Voces

Friday 14 Jun 2024 | Actualizado a 06:11 AM

¿Tormenta perfecta?

/ 23 de julio de 2023 / 00:11

El 2023 debió/pudo ser el año de la reforma judicial en Bolivia. O al menos para generar condiciones que conduzcan a la reforma. No lo será. Primero porque fracasó la interesante propuesta impulsada por los juristas de oposición. No habrá, pues, reforma constitucional. Pese a la desconfianza mayoritaria en el sistema, ni siquiera hubo debate. Concurrieron barreras normativas y trabas burocráticas, baja credibilidad de los promotores, politización de la iniciativa…

Y segundo porque, considerando tiempos e intereses, nos encaminamos al naufragio de las Elecciones judiciales. El proceso debió ser convocado en mayo, pero está congelado. Y puede postergarse sine die: sea por argucia del TCP, sea por veto opositor a los dos tercios en la ALP para la selección de postulantes. Así, en lugar de nuevas autoridades electas, habrá interinatos. Cuando despertemos, la degradada administración de (in)justicia todavía estará allí.

¿Qué nos espera el 2024? Si asumimos que no hay movilización ciudadana por la cuestión judicial, el próximo año el núcleo de conflictividad podría radicar en el Censo de Población. No tanto en su realización, sino en torno a sus resultados. La crónica, bandera federalista en mano, está anunciada: rechazo a los datos (“fraude censal”) con querella por la redistribución de recursos y la reconfiguración de escaños. Y, claro, renovada guerra sucia contra el padrón electoral.

Veamos el campo político, sobrecargado por la disputa interna en el MAS-IPSP. ¿En qué terminará su congreso orgánico? ¿Acuerdo procedimental, empantanamiento hasta las Primarias, implosión? Es un factor decisivo para la gobernabilidad. Mientras tanto, el paisaje opositor deambula entre la retórica de unidad y la práctica de fragmentación. Incluidos curiosos juntes y “nuevos” proyectos con propuesta regresiva y jefe con prontuario político que ni siquiera aguanta una entrevista periodística.

Y está la economía, por supuesto. Más allá de percepciones (en la opinión pública, en los liderazgos) que expresan creciente pesimismo, los números son inciertos. ¿Cuán sostenible será el “bicicleteo” para garantizar el mínimo requerido de liquidez de divisas? ¿En cuánto tiempo los cuantiosos recursos de litio se convertirán en reservas para reemplazar a la economía (más allá) del gas? Hay desfase. Y desequilibrios. Pero también colchones. Las expectativas importan.

¿Estamos ante una tormenta perfecta como preludio de un incierto/terrible nuevo ciclo electoral 2025-2026? No es para tanto. Más bien creo que seguiremos en la kamanchaka (Calderón dixit), remando en medio de la niebla. Navegar es necesario, ya se sabe. Vivir también.

FadoCracia independiente

1. Para ser un medio “independiente” no basta con proclamarlo. Hay que tener recursos (la independencia es pudiendo, como diría el Mosquito). Así no pides de comer al que toca morderle la mano. 2. También podrías asumir una definición laxa: “medio independiente es todo aquel que no es dependiente” (ufa). O eximirte: no ataco frontalmente al gobierno, muestro sus fallas. Así de sencillo. 3. La propia definición te pone en evidencia. Amigo date cuenta: estás operando desde el campo de la oposición. Aunque te salga espuma cuando te lo dicen. 4. ¿No eres opositor, sino un “medio crítico”? Ya es ganancia y está bien. Siempre y cuando seas coherente. 5. Si titulas “fuego cruzado” donde hubo masacre, no eres independiente, ni crítico, sino funcional al régimen. O mal periodista. 6. Así, por más que tu compadre verificador acuda en tu auxilio, continuarás siendo un medio opositor. Y es legítimo además de necesario. Pare de sufrir. El espejo, como los archivos, no mienten. 7. Ah, qué lindo sería si los fieles lectores pagaran por tus contenidos en lugar de comerse sus dos marraquetas diarias.

José Luis Exeni Rodríguez es politólogo.

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¿Elecciones en riesgo?

