Recuperación difícil e inflación persistente
El último informe del FMI de abril sobre las perspectivas de la economía mundial, es muy similar a sus informes anteriores, con pequeños ajustes de entre -0,2 y 0,2 puntos porcentuales sobre sus proyecciones de crecimiento mundial, de los países avanzados y las economías emergentes y en desarrollo. Su mensaje central es que la inflación se está desacelerando poco a poco, pero el crecimiento económico se mantiene en niveles históricamente bajos y los riesgos financieros han aumentado.
El informe enfatiza que la recuperación de la actividad económica es difícil, escarpada y que está en un “punto del ciclo contractivo” donde cabría esperar más indicios de moderación en el producto y el empleo. En cambio, si bien la inflación ha disminuido, sique siendo persistente debido la inflación subyacente, que no toma en cuenta los precios de los alimentos y combustibles.
La realidad que no resalta con sus propias cifras es el de la estanflación, puesto que solo prevé que las economías avanzadas experimenten una desaceleración del crecimiento especialmente pronunciada, desde 2,7% en 2022 a 1,3% en 2023. Es así que de los países avanzados del Área del Euro, Alemania, que en marzo de 2023 estaba con una inflación del 7,4%, entraría en recesión este año junto con el Reino Unido y Suecia, que a marzo de 2023 estaban ya con una inflación superior al 10%. El Área del Euro, que está con una inflación del 6,9% a marzo, estaría en 2023 con un crecimiento del 0,8% junto con Suiza (que está con inflación de 2,8% a marzo). Para Dinamarca (que estaba con un 6,75 de inflación a marzo) prevé crecimiento cero.
El FMI no muestra directamente las causas que llevaron a la economía mundial a esta situación de crisis, y solo menciona de refilón que “Las perspectivas son de nuevo inciertas, rodeadas por las turbulencias del sector financiero, la elevada inflación, los efectos desatados por la invasión rusa de Ucrania y los tres años de COVID-19”. Es así que no aparece el factor determinante como la fuerte alza de las tasas de interés.
En cuanto a las medidas para enfrentar la crisis se centra en la inflación y después en las perturbaciones financieras para recomendar que “podría requerir una contracción de la política monetaria mayor o más prolongada de lo previsto actualmente”.
En el caso de la región de América Latina y el Caribe señala que si bien en 2022 el crecimiento de la región ha sido más firme de lo esperado, 2023 se caracterizará por una desaceleración económica, mas no una recesión, con excepción de Chile. Proyecta que el crecimiento se desacelerará de un notable 4% en 2022 a 1,6% este año.
Destaca que pese a la acción oportuna de los bancos centrales de la región, la inflación se ha mantenido elevada. Sin embargo, cabe recordarle al FMI que los bancos centrales de la región subieron incluso más rápido y a niveles más elevados sus tasas de política monetaria, que están en 11% en promedio, muy por encima del 3,8% en promedio en los países avanzados. La inflación en 2022, en promedio, estuvo por el 8,5%, pero con registros de Chile y Colombia por encima del 10%, sin contar el caso de altísima inflación de Argentina.
Es así que preocupa lo que el FMI llama los “desafíos para la política económica”, para bajar la inflación se necesita una orientación sostenida de política monetaria restrictiva y que ahora, la novedad del año, la política fiscal debe asumir una parte mayor de la carga, aunque con un poco de culpa de conciencia alerta que “esto puede resultar difícil en vista de las continuas tensiones sociales”.
Llama la atención que las recetas del FMI sigan siendo las mismas sin tomar en cuenta el contexto de las crisis, sus causas, sus características y sus efectos. Si esto fuera verdad, ya no se necesitarían sus famosos informes, que no varían ni de forma ni de contenido, aunque su directora-gerente recite palabras de Mandela sobre las colinas y la dificultad de subirlas y que después de una colina hay otra que sigue. En cambio, en la discusión académica y dentro del mismo FMI hay importantes cambios en los enfoques de la política fiscal y política monetaria que no han arribado a los niveles de decisión y ejecución y terminan en unos papeles de política (policy papers).
Gabriel Loza Tellería es economista, cuentapropista y bolivarista.