No te quedes en casa
Marzo de 2023, tres años después del inicio de la pandemia y todavía se escuchan, en algunas emisoras de radio y en algún canal de televisión, los trasnochados mensajes de “Solo sal si es necesario, evita hacerlo. Quédate en casa”. Aún hay algunos lugares donde detienen a las personas en la puerta y les piden colocarse alcohol en las manos como requisito para ingresar. Todos estos mensajes y acciones traen a la memoria los peores días de la pandemia y el encierro al que fuimos sometidos todos los ciudadanos. Ese aislamiento con restricción en las salidas junto a otras medidas como el uso de barbijo, la distancia entre unos y otros, la inactividad presencial ha causado pánico, estrés, depresión y ansiedad, secuelas que aún están presentes en muchas personas que no logran superar el terror al que han sido sometidas.
Ahora que volvieron los eventos masivos, las clases presenciales, la circulación sin restricción, ahora que desaparecieron los pediluvios, las cámaras de desinfección, los guardias que rocían manos y zapatos con alcohol, ¿no deberían desaparecer los mensajes desactualizados que piden quedarse en casa? No quiere decir que no nos cuidemos, que volvamos al tiempo en el que no nos lavábamos las manos con tanta frecuencia, es una buena costumbre adquirida durante la pandemia que debe mantenerse para siempre. Muchas familias aprendieron a dejar sus zapatos en la entrada de la casa y caminar con medias o pantuflas dentro de ella, es otra medida excelente para no llevar tanta suciedad y contaminación de la calle al interior de las viviendas.
Algo que definitivamente debe quedarse fuera de los hogares es el pánico, el terror que llegaron con el COVID-19. ¿No está llegando una séptima ola? Preguntó alguien a la persona con la que conversaba, el mismo día en el que el Ministerio de Salud anunciaba que pronto se tomarán nuevas medidas frente a la desescalada del COVID-19. La mayoría de la población ha decidido tomar una actitud más serena frente al virus, como lo hizo desde hace tiempo la población a nivel mundial, sabiendo que aprenderá a convivir con esa enfermedad que será como un resfriado y además se la puede combatir con una vacuna.
La pandemia ha destrozado la economía de los países en todos los continentes, ha malogrado la educación, ha debilitado el tejido social, ha dejado al descubierto la debilidad de países ricos, poderosos frente al ataque de un virus desconocido y también ha quedado sentada la posibilidad de encerrar a toda la población y dominarla a través del pánico. Sin embargo, como todo en la historia de la humanidad, luego del espanto viene el tiempo de la calma, de la cura con la alegría, con el abrazo, aunque se sabe que hay muchas otras batallas por librar.
Lucía Sauma es periodista.