/ 9 de junio de 2024 / 00:04

A quemarropa: ¿las próximas elecciones están en riesgo? No hablo de las elecciones (per)judiciales, bloqueadas por mano del consorcio TCP-operadores políticos del Ejecutivo. Tampoco me refiero a las primarias para binomios presidenciales que, en el actual escenario, parecen inviables (e inútiles). La duda tiene que ver con las elecciones generales. Nada menos. En otros términos: ¿se posesionará, el 8 de noviembre de 2025, el nuevo binomio presidencial electo?

Semejante pregunta, en sí misma, es escandalosa. La realización periódica de elecciones para renovar el mandato de autoridades, en fecha cierta, no debiera estar, bajo ninguna circunstancia, en duda. Pero empieza a circular, sea como denuncia, sea como tentación, en algunos patios interiores. De un lado, quienes alientan el colapso para adelantar los comicios; del otro, los que tejen la parálisis decisoria para postergar, sine die, la votación. Es obsceno.

A reserva de lo que suceda con las inciertas elecciones judiciales, que deben realizarse este año, y las primarias, que podrían quedar en suspenso, la certidumbre sobre las elecciones generales es una condición democrática ineludible. Sin judiciales, se magulla el Estado de derecho. ¿Y sin primarias? Solo se relega, como en 2020, la democracia interna en los partidos. Pero la pretensión de alterar los comicios 2025 implica cruzar una línea roja antidemocrática.

¿Cómo se pondrían en riesgo las elecciones generales? ¿Qué impediría su realización en agosto con previsión de segunda vuelta en octubre? Por tratarse de un proceso de mandato fijo, la convocatoria corresponde al TSE. No depende, pues, de la voluntad o veto de los otros poderes del Estado. Hay que anular, entonces, al garante de los comicios. Se lo puede hacer con sentencias constitucionales a la carta. O peor: detonando una crisis en el Órgano Electoral. Sería terrible.

Así las cosas, el imperativo común es blindar el sistema electoral y, en especial, su institucionalidad. Ello supone asumir que el TSE es la última instancia decisoria en materia electoral. No caben magistrados ni jueces fallando sobre partidos, candidatos, elecciones. Se requiere asimismo allanar el camino hacia los comicios 2025, empezando por las primarias y la redistribución de escaños. Y despejar falacias sobre asuntos como el padrón, objeto recurrente de guerra sucia.

En democracia, las urnas son la fuente de legitimidad de gobernantes y representantes electos. En nuestra democracia con huecos, las urnas evitaron coyunturas críticas o permitieron superarlas por cauces pacíficos e institucionales. Ni derrocamientos, ni autoprórrogas, ni suprapoderes, ni autoproclamaciones. Hay que votar en agosto de 2025.

FadoCracia fumigadora

1. La A-Ele-Pé, ese órgano del poder público hoy en discordia, casi fue fumigada. Se trató de un operativo súbito para desinfectar sus ambientes. Había que “prevenir enfermedades estacionales respiratorias” (sic). 2. El jueves pasado, también, hubo mantenimiento, previo corte, de luces, ascensores y sonido en el hemiciclo. Y hasta cerraron puertas. Había que impedir la sesión del pleno de la Asamblea. 3. A la velocidad de la luz (de la sombra, más bien), el mismo día, el TCP emitió un auto constitucional declarando nula toda acción del presidente en ejercicio de la Asamblea. Los magistrados saben para quién trabajan. 4. Ni humo, ni candados, ni notificaciones lograron bloquear la sesión. Hubo quorum. Y en dos horas se aprobaron varias leyes engavetadas durante meses. 5. Las normas sancionadas fueron al Ejecutivo para su promulgación. Seguramente Lucho las derivará… ¡al TCP! ¿Alguien duda sobre lo que decidirán los autoprorrogados respecto a su cesación? 6. La A-Ele-Pé será fumigada. Esta vez en sus cimientos. 7. Y el nuevo (des)orden constitucional “volverá y será millones”. Como el tomate.

José Luis Exeni Rodríguez es politólogo.

