Voces

Saturday 27 May 2023 | Actualizado a 14:00 PM

No te quedes en casa

/ 23 de marzo de 2023 / 00:41

Marzo de 2023, tres años después del inicio de la pandemia y todavía se escuchan, en algunas emisoras de radio y en algún canal de televisión, los trasnochados mensajes de “Solo sal si es necesario, evita hacerlo. Quédate en casa”. Aún hay algunos lugares donde detienen a las personas en la puerta y les piden colocarse alcohol en las manos como requisito para ingresar. Todos estos mensajes y acciones traen a la memoria los peores días de la pandemia y el encierro al que fuimos sometidos todos los ciudadanos. Ese aislamiento con restricción en las salidas junto a otras medidas como el uso de barbijo, la distancia entre unos y otros, la inactividad presencial ha causado pánico, estrés, depresión y ansiedad, secuelas que aún están presentes en muchas personas que no logran superar el terror al que han sido sometidas.

Ahora que volvieron los eventos masivos, las clases presenciales, la circulación sin restricción, ahora que desaparecieron los pediluvios, las cámaras de desinfección, los guardias que rocían manos y zapatos con alcohol, ¿no deberían desaparecer los mensajes desactualizados que piden quedarse en casa? No quiere decir que no nos cuidemos, que volvamos al tiempo en el que no nos lavábamos las manos con tanta frecuencia, es una buena costumbre adquirida durante la pandemia que debe mantenerse para siempre. Muchas familias aprendieron a dejar sus zapatos en la entrada de la casa y caminar con medias o pantuflas dentro de ella, es otra medida excelente para no llevar tanta suciedad y contaminación de la calle al interior de las viviendas.

Algo que definitivamente debe quedarse fuera de los hogares es el pánico, el terror que llegaron con el COVID-19. ¿No está llegando una séptima ola? Preguntó alguien a la persona con la que conversaba, el mismo día en el que el Ministerio de Salud anunciaba que pronto se tomarán nuevas medidas frente a la desescalada del COVID-19. La mayoría de la población ha decidido tomar una actitud más serena frente al virus, como lo hizo desde hace tiempo la población a nivel mundial, sabiendo que aprenderá a convivir con esa enfermedad que será como un resfriado y además se la puede combatir con una vacuna.

La pandemia ha destrozado la economía de los países en todos los continentes, ha malogrado la educación, ha debilitado el tejido social, ha dejado al descubierto la debilidad de países ricos, poderosos frente al ataque de un virus desconocido y también ha quedado sentada la posibilidad de encerrar a toda la población y dominarla a través del pánico. Sin embargo, como todo en la historia de la humanidad, luego del espanto viene el tiempo de la calma, de la cura con la alegría, con el abrazo, aunque se sabe que hay muchas otras batallas por librar.

Lucía Sauma es periodista.

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Luchar por salir, luchar por volver

Lucía Sauma, periodista

/ 18 de mayo de 2023 / 08:27

Si por algún motivo tienen necesidad de pedir una visa a España, sería bueno que tengan en cuenta que la solicitud la deben hacer al menos cuatro meses antes, porque las citas para la entrevista, requisito indispensable, marcan full (lleno) hasta agosto por lo menos. Son demasiadas las solicitudes, muchos los requisitos y la oficina que se encarga de este trámite está terciarizada, se trata de una empresa privada hermética que realiza el trámite de forma electrónica y nunca atiende el teléfono. Es el primer paso fronterizo invisible para desanimar a quien tenía previsto viajar, sea por necesidad de trabajo, turismo, visita a familiares o amigos, por lo que sea, el motivo no interesa.

A pesar de estas barreras, los que están decididos a ir las vencen a costa de cualquier esfuerzo. Hay un albur mágico que los encandila y están resueltos u obligados a hacerlo. Quienes van por trabajo, generalmente un empleo precario aunque con buena paga, esperanzados, van a cuidar ancianos, niños, enfermos y muchos a cultivar el campo con cultivos desconocidos para ellos, como el olivo o la uva.

