Voces

Monday 27 Nov 2023 | Actualizado a 07:08 AM

Albó: su aporte creativo y colectivo

/ 3 de septiembre de 2023 / 00:47

Siempre resulta motivador y reconfortante recordar las múltiples iniciativas que impulsó Xavier Albó, desde su comprometido emplazamiento a favor de las mayorías campesinas e indígenas de nuestro país. Nos preciamos de haber sido cómplices en algunos pocos de esos emprendimientos cuando estuvimos en la dirección del Centro de Documentación e Información (Cedoin) y después del Programa de Apoyo a la Democracia Municipal (Padem). Desde allí colaboramos en la edición de un breve texto suyo sobre Víctor Hugo Cárdenas en la Vicepresidencia (1993), también lo hicimos en dos de la serie Jesús de Machaqa: la Marka Rebelde de Roberto Choque, Esteban Ticona y el propio Albó (1996 y 1997) y, por último, en otro también suyo sobre campesinos e indígenas en el poder local (1999).

Permítasenos decir algo sobre el proceso de elaboración de estos y otros aportes en la monumental obra de Xavier. Como casi toda su extensa contribución al mayor conocimiento de nuestra abigarrada y cambiante realidad social, se trata de construcciones colectivas, abiertas a complementaciones diversas, textos generalmente flexibles y atentos a la continuidad investigativa. No intentan establecer conclusiones generalizables a todo tiempo y lugar, ni menos afirmaciones¬ cerradas de carácter definitivo. Albó no hacía exégesis ni diatribas. No especulaba sobre los datos recogidos, sino que permanentemente insinuaba posibles lecturas que enriquezcan la visión de lo que está pasando y lo que puede pasar.

En el ámbito de las instituciones de «cooperación al desarrollo», que en cierto momento ejercieron una notable influencia en el país, se solía hablar en todos los tonos de la necesidad de establecer coordinaciones, sumar esfuerzos, evitar duplicaciones innecesarias, etc. Sin embargo, los resultados concretos de ese extendido discurso eran en la práctica sumamente escasos y frustrantes. Se decía mucho pero se hacía poco.

Muchos de los trabajos de Albó rompieron ese círculo vicioso y mostraron a las claras cómo una labor efectivamente coordinada, sin mezquindades ni oportunismos institucionales —que también los había y muy frecuentes—, podía arrojar resultados positivos y generar efectos multiplicadores. Demostraba, por otra parte, que lo que más hacía falta en el ámbito de las instituciones era iniciativa creadora, ya que los recursos mal que bien existían y, si se compartía esfuerzos, resultaban más que suficientes.

Esto nos lleva a una cuestión sobre la que no se reflexionó lo suficiente al momento de sistematizar las experiencias de trabajar directamente con y desde las organizaciones campesinas, para que utilicen la ventana de oportunidades que la coyuntura les otorgaba. Esto se traducía en una formulación muy precisa: “Para aprovechar las potencialidades de desarrollo y democratización, creados con la Ley de Participación Popular, es preciso fortalecer a las organizaciones de la sociedad civil —campesinas e indígenas en este caso— elevando su capacidad de propuesta y de concertación, entre ellas y con otros actores locales, articulando niveles desde lo micro-comunal, municipal o provincial, pasando por lo meso o departamental y abarcando a lo macro o nacional”.

En ese sentido, nos parece además muy pertinente la afirmación de que tal fortalecimiento de la organización nunca sería un resultado automático, sino algo que se debe lograr con dedicación y esfuerzo, y añadiríamos con lucidez y modestia, respetando las tradiciones organizativas propias de campesinos e indígenas, y a la vez, contribuyendo a que sobre la base de esas tradiciones organizativas asuman los desafíos que la nueva realidad les estaba presentando. Quizá estas reflexiones hubieran sido útiles en los tiempos actuales, por cierto muy diferentes transcurridas más de dos décadas.