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‘Hoy estamos de ñañas’

/ 26 de mayo de 2024 / 00:27

El “periodista” bunkero, hoy devenido en precandidato, retrató bien el camino de unidad de la oposición política (Opopo). En conferencia de prensa, junto con otros dos precandidatos, confesó: “Al comienzo Amparo y yo chocábamos todo el día. Hoy estamos de ñañas” (tomados de la mano, sonrientes). ¿Cómo se logra tan veloz alianza entre enemigos íntimos? Hay peores. La unidad del campo opositor para las elecciones generales 2025, hasta hoy fallida, merece mejor suerte. Y rumbo.

Si no han surgido nuevos nombres en los últimos días, a la fecha cuentan 17 aspirantes (16 hombres, una mujer) a la presidencia desde la Opopo. 17 precandidatos, nada menos, la mayoría sin partido político ni calle que los postule. ¿Es posible que, por algún sortilegio, concurran a las urnas en una candidatura única? ¿Es deseable? Estos políticos y sus operadores mediáticos tienen criterios distintos. Unos creen en el “voto unitario”, otros pregonan el “voto útil”.

¿Qué tienen en común los precandidatos Opo? ¿Cuál es su oferta electoral detrás de la retórica de “una nueva República”? O mejor: ¿para qué quieren unirse? “Para sacar al MAS del poder”. Vaya plataforma programática. Es menos de lo mismo desde hace tres lustros. En palabras más toscas, al estilo del precandidato libertario que habita en X: “Cada quien vende su charque. El que gana es candidato único de oposición y el resto se baja. Punto”. Charques eran los de antes.

Sobran precandidatos, hay narrativa de unidad, está el norte anti-MAS. ¿Cómo elegir, si acaso, al candidato único de la Opopo? En la metodología está el gusto. Hay tres propuestas: encargar una encuesta internacional, organizar por cuenta propia unas preprimarias o fabricar tres sucesivas encuestas nacionales (que vayan filtrando nombres). Antes y/o en medio tendrían debates públicos. Y que la ciudadanía, cuyas preocupaciones están lejos del prematuro discurso, decida.

El problema de la unidad Opo rumbo a los comicios 2025 (como sucedió en 2009, 2014, 2019 y 2020) es que el candidato que figura con mejores chances de voto no tiene ningún incentivo para integrar una juntucha de opositores menores. No le interesa. Ni le sirve. Leamos a la manfredumbre: “He tomado la sensata decisión de no ser parte de reuniones, coaliciones o firmas de pactos políticos”. Dice que no caerá en la tentación de electoralizar el país, aunque esté en modo campaña.

¿Basta estar de ñañas para conformar un frente de unidad de la Opopo? ¿Al menos para tener un frente amplio? No, no basta. Tampoco es suficiente que cada precandidato “venda su charque”.

Ni que los políticos tradicionales y/o “emergentes” se reúnan en Washington. Les va mejor chocando.

FadoCracia izquierdista

1. La derecha mediática está preocupada. Y asaz confundida. Proclama alborozada el hundimiento del MAS-Titanic (sic), pero deambula afligida porque “las pequeñas oposiciones” no están logrando el añejo sueño de unir a LA oposición. 2. Sus embrollos son penosos. Para empezar, supone tosca que el MAS “es LA izquierda” (única, inequívoca). No concibe que se pueda ser de izquierdas sin habitar en el masismo. 3. Y, demostrando que continúa sin entender nada, cree que “este tiempo del naufragio del MAS” (recontra sic) implica la clausura del horizonte emancipador en el país. Es lo que sueña/quisiera. 4. La diminuta derecha mediática, experta en penduleo, jura que rompiendo el termómetro bajará la/su fiebre. Desmontar es la consigna. 5. Ya he retratado a quienes, con la edad, vergonzantes, se convierten en viejos de mierda. Otros, está visto, son más precoces: llenos de espuma, arrepentidos, fachos. 6. Hay Rojitas-Rojas que debieran apellidar Amarillos: ni fríos ni calientes. Tibios vomitados de todas las bocas. 7. Navegamos, Maga. Que los piratas, esos, sigan pontificando.

José Luis Exeni Rodríguez es politólogo.

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‘El MAS es nuestro’

/ 12 de mayo de 2024 / 00:54

En una historia de vida publicada en 2015, la entonces ejecutiva de la Federación Departamental de Mujeres Campesinas Indígenas Originarias de Tarija “Bartolina Sisa”, sintetizó en una expresión la esencia del MAS-IPSP. “¡No somos del MAS, el MAS es nuestro!”. Otras historias de vida y conversaciones con dirigentes campesinos e indígenas reafirmaron esa cualidad: el MAS, partido, pertenece a las organizaciones sociales, que lo fundaron como instrumento político.