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Cuando logran llegar y realizar las tareas de tan anhelado empleo se empeñan en cumplir, en trabajar más allá de lo que les piden, “son trabajadores los bolivianos, aunque les gusta mucho la fiesta“, comenta un granadino conocedor de los compatriotas que trabajan en albañilería. Reciben su salario, se quedan con un poco, lo que les sirve para sobrevivir y el resto lo envían, aunque ahora tienen en contra la duda de saber si sus familiares recibirán el dinero en euros o tendrán que aceptar un cambio menor.

Después de un año o dos, quienes se fueron luchan por volver, allí terminó el tiempo de siembra y cosecha, en Bolivia tienen hijos, padres, hermanos que se enfermaron, que los extrañan, que los reclaman porque los necesitan. Llegan, cuentan que aprendieron mucho, que se gana buen dinero, pero no pudieron quedarse porque las condiciones no eran las que habían soñado, porque la soledad les corroía. Es la historia de siempre luchar para ir, luchar para volver. “Allí no somos nadie, aquí está mi familia, aquí no estoy solo”, dicen los testimonios de quienes volvieron.

Por las filas frente a algunas embajadas se percibe una nueva corriente de bolivianos que están buscando salir del país para vender su fuerza de trabajo, su creatividad y sus sueños en otros lugares. Luchan para salir, también lucharán para volver.

(*) Lucía Sauma es periodista

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Migrantes a la deriva

Lucía Sauma, periodista

/ 4 de mayo de 2023 / 08:29

La migración en Sudamérica se está convirtiendo en un problema que crece día a día. Desde hace unos años Chile pasó a ser un país codiciado por venezolanos, colombianos, ecuatorianos y haitianos. Lucharon para llegar a Chile, fueron víctimas de traficantes que les cobraron mucho dinero por hacer posible su anhelo. Varios utilizaron a Bolivia como país de paso para que cruzaran la frontera. Los que consiguieron su propósito vivieron, mendigaron en las calles de Santiago y otras ciudades chilenas, trabajaron en lo que pudieron, en oficios legales y otros no tanto, los acusaron con razón y sin razón de llevar delincuencia, prostitución e inseguridad ciudadana. Un gran número de ellos encontraron sustento escarbando en las montañas de ropa usada que se acumula en el desierto de Atacama, proveniente de Europa y Estados Unidos, allí cientos de migrantes murieron en su intento por mejorar sus condiciones de vida.

Los países que se convierten en objetivo para los migrantes, generalmente no quieren recibirlos, cuando lo hacen es por un corto tiempo, en el que les sirven como mano de obra barata. Ingresaron sin papeles, sin previo contrato de trabajo, con familia que mantener, sobre todo con hijos pequeños, así pasan a ser presas fáciles de abuso y explotación. Las mujeres son las que primero se insertan en las áreas de servicio doméstico sin reglas, sin horarios, sin salario a cambio del techo y comida, hasta que el  país que parecía acogerles, se incomoda y teniendo el sartén por el mango inicia sus estrategias de expulsión quitándoles los ingresos que recibían, obstaculizando su legalización, visibilizando a quienes se dedicaron a la delincuencia, generalizando a todos los migrantes como responsables de la inseguridad.

En febrero de este año, Chile desplegó militares para resguardar sus fronteras con Bolivia, para impedir, o al menos controlar, el paso de migrantes. En la localidad de Colchane, la frontera con Bolivia, se ve una zanja de 600 metros que fue construida por el gobierno del presidente Sebastián Piñera para impedir el paso de las bandas de contrabandistas y narcotraficantes, sin embargo, ellos mismos se encargaron de construir puentes para seguir circulando por esa ruta que es usada por venezolanos y colombianos para cruzar desde Bolivia y llegar a la pregonada estabilidad chilena, que al parecer ha tomado medidas más radicales y está dispuesta a librarse de tanta visita inesperada o no deseada.

No podemos taparnos los ojos y pretender que no estamos frente a un problema migratorio que va en aumento. Los problemas económicos, sociales y políticos de países como Venezuela, Haití, Ecuador y Colombia nos han convertido en un momento en destino, pero sobre todo en lugar de paso. ¿Qué políticas se están adoptando? ¿O no hay ninguna?