Carlos Soria Galvarro es periodista

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Argentina-Bolivia: previsibles complicaciones

/ 26 de noviembre de 2023 / 00:33

Después de todo el “fenómeno Milei” no es tan nuevo como aparenta. Lo únicamente novedoso serían sus poses recalcitrantes, sus insultos desaforados y racistas, aspectos que terminaron cautivando a las desencantadas clases medias, sobre todo gracias a la complicidad de muchos medios de difusión que le festejaban sus exabruptos. Sin embargo, lo esencial de sus propuestas es sobradamente conocido: ajuste estructural, alza de tarifas de los servicios, privatización de las empresas del Estado, apertura irrestricta a la inversión externa a cambio de la entrega del control de los recursos naturales, despidos masivos, rebaja de impuestos a las grandes corporaciones. En fin, con algunos matices propios, se trata ni más ni menos del modelo neoliberal que contra viento y marea se ha intentado aplicar, sin éxito, en varios de nuestros países; en la propia Argentina con Menem (el peronismo da para todo), en el Chile de Pinochet, así como también en la Bolivia del último Paz Estenssoro y de Sánchez de Lozada. A pesar de la democracia vigente, aquí necesitaron un gigantesco cerco militar en Kalamarka acompañado de un estado de sitio para dispersar la Marcha por la Vida de los mineros y luego arrojar a la calle a más de 25.000 de ellos (1986). También volvieron a utilizar la matanza de trabadores para “pacificar” y dar garantías a inversionistas y comercializadores de minerales (Amayapampa y Capasirca, 1996).

Regresando al sur, tarde o temprano, los argentinos tendrán que admitir que no aprendieron las lecciones del pasado reciente, que tropezaron con la misma piedra y cayeron otra vez con estrépito. Pero, es imposible minimizar el impacto que en diferentes planos tendrá este cambio inimaginable hace poco tiempo atrás. De hecho, ya hay varios políticos que traman remedar las groseras gesticulaciones de Milei y copiar sus extravagantes planteamientos. El contexto regional latinoamericano sufrirá alteraciones tangibles y nuevos realineamientos, con la adhesión aparentemente incondicional del nuevo gobierno argentino al hegemonismo estadounidense, que se suma a Novoa del Ecuador y a la latente amenaza de regresión en Chile. Se debilita el bloque progresista que propugna una relación multipolar y de respeto a la soberanía de las naciones.

En el plano bilateral el panorama es aún más complejo. A la confrontación de ideas, se añade la presencia de varios cientos de miles de bolivianos residentes en Argentina (otros dan por sentado que pasamos de un millón), las sacudidas del intercambio económico (desde el próximo año dejaremos de venderle gas y quizás tendremos más bien que comprarle energéticos; el flujo comercial ilegal alimentado por el contrabando y las diferencias cambiarias, etc).

Ciertamente, la representación boliviana en el país vecino necesita ahora, más que nunca, diplomáticos sumamente capacitados y habilidosos para sortear las dificultades que se avizoran en el camino, lo mismo que un manejo cuidadoso y proactivo desde el Ministerio de Relaciones Exteriores y desde la Presidencia. Ojalá que, por lo menos en este caso, la improvisación y el cuoteo prebendal de los cargos sean efectivamente desterrados. La sustitución del titular de esa cartera, que debe procesarse estos días dado que Rogelio Mayta asume otras funciones, es una oportunidad inmejorable para proceder a esos cambios que se caen de maduros.

Carlos Soria Galvarro es periodista. 

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Tres años… ¿poco o mucho? ¡Según!…

/ 12 de noviembre de 2023 / 00:28

Podría decirse que un trienio es el tiempo más que suficiente para calificar a una gestión de gobierno. Habida cuenta además que desde la mitad del periodo es posible, mediante procedimientos legales, la revocatoria de mandatos de los cargos electos (recurso difícil de aplicar por las limitaciones y enredos que lo traban).

En los dos años que restan, bien encaminados críticamente, podrían rectificarse rumbos y emitirse señales nuevas, más aún si no hay procesos revocatorios en curso, en contra de miembros prominentes del Poder Ejecutivo. Pero, con el paso de los días, eso se hace cada vez más difuso. Pareciera que unos y otros ya llevan la marca indeleble del fracaso.

Los llamados “evistas” en vez de estudiar y reconocer los errores cometidos y destacar los innegables logros positivos que obtuvieron en los 14 años, se dedicaron a endiosar al “jefazo” y reforzar sus tendencias de culto a su personalidad y de caudillismo desenfrenado. El más grueso error político cometido y, que sepamos nadie lo asume plenamente, fue el desconocimiento de los resultados del referéndum de febrero de 2016, eso terminó desarticulando el bloque social que lo sustentaba, descalabró al gobierno de Evo y facilitó los planes golpistas para derrocarlo.