La citada expresión, que da título al libro (CIS-PNUD-PIEB), corresponde a Julia Ramos, quien en su condición de bartolina fue diputada durante el primer gobierno de Evo Morales y luego su ministra. “Nosotros nos hemos criado, no es un partido político, es un instrumento que nos permite llegar con nuestros candidatos y candidatas al gobierno”, dijo entonces Ramos, que el pasado domingo fue designada vicepresidenta del MASIPSP en el encuentro de la facción luchista.

Si asumimos que el MAS, partido, es de las organizaciones sociales, como IPSP, la pregunta ahora es más complicada: ¿a quién pertenecen las organizaciones matrices? ¿Quién es “dueño” de la CSUTCB, las Bartolinas, los interculturales? (ni hablemos de la Cidob y el Conamaq). ¿Qué intereses promovieron su cooptación, su fractura interna entre los “leales” al candidato EMA y los “afines” al candidato LAC? ¿Quiénes, en fin, obraron la implosión del instrumento político?

“El MAS es nuestro”. Está muy bien. Hoy la disputa, en medio de los fallidos intentos de convocar un congreso del partido-instrumento político, ha trastocado la expresión: “Las (verdaderas) organizaciones matrices son nuestras”, dicen unos y otros. La esencia orgánica, pues, ha sido desplazada por la razón instrumental. Y los efectos son penosos. No pocas voces, en los pasillos, en los balcones, auguran y/o celebran el “fin (o agonía) del proceso de cambio”.

En tal derrotero, si asumiéramos el quiebre del MAS-IPSP, surge una cuestión todavía más compleja: ¿estamos ante el fin de ciclo de los gobiernos masistas, acaso del modelo de Estado, incluso del proyecto-sujeto plurinacional popular? Más allá de quién gane las inciertas elecciones 2025, teñidas de fragmentación, ¿se romperá el esquivo horizonte en construcción de la plurinacionalidad del Estado, la interculturalidad-paridad de la democracia, el pluralismo jurídico, los buenos vivires, la igualdad?

No soy del MAS ni de ningún partido político. Tampoco pertenezco a una organización matriz o equivalente. Igual creo, desde mi trinchera, siempre a la izquierda, que las luchas de transformación en Bolivia y el reto de la emancipación social preceden de lejos y trascenderán este nuevo “tiempo de las cosas pequeñas”. ¿Navegamos?

FadoCracia fotocopiada

1. Es parte de nuestra identidad nacional: para hacer cualquier trámite, debemos andar con la fotocopia del carnet de identidad bajo el brazo. No basta un solo ejemplar, sino varios. 2. No está mal, si recordamos los años de dictadura militar, cuando había que andar “con el testamento bajo el brazo”. Con las cacerías nunca se sabe. 3. Volvamos al carnet. La fotocopia es de rigor, casi como contraseña. Ante la burocracia, la ciudadanía se divide entre los que llevan su fotocopia de carnet (pase) y los que deben ir a sacarla (vuélvase). 4. ¿Qué hacer? ¿Cómo erradicar tan dañina y arraigada práctica? Frente al papeleo, nada mejor que el legalismo. Sí, señorías, hay que aprobar una ley prohibitoria. 5. Suerte que una diputada, preocupada por el asunto, acaba de proponer un proyecto de ley antifotocopias. Es en serio. 6. Además de ahorrar tiempo y dinero — dice—, evitaremos el derroche de toneladas de papel y, ergo, la tala de nuestros bosques (hasta el próximo incendio). 7. ¿Ven que la oposición hace propuestas serias, con fotocopia para todos los asambleístas? Falta que los fotocopiadores, en defensa de su derecho al trabajo, convoquen una protesta.

 José Luis Exeni Rodríguez es politólogo. 

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Unidad Opopo

El victorioso plato está servido. Solo se necesitan desprendimiento y voluntad política. Lo demás es cuestión de método.