(*) Lucía Sauma, periodista

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Madre a los 12

/ 20 de abril de 2023 / 02:10

“Como municipio vamos a hacerle un acompañamiento terapéutico continuo para que asuma ser madre y además pueda desarrollar sin ningún problema su preadolescencia”, son las palabras de una autoridad municipal de Cochabamba luego de que se conoció que una niña de 12 años, violada por su padrastro, dio a luz a un bebé. Antes, la misma autoridad, ya había manifestado lo gratificante que fue para las autoridades municipales que la niña haya desarrollado un lazo maternal, porque “no hay nada más trágico que una violación (sea) seguida de un aborto o un rechazo de la madre a su bebé”.

Esas afirmaciones son una tragedia en sí misma al reflejar la inconsciencia, la indefendible idea de que una niña violada asuma las enormes responsabilidades, los traumas psicológicos, los enredos sociales de una maternidad forzada, tras ver sometido su cuerpo, su mente y su espíritu de niña a semejante estrés. Ninguna niña debe ser madre.

Luego salieron las estadísticas que dan cuenta de alrededor de 100 embarazos diarios de niñas y adolescentes menores de 14 años en Bolivia. Esto es muy preocupante, peor aún cuando más de la mayoría son producto de violaciones, a niñas muy pequeñas, de siete, nueve, diez, once años, cuyos agresores son sus padres, padrastros, tíos, primos, adultos cercanos que viven con ellas, a los que les tienen confianza. Ellas callan frente a las amenazas que les obliga a mantener silencio, les han dicho que matarán a sus hermanos menores, a sus padres, a ellas mismas.

Son niñas, algunas bebés que terminan con el cuerpo partido, destrozado. Si logran sobrevivir deben aguantar males de por vida, daños psicológicos irremediables. Cien embarazos diarios es una epidemia que no solo significa un mal físico, es una enfermedad mental que ataca a hombres adultos para convertirlos en agresores que no respetan los cuerpos de niñas y adolescentes, hombres que actúan como bestias. Según datos de la Fiscalía en 2021, al menos hay cinco violaciones a niñas y adolescentes por día, y volvemos a la llamada de atención: estos son los casos que se conocen, pero hay muchos más que quedan ocultos.

Algunos casos se hacen públicos por denuncia de la Defensoría de la Niñez y Adolescencia, otros casos se conocen por el personal médico que atiende a la menor, pero son muchos más los que quedan en las sombras. Dan a luz a bebés que terminan en el abandono, madres niñas que no entienden qué les pasó, qué vendrá más adelante. ¿Cómo aceptar lo inaceptable? Después que una niña da a luz, el bebé fruto de una violación, ¿podemos afirmar que ambos están en perfecto estado de salud?

Lucía Sauma es periodista.

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Polarizados

/ 6 de abril de 2023 / 01:33

Desde el inicio de la historia de la humanidad, la lucha por imponer el pensamiento único ha generado todo tipo de irracionalidades, persecuciones, crímenes. Hipatia, una matemática y astrónoma griega de los albores del siglo V d.C., murió en manos de una turba de cristianos exaltados que la descuartizó por defender la tolerancia y la racionalidad, dos de los grandes enemigos de la ignorancia y la estupidez. A esta saga habría que aumentar la falta de debate, que ha sido reemplazado por una epidemia de la que estamos padeciendo en la sociedad boliviana: la polarización, que no es ni mucho menos un escenario donde se busque racionalmente la explicación y construcción de argumentos para convencer sobre la conveniencia o inconveniencia de la toma de decisiones por el bien común, todo lo contrario, esa polarización es absolutamente irracional, tanto como la turba que asesinó a Hipatia, porque no debate, insulta; no argumenta, miente; el objetivo de los bandos enfrentados es únicamente imponerse a cualquier costo.

