un baile eterno de descubrimiento y crecimiento.

Aunque aparentemente diferentes, la ciencia y el amor comparten un enfoque común a través del método «prueba y error». Este enfoque iterativo nos invita a explorar, aprender y crecer tanto en el laboratorio científico como en el laboratorio emocional del amor. Ambos son senderos de descubrimiento constante, donde la conexión entre la mente y el corazón revela la asombrosa complejidad y belleza de la existencia humana.

(*) Ángel Surco Chuquimia es economista

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Deuda pública

El reciente endeudamiento público fue destinado principalmente a la inversión pública

Ángel Surco Chuquimia

/ 6 de noviembre de 2023 / 09:12

Recientemente, algunos supuestos analistas económicos demostraron una vez más desconocer la metodología internacional de las cuentas nacionales y las finanzas públicas para el cálculo correcto de la contabilidad de la deuda pública. Es decir, se afirma equivocadamente que la deuda pública, hasta agosto, alcanza al 99% del Producto Interno Bruto (PIB), en tanto otros supuestos analistas aseguraron que ésta ronda entre el 70% y 80% del PIB.

Estos personajes parten de un cálculo errado denominado “doble contabilización” al sumar obligaciones del sector público con acreedores privados más las obligaciones que existen entre entidades públicas (cifras agregadas), es decir, la deuda del Tesoro General de la Nación (TGN) más la deuda de las empresas públicas con el Banco Central de Bolivia (BCB), y olvidan que estas últimas deudas se constituyen en un activo para el BCB (y a la vez un pasivo para el TGN y las empresas públicas) al interior de la cobertura pública.

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Esta falta de criterio técnico demuestra una vez más que no existe ningún tipo de investigación —como ellos afirman—, dado que su intención no es informar a la población, sino al contrario, confundirla y lanzar cifras equivocadas con intenciones políticas antes que académicas.

También es importante señalar que para conocer las cifras de la deuda pública en Bolivia no es necesario realizar una investigación profunda, dado que la información tanto de la deuda pública externa, la deuda pública interna como su consolidación son publicadas de forma recurrente por instancias como el BCB y el Ministerio de Economía y Finanzas Públicas.

En efecto, para realizar un cálculo correcto se debe recordar el concepto de la “consolidación”, que se refiere a medir únicamente los flujos o saldos de las unidades que conforman la consolidación (sector público) frente a las instituciones fuera de dicha cobertura (sector privado). Así, la deuda pública total se ubica alrededor del 46% del PIB, y se encuentra en un nivel sostenible y por debajo de los umbrales internacionalmente aceptados como el Tratado de Maastricht (60%).

Otro “analista” señaló equivocadamente que existe un problema estructural de la deuda pública, la cual afecta al déficit fiscal, olvidando que este último indicador disminuyó gradualmente de 12,7% del PIB en 2020 (durante el gobierno transitorio) a 9,3% en 2021 y a 7,1% en 2022, atribuido a los mayores ingresos tributarios ante un mayor dinamismo de la actividad económica y control del gasto, a pesar que en 2022 los gastos destinados a las subvenciones se incrementaron significativamente.

Pese a esto último, el balance fiscal corriente mostró una recuperación favorable, dado que después de alcanzar la cifra más elevada de la historia de -6,1% del PIB (2020), ésta fue descendiendo paulatinamente a -1,8% en 2021 y a -0,2% en 2022, en medio de un contexto internacional desfavorable.

Por otro lado, es de conocimiento que el reciente endeudamiento público fue destinado principalmente a la inversión pública, que se traduce en un mayor número de obras en áreas de infraestructura, productivo y sociales a fin de atender a las demandas sociales de las diferentes regiones del país, como ser caminos, puentes, instalaciones de gas domiciliario, construcción de unidades educativas, de hospitales, de sistemas de riego, alcantarillado y varios proyectos productivos, entre otros.

Hoy en día, muchas regiones necesitan de estas obras; sin embargo, extraña que algunos asambleístas de las cámaras de Diputados y de Senadores desconozcan esto y limiten la aprobación de créditos externos con fines políticos, lo que afecta el avance de varios proyectos que son en beneficio de las regiones que ellos mismos representan.

