Paola, Esther y Zacarías son profesionales de la salud que todos los días se desplazan en centros de salud de Tupiza, Camiri y El Alto para visitar a sus pacientes, mujeres embarazadas de diferentes edades que han encontrado en estas enfermeras y enfermeros obstetrices servidores públicos de salud cualificados, y personas de confianza con quienes iniciar un lazo que se extiende a los controles posnatales. Muchas de estas enfermeras han participado con la madre en la elección del nombre del bebé, recuerdan con claridad la hora y el peso del recién nacido y durante su recorrido diario en las comunidades, se dan tiempo para saludar a los niños que acompañaron desde el vientre.

Existen numerosas razones por las cuales las mujeres embarazadas no acuden oportunamente a un centro de salud para realizar los controles prenatales, como largas distancias o barreras culturales y lingüísticas que se traducen en temor, desconfianza y la decisión de evitar las consultas con los servicios de salud.

Complicaciones durante el embarazo o el parto pueden ser detectadas a tiempo; el uso temprano y periódico de los controles prenatales puede evitarlas. Las enfermeras obstetrices están capacitadas para brindar diagnósticos clínicos, supervisar tratamientos y para considerar el entorno de la paciente. En ocasiones, que una mujer viva sola y en zonas alejadas puede convertirse en un riesgo mitigable con un seguimiento sistemático.

Servicio de salud de calidad no es solo equipamientos modernos, infraestructuras y tecnología de punta. Si bien eso es importante, es esencial también la formación y el trato del personal, la adecuación cultural en consideración de la población a quien sirve y el cumplimiento de normas y guías clínicas de atención. En el caso de las enfermeras obstetrices, trasladar parte de la atención de las pacientes al domicilio forma parte de esta accesibilidad. La mortalidad materna sigue siendo un problema de salud pública que afecta a todos los países del mundo en alguna medida. Datos de la Campaña Cero Muertes Maternas, una iniciativa interagencial, revelan que casi 8.000 mujeres murieron anualmente entre 2015 y 2020. En Bolivia y otros países de Latinoamérica y el Caribe, una mujer muere cada hora a causa de complicaciones en el embarazo, parto y posparto. Sin embargo, nueve de cada 10 muertes maternas son evitables.

El Banco Interamericano de Desarrollo viene apoyando al Ministerio de Salud y Deportes de Bolivia desde 2019 con financiamiento y asistencia técnica en su lucha por seguir reduciendo los niveles de mortalidad materna a través del Programa de Mejora en la Accesibilidad a los Servicios de Salud Materna y Neonatal, que financia la expansión de la atención hospitalaria y la implantación de la línea de Cuidados Obstétricos y Neonatales Esenciales (CONE) como principal estrategia de reducción de muertes maternas y neonatales.

En estos años se han fortalecido 15 redes de salud que presentaban índices elevados de mortalidad materna, introduciendo el personal adicional de las enfermeras obstetrices capacitadas para la captación oportuna y el control de embarazadas en sus comunidades, aplicando metodologías de Mejora Continua de la Calidad que incentivan la aplicación correcta y permanente de normas y guías clínicas, y fortaleciendo sistemas y procesos que impactan en la mortalidad y morbilidad. Se estima que esta intervención alcanza a 567.374 mujeres en edad fértil.

En el Día Mundial de la Salud, en este viaje de lograr “servicios de salud de calidad para todos”, desde el BID reforzamos nuestro compromiso con la salud materna y neonatal, reconocemos a Paola, Esther y Zacarías y todo el personal de salud que camina largas distancias con dedicación para llegar a viviendas alejadas y hacemos un llamado a redoblar los esfuerzos necesarios para garantizar el acceso a salud de calidad para todas las personas y en el ciclo de vida.

Francisco Ochoa es especialista senior de la División de Salud y Protección Social del BID en Bolivia.