36 días de fracaso y racismo contra el Censo 2024
Una vez finalizada la derrota de los 36 días de “bloqueo y/o autobloqueo” del Comité Interinstitucional de Santa Cruz, contra el Censo de Población y Vivienda programado para 2024, uno puede hacer su propio balance y conclusiones. Hay muchos efectos, incluidas las muertes, atropellos a la libertad de expresión, violaciones a los derechos humanos y una inmensa bronca contra el mundo kolla, sobre todo.
Todas las acciones violentas y delincuenciales del paro fueron ejecutadas por el grupo irregular llamado Unión Juvenil Cruceñista (UJC), que es una muchedumbre de choque racista y amantes de las dictaduras al estilo nazi. ¿Cuándo se desmantelará a este grupo paramilitar irregular? Varios organismos internacionales han recomendado al Gobierno boliviano de la peligrosidad de esta tropa y la urgencia de destruirla. ¿Por qué no se realizan estas acciones?, ¿mucho miedo a la UJC?
Desde la simple lógica uno sabe lo que es ganar o perder. La oposición ultraderechista del Comité Interinstitucional, sus allegados comités cívicos y partidos políticos en el país saben que fueron derrotados en su intento de desestabilizar al Gobierno y generar otro golpe de Estado. Aunque públicamente se manejó todo el discurso de oposición al Censo de Población y Vivienda. ¿Por qué fracasó la intención golpista? Las condiciones no son como las de 2019, aunque se puede hacer otras consideraciones.
Pese a este chasco, aún insisten en afanes desestabilizadores, ahora bajo el argumento de que son “perseguidos políticos” y harán “desacato jurídico” si es que les notifican presentarse en la ciudad de La Paz. ¿Acaso no hubo muertos en los 36 días nefastos? Los culpables por este acto criminal tienen que ser juzgados y sancionados. El espíritu del patrón capitalista a la que apuesta la élite cruceña, hoy representada dignamente por el subgobernador de la provincia Ñuflo de Chávez, Daniel Velásquez, que garrote en mano les azotó a las mujeres ayoreas, porque no obedecían el paro. Además, quiso expulsarles creyéndose dueño de las tierras ancestrales, cuando en el fondo no es más aquel un vil colonizador de los indígenas. Lamentablemente, los admiradores de justicia le sancionaron con “detención domiciliaria”. Cuidado con la insurrección total del pueblo ayoreo, que sería su legítimo derecho a la rebelión, expulsando a los colonizadores como Velásquez y sus seguidores.
El rector de la Universidad Gabriel René Moreno, Vicente Cuéllar, con ínfulas de académico usa un ridículo razonamiento. Dice que presentará a dos millones de ciudadanos como testigos a su favor del acuerdo en el cabildo para pedir que el Censo sea en 2023. ¿Cómo registró a los dos millones de ciudadanos? ¿Cómo testificarán estas dos millones de personas a favor de Cuéllar? Pero cuanta ignorancia del señor rector cuando en la Constitución Política del Estado Plurinacional expresamente se dice en el artículo 11: “Las asambleas y cabildos tendrán carácter deliberativo”, es decir, no son vinculantes y, por lo tanto, no son valederos para el argumento que sustenta Cuéllar.
Indudablemente, el lío sobre el Censo no está zanjado. El razonamiento desde el mundo kolla es muy claro y puede ser muy contundente. El día del Censo, el 23 de marzo de 2024, estar en sus lugares de origen, es decir, el retorno al lugar ancestral. Si se da este llamado conciencial, Santa Cruz se quedaría con un número reducido de habitantes y unos cuantos croatas y de otras nacionalidades. Entonces, ¿Santa Cruz seguiría pensando que tiene más habitantes? Pero si no se diera el acuerdo kolla, valdría la pena saber ¿cuántos kollas existen en Santa Cruz? Y comparar con la población del Comité Cívico. Pues hablar de que son todos cruceños y representan a más de dos millones de personas, es usufructuar el poder a punta de garrote y racismo contra los inmigrantes andinos. ¿Eso es democracia o una forma de camuflar una dictadura patronal?
Qhipa urunakanxa wasitampiwa uñisistuxa khaya karayana jaqinakaxa. Jupanakaxa wali jisk’achistu. Kutkatañasawa uka jaqinakaruxa ¿ janicha?
Esteban Ticona Alejo es aymara boliviano, sociólogo y antropólogo.