(*) Angel Rafael Surco Chuquimia es economista

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Educación y salud

Se contribuyó en mejorar el acceso y la atención médica a la población con el Seguro Único de Salud (SUS)

Ángel Surco Chuquimia

/ 5 de septiembre de 2023 / 08:45

La educación y la salud son pilares fundamentales en el desarrollo económico de cualquier país, dado que también se constituyen en importantes elementos en el bienestar de la población. En ese entendido, en el artículo 9 de la Constitución Política del Estado (CPE) se establece los fines y funciones esenciales del Estado, destacando, entre ellos, garantizar el acceso a la educación y a la salud, por lo que existe un compromiso constitucional de parte del Estado en estos sectores.

En cumplimiento a este compromiso constitucional, el Gobierno priorizó la asignación de recursos hacia esos sectores, lo cual se ve reflejado en el Presupuesto General del Estado (PGE). En lo que corresponde al sector de educación, el presupuesto destinado pasó del 10% (Bs 21.414 millones) del PGE consolidado en 2019 a un 10,8% (Bs 26.347 millones) para 2023. Estos recursos fueron direccionados a mejorar la remuneración de los maestros dentro del sistema fiscal, al mejoramiento de la infraestructura educativa, así como a la promoción de la educación superior, permitiendo el fortalecimiento del capital humano, y de esa manera, el mejoramiento de la productividad laboral.

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En ese sentido, una de las medidas más importantes implementadas por el Gobierno desde hace varios años es el Bono Juancito Pinto, el cual se constituye en un incentivo económico destinado a reducir la deserción estudiantil. En 2022, el número de beneficiarios de este bono se incrementó en 4,2% respecto a 2019, lo cual generó una importante reducción de la tasa de abandono escolar, del 2,7% en 2019 al 1,9% en 2022. Por su parte, la tasa de asistencia escolar pasó del 92% en 2019 al 94% en 2021.

En lo que refiere al sector salud, el porcentaje del PGE consolidado destinado pasó de un 9,2% (Bs 19.681 millones) en 2019 a un 10,1% (Bs 24.639 millones) en 2023. Gran parte de estos recursos se destinaron a la remuneración de los profesionales en salud, proyectos de inversión, el Seguro Universal de Salud (SUS) y a la implementación del Plan Estratégico de Lucha contra el COVID-19. Este último permitió afrontar la crisis sanitaria vigente en el país desde 2020, dado que se efectuaron importantes acciones como el diagnóstico masivo hasta la administración equitativa y gratuita de las vacunas, con la finalidad de restaurar la normalidad de las actividades económicas.

Además de las acciones realizadas en procura de afrontar la pandemia, se continuó con la implementación de medidas importantes como el Bono Juana Azurduy y el Subsidio Universal Prenatal por la Vida, que están destinadas a madres y niños menores de dos años; tuvieron buenos resultados, y estos se reflejaron en la disminución de la tasa de mortalidad infantil, de 43 decesos en 2005 a 20 decesos en 2021 por cada 1.000 nacidos. También, la tasa de mortalidad materna se redujo de 230 decesos en 2005 a 161 decesos en 2020 decesos por cada 100.000 nacidos vivos. A su vez, la esperanza de vida al nacer se incrementó de 64 años en 2005 a 74 años en 2022, consolidándose como uno de los mayores incrementos de este indicador en la región.

Entonces podemos decir que el Gobierno cumplió con su compromiso constitucional con la población boliviana, al destinar una importante cantidad recursos a los sectores educación y salud. Además de implementar medidas direccionadas a éstos, como los bonos Juancito Pinto y Juana Azurduy, y el Subsidio Universal Prenatal por la Vida, que desempeñaron un papel crucial en el bienestar de la población al prevenir el abandono escolar y disminuir la mortalidad materna e infantil, respectivamente. Asimismo, se afrontó de manera directa y oportuna la crisis sanitaria, y se contribuyó en mejorar el acceso y la atención médica a la población con el SUS.

(*) Ángel Surco Chuquimia es economista

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Los (neo)liberales se alinearon

Esta alineación (neo)liberal no fue casualidad, fue algo planificado (al parecer en el norte)

Ángel Surco Chuquimia

/ 10 de julio de 2023 / 07:37

En las últimas semanas sucedió un fenómeno bastante inusual, pues hubo una alineación, pero no de estrellas, más al contrario, de (neo)liberales. Puesto que, de manera gradual y al parecer “planificada”, los (neo)liberales fueron saliendo a la luz con dos premisas: implantar la idea de que existe crisis en el país y que ellos tienen la “receta” para salir de esta.