/ 28 de abril de 2024 / 00:20

La oposición política (Opopo) está lejos de la unidad, pero tiene a su favor varios estrategas de la unidad. No es poca cosa. En un escenario de prematura fragmentación, con ya 15 precandidatos presidenciales, nada mejor para los opositores que escoger, finalmente, un candidato de consenso. Para ello es imprescindible trazar la “hoja de ruta”. El objetivo resulta inequívoco: derrotar al MAS, ese enemigo absoluto. Mejor si pueden eliminarlo.

¿Cómo acordar, en el variopinto paisaje Opo, una candidatura de unidad o, al menos, un frente amplio? No lo lograron en 2009, ni en 2014, tampoco en 2019 y peor en 2020. ¿Por qué no habrían de hacerlo ahora, para los comicios 2025? Les falta calle, cierto, pero les sobran pantallas. Y aunque son especialistas en perder elecciones, no querrán pasar a la historia, una vez más, “salpicados de vergüenza”. Con el ingrato voto del pueblo nunca se sabe.

El victorioso plato está servido. Solo se necesitan desprendimiento y voluntad política. Lo demás es cuestión de método. De las diferentes propuestas de unidad, unas más sensatas/alocadas que otras, bastaría con mezclar la del señor MacLean-Abaroa, lanzada desde el puente del Topáter, y la del señor Guevara Anaya, cuestión de ideas. Ahora es cuando, Opopo. Último llamado urgente.

Veamos los pasos. a) Todos los precandidatos integran la Plataforma de Unidad Posible (Plunipo). b) Un grupo de alto nivel armoniza una Propuesta Participativa y Programática (PPP). c) Profesionales “intachables e imparciales” conforman la Comisión Técnica de Primarias de Oposición (Coteprop) o el Consejo Electoral Ciudadano de Oposición (Coneleciop). d) Se contratan encuestas 1 que definen seis precandidatos que pasan a debate 1, que dan lugar a encuestas 2 que dejan tres aspirantes que compiten en debate 2, seguido de encuestas 3 que determinan el candidato presidencial que debe ser apoyado por todos. Respiren.

Así serían la Primarias Abiertas de Oposición (PAO). Luego vendrán las primarias establecidas por ley, etcétera, donde el ganador de la Opopo participaría con su propio partido o alianza, si lo tuviese, o con sigla prestada, alquilada o comprada. Todo esto, incluida la campaña posterior, con recursos del Fondo Único de Aportes Individuales y Voluntarios de Financiamiento (Funapivofi). Aplican kermeses millonarias estilo Ayo.

¿Ven, señorías, que la unidad es posible? Y sencilla: la Opopo, congregada en la Plunipu, hace sus PAO organizadas por la Cotetrop y/o por el Coneleciop, con base en la PPP y fondos del Funapivofi. Ahora solo falta que los 15 precandidatos firmen y seduzcan al electorado, hasta ahora, para ellos, tan ancho y ajeno.

 FadoCracia viajera

1. Navegar/viajar, ya se sabe, es necesario. Vivir también. ¿Llegar es necesario? No tanto, no siempre. 2. Hoy navegamos, como colectividad, en medio de la kamanchaca. Para no naufragar. “La niebla, otra vez, lo invade todo”. 3. ¿Toca replegarse en la navegación personal? ¿Hay que rabiar, puertas adentro, en este tiempo de las cosas diminutas? Es probable. También queda “volver a los orígenes”. O hacer inventario de cenizas. 4. Hace un tiempo, en mi viaje, encontré un puente: “para cruzarlo o para no cruzarlo”. Lo crucé. Con fado y sin nostalgia. En la otra orilla me esperaba un país. Y la Maga con durazno. Es caprichoso/generoso el azar. 4. Luego, en la edad media, llegó el vuelo del águila: en soledad radical, con tremendo ajuste de cuentas. Fue un vuelo de mutación y renacimiento. 5. “Viajar, perder países. Ser otro constantemente. No pertenecer ni a mí”, invoca Pessoa. 6. Siglos después, el pasado 1 de abril, he iniciado el viaje del elefante. Es el viaje final. “Siempre llegamos al sitio donde nos esperan”, dice el Libro de los Itinerarios. ¿Llegamos? ¿Quién/qué nos espera? 7. El país está perdido. Queda el elefante Salomón. Es nuestro viaje, Maga-nido. Hay dignidad, y latidos con revoluciones de claveles, para rato.