La falta de debate con argumentos válidos, racionales, sólidos, sin falsedades, nos está llevando a la más extrema intolerancia de un lado y del otro. Es el tira y afloja sin salida, sin lógica, es la inutilidad, el vacío. La polarización no permite el diálogo, no está en su interés llegar a consensos por mínimos que sean porque se alimenta de la terquedad sin fundamento. ¿Por qué hay temor a debatir ideas? ¿Quizás porque no hay juicios razonables? ¿Quizás solo se quiere generar malestar para obtener réditos particulares?

En los medios de comunicación, la polarización se nutre de las medias verdades. Los titulares pueden asegurar una mentira que no tiene ningún respaldo o simplemente decir todo lo contrario en el desarrollo de la información. La búsqueda de la verdad en tiempos de polarización es un sinsentido, está fuera de moda, cada polo la ha declarado muerta por incómoda.

La polarización ha encontrado sus grandes aliadas en las redes sociales, que se han convertido en fuente de información a sabiendas de su apego a la falsedad, su encantamiento por el rumor, su permanente entusiasmo por el escándalo y su irresponsabilidad ante las consecuencias de su constante insensatez.

Aunque los polos enfrentados digan defender la democracia, lo que hacen es destruirla. Finalmente, los ciudadanos comunes y corrientes miran de palco cómo se sacan trapos al sol, se amenazan, se insultan y agreden. Lo malo es que los ciudadanos no quedan intactos, les llegan los golpes, los escupitajos, los insultos. Hay un punto en el que todo esto se revierte, la gente percibe, se reciente, se enoja.

Lucía Sauma es periodista.

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Otras mujeres

/ 9 de marzo de 2023 / 02:06

Unas son del altiplano, son aymaras, deben defender sus cultivos de papa, haba, oca, de las heladas y las sequías. Las otras son de la Amazonía, son tacanas, las inundaciones pueden terminar con sus cultivos de asaí, copuazú, o las sequías pueden ocasionar una baja producción de castaña, su principal cultivo. Son mujeres productoras, la mayoría de entre 28 y 40 años, son madres solteras, jefas de hogar, decididas a salir adelante con su familia y sus comunidades.

Ellas no se conocen, ni saben de sus realidades tan parecidas y tan distintas al mismo tiempo, tuve la suerte de convivir con ellas en sus propios espacios y escuchar el relato de sus vidas en medio de sus campos, con sus propios colores, las del altiplano cubiertas con todos los tonos de tierra, estirando la manta hasta la quijada para que el frío no les llegue. Las del trópico, de encendidos colores, rodeadas de verde, hablan golpeando en el aire para impedir que los cientos de bichitos se deleiten en sus brazos.

Se nota el liderazgo que ejercen como concejalas, representantes de sus organizaciones, de sus redes de productoras. Para ninguna de ellas, ni las del frío ni las del calor fue fácil cumplir con su derecho a la educación. La mayoría terminó primaria y tuvo que esperar que sus hermanos varones salgan bachilleres y vayan al cuartel para que ellas continúen sus estudios, aunque la mayoría no volvió a las aulas.

Las que salieron bachilleres, tuvieron que realizar grandes esfuerzos para conseguirlo, no había CEMA (educación alternativa y especial), escuché cómo una de ellas reunió 40 integrantes para que funcione uno de estos centros. En su recorrido por las comunidades reclutando a los futuros estudiantes conoció todo tipo de historias, esa experiencia la llevó a ser concejala. Es alucinante escuchar que en algunos de los municipios del trópico hay dos aulas: una para primaria y otra para secundaria, por tanto, dos profesores que dan clases de todas las materias y ciclos dividiendo a los estudiantes por días o por horas.

Estas mujeres, las del frío y las del calor, almacenan saberes que hacen posible seguridad alimentaria en el país, recuperan variedades de papa que estaban en extinción, siembran verduras que van directamente a las mesas familiares, seleccionan plantas medicinales, las otras en cuanto termina la época de recolección de la castaña continúan su trabajo en sus chacos, siembran y cosechan yuca, arroz, plátano, crían a sus animales, pescan en sus ríos, se curan con plantas cuyos nombres son desconocidos para los occidentales. Todas ellas hacen posible que la tierra produzca, se esfuerzan a diario para transformar los frutos de la tierra en alimento que reproduce la vida.

Lucía Sauma es periodista.

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