Dicha “alineación” comenzó a inicios de junio, con el arribo al país desde Estados Unidos del señor Antonio Saravia, quien ganó popularidad por su vocabulario ordinario e irrespetuoso. Saravia, al estilo rock star, dio una gira por algunas ciudades de Bolivia, implantando la idea que el país está en crisis y que la solución vendría del enfoque (neo)liberal, pero al mismo tiempo, fue preparando el terreno para el regreso de un viejo conocido.

Ese viejo conocido no es más que el mismísimo Goni, actual prófugo de la Justicia boliviana y responsable de la masacre de octubre en 2003 en la denominada “guerra del gas”, la cual dejó como saldo 67 muertos y cerca de medio millar de heridos. De manera desvergonzada, Goni difundió desde Estados Unidos una propuesta denominada La Constitución de Todos que, en pocas palabras, plantea un retorno al tiempo de la República colonial y del neoliberalismo, puesto que tiene como objetivo la privatización de los recursos naturales, además de reducir el rol del Estado en la economía. Algo que también implícitamente el señor Saravia (que había llegado de Estados Unidos) propuso en su “tour por Bolivia”, ¿coincidencia? ¡no lo creo!

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Paralelamente, la fundación Jubileo publicó un documento en el cual también trata de insertar la idea de que “estamos en crisis”, haciendo énfasis en el incremento del gasto público, el déficit fiscal y la deuda, con lo cual asegura que hay un agotamiento del actual modelo económico. En mismo sentido, en la ciudad de La Paz, la fundación Vicente Pazos Kanki, en el lanzamiento de su libro (revista) 2023: Riesgo de crisis cambiaria, planteó la reducción del rol del Estado en la economía, dejar flotar al tipo de cambio (tipo de cambio flexible) y un ajuste fiscal a través de la reducción del gasto público. Estas propuestas las hicieron los expositores, entre ellos Juan Antonio Morales y Samuel Doria Medina, además que al evento también asistió Gonzalo Chávez, quien desde siempre estuvo tratando de implantar la idea de “crisis” y que él tenía la “receta” para contrarrestar aquello.

Algo similar sucedió en Santa Cruz la última semana de junio; la Cámara de Industria, Comercio, Servicios y Turismo (Cainco) realizó el foro “La Bolivia que queremos”, con la participación de expositores pertenecientes a ciertos grupos empresariales, además que contó con la asistencia de Vicente Cuellar y Oscar Ortiz. En dicho foro también se trató de introducir la idea de que “estamos en crisis” y como “receta” plantean el apoyo al sector empresarial privado, en desmedro del Estado, similar a lo que Saravia, Goni, Jubileo y Vicente Pazos Kanki propusieron, ¿coincidencia? ¡no lo creo!

Para cerrar con “broche de oro”, la fundación Milenio sacó su Informe de Milenio sobre la economía de Bolivia 2023 en el cual, al igual que los demás, hizo énfasis en la reducción del gasto público, un supuesto estancamiento de la economía y un mal desempeño del sector externo, por lo que propuso como “receta” evaluar la continuidad del subsidio a los combustibles, de las empresas públicas y dejar operar libremente un mercado paralelo de divisas.

Esta alineación (neo)liberal no fue casualidad, fue algo planificado (al parecer en el norte), con el objetivo de crear “profecías autocumplidas”, la cuales consisten en instalar una idea en la población respecto a “hechos futuros”, generando expectativas que son fundamentales para que estas “profecías” se cumplan. En este caso, la idea que tratan de implantar los (neo)liberales en los bolivianos es que el país está en crisis y que su “receta” es la solución (algo que no es cierto).

Lo cierto es que el Modelo Económico Social Comunitario Productivo (MESCP) sigue vigente, el país no está en crisis y se refleja en los indicadores económicos, como la tasa de crecimiento que fue del 3,5% en 2022, el saldo positivo en la balanza comercial en abril de 2023, la inflación acumulada del 0,8% a junio de 2023, la que se constituye como una de las más bajas de la región, y un nivel de deuda pública respecto al PIB de 29,3% hasta abril de 2023, que es sostenible al estar por debajo de parámetros internacionales.

(*) Ángel Surco Chuquimia  es economista

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