José Luis Exeni Rodríguez es politólogo.

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Primarias ‘interruptus’

/ 14 de abril de 2024 / 00:13

Tengo la sospecha de que, en el actual ciclo electoral, como ya ocurrió en 2020, no habrá elecciones primarias para binomios presidenciales. Las razones son claramente políticas, pero el justificativo para suspenderlas puede ser económico. El ruido sobre el tema, tanto en el oficialismo como en el paisaje opositor, expresa la dificultad para encaminar un proceso competitivo. A ninguna fuerza política le interesa, ni tiene posibilidades, de precipitar el tiempo electoral.

Veamos las razones políticas. La actual sumatoria de fractura en el MAS-IPSP, por un lado, y alta fragmentación en la oposición, por otro, configura un terreno pantanoso para definir candidaturas presidenciales, establecer alianzas y, en el corto plazo, concurrir a unas primarias que, como establece la ley, son obligatorias. Peor todavía si consideramos el actual contexto de persistente polarización, crisis institucional con parálisis decisoria e incertidumbre. No hay condiciones.

¿Habrá primarias? Dependerá en especial de cómo se resuelva, si acaso, la disputa interna en el partido de gobierno. Evo retó a Lucho: primarias cerradas para definir quién es el candidato. Demasiado tarde. Para los arcistas, con arreglo a una sentencia constitucional trucha, Evo está inhabilitado. Arce, por su parte, no cumple el requisito de antigüedad establecido en el estatuto partidario. Está impedido. ¿Primarias cuando ni siquiera logran convenir un congreso ordinario?

En el campo de la oposición, en tanto, hay más candidatos presidenciales que partidos. A la fecha conté 15: todos lanzan mensajes grandilocuentes y hablan de unidad. Casi ninguno tiene estructura política. Ni hablemos de presencia territorial o plataforma programática. Algunos, con más entusiasmo que información, creen que unas “preprimarias” despejarán su marginalidad (desde X no se ganan elecciones). Otros postulan primarias abiertas lo más tarde posible. Les falta militantes y calle.

Y está el factor determinante: tiempo. Sin reforma normativa, las primarias debieran convocarse, como máximo, en septiembre. Hasta entonces todos los partidos que quieran postular candidaturas tendrían que haber adecuado sus estatutos orgánicos, actualizado sus registros de militancia y renovado sus dirigencias. Parece difícil. Sobran los obstáculos. En tal escenario, es más probable descartar las primarias (“por falta de presupuesto”) que acordar su realización.

Si al final del camino hubiese primarias, por fuerza instrumentales, lo mínimo que debe exigirse es que sean competitivas. Las elecciones presidenciales son demasiado importantes como para dejarlas libradas, otra vez, como en 2019, al simulacro.

FadoCracia relojera

1. La presidenta de facto de Perú, Dina Boluarte, es muy presumida. Le gustan los relojes y las joyas. Hay que vestir a la altura del cargo. 2. Estrenó su régimen con masacres. Había que pacificar el país, eliminar a los terrucos, sentar la mano a los indios levantiscos (¿suena conocido?). 3. Todo bien hasta que una investigación periodística reveló que el día de su cumpleaños estrenó un Rolex rosa. Cuando la confrontaron, dijo que era de antaño. Cuando se demostró que fue recién comprado, juró que era fruto de su esfuerzo. 4. El problema es que doña Dina no declaró el bien (cuyo precio equivale a cuatro salarios presidenciales). Y no era un solo Rolex, sino tres (completando su colección de 17 relojes). Había delito. 5. Entonces dijo la “verdad”: los Rolex fueron un préstamo de su querido amigo, impresentable gobernador de Ayacucho. Me equivoqué y los devolví (es de la escuela mirista “errores, no delitos”). Hoy luce su reloj de Snoopy. 6. Dos mociones para destituirla por incapacidad moral fracasaron. Dina tiene quien la sostenga. 7. Sesenta muertos y 17 relojes después, “Balearte” sigue en el cargo. La moda no la absolverá. La historia tampoco.

José Luis Exeni Rodríguez es politólogo. 

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