Los “arcistas” lo propio. Tuvieron el enorme mérito de contribuir a la recuperación de la democracia, arrancarla de manos de un facineroso como Arturo Murillo (ahora preso por delitos comunes en los EEUU), de politiqueros arribistas como Doria Medina y de fantoches como la expresidenta Áñez. Pero, en lugar de promover una reflexión autocrítica que permitiera extraer lecciones de la experiencia, e inaugurar un nuevo comienzo de reconstrucción del poder popular, se dedicaron a la política menuda, como se dice en el lenguaje vulgar, a patear en las canillas a sus adversarios, inventar de nuevo la pólvora y hallarle pelos en la leche de toda la gestión “evista”.

Ni unos ni otros impulsaron la elaboración de una nueva agenda programática en torno a la cual sean convocados los sectores populares mayoritarios. Las propuestas del cabildo alteño al parecer pecan de elitistas y tardías. Dicha convocatoria debiera estar muy lejos del corporativismo prebendal irresponsablemente fomentado en los últimos años. Por ejemplo: “cooperativistas” mineros, incrustados de gente capaz de destruir la naturaleza y de asesinar a un viceministro que fue a dialogar con ellos en un bloqueo (Rodolfo Illanes, muerto en agosto de 2016); “cocaleros” que persisten en mantener el privilegio de no tributar, o muchos colonizadores “interculturales” que provocan deforestación e incendios forestales para después traficar con tierras doblemente malhabidas, por el fuego y por el papeleo fraudulento.

Pero también tal invocación debería tener muy de cerca una coraza efectiva, creíble y verificable de: ¡cero tolerancia a la corrupción, al nepotismo y al narcotráfico! No debiera repetirse lo que actualmente ocurre: todos los denunciados son del lado contrario, quiere decir que solo se muestra a presuntos corruptos del lado opuesto, mientras defienden a los de su propio bando. Esto es, sin atenuantes, una verdadera degradación de la fiscalización y el control social, las dos herramientas fundamentales con las que se cuenta para frenar a la corrupción se convierten así en simples armas de la politiquería barata.

De la incoherente y casi desbandada oposición de derecha o centro-derecha, ni qué decir, solo agua de borrajas.

No hay más remedio que pasar del diagnóstico a la especulación. Si así siguen las cosas, ya se sabe dónde iremos a parar…

Carlos Soria Galvarro es periodista.

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¡Y dale que dale con el ‘Tambor’!

/ 29 de octubre de 2023 / 02:47

Ayer, 28 de octubre, era el día de nacimiento del “tambor mayor Vargas”, combatiente que dejó escrito un relato de 10 años de luchas de la Guerra de la Independencia. La guerrilla de Ayopaya-Sicasica, a la que Vargas perteneció, fue la única que sobrevivió los más de 15 años de la contienda y ya transformada en la “División de los aguerridos” tomó la ciudad de La Paz antes de la llegada del mariscal Antonio José de Sucre que cruzando el río Desaguadero, ingresaba al entonces llamado “Alto Perú” luego de su resonante triunfo en Ayacucho.

El comandante guerrillero hizo varios intentos de que su obra fuese corregida y publicada en forma de libro, pues con la república ya habían llegado las imprentas. Pero no consiguió hacerlo ni siquiera dedicándolo al presidente Belzu, en 1853. A partir de ahí se pierden los rastros tanto del autor como de la obra. Los manuscritos extraviados fueron hallados un siglo después gracias a la persistencia de Gunnar Mendoza, quien fuera director del Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia.

Se trata sin duda de un material de alto valor histórico, aunque no se trata propiamente de un “diario” de anotaciones cotidianas (como el diario del Che, por ejemplo), sino del registro más o menos cronológico de los sucesos más importantes ocurridos entre 1814, cuando Vargas ingresa a la guerrilla siendo casi un adolescente, y 1825, año de la conquista de la independencia, cuando José Santos Vargas ya ostentaba el grado de comandante. La historiadora francesa Marie-Danielle Demélas, en su libro Nacimiento de la guerra de guerrilla…, sostiene que para el conjunto de América hispana, se trata de un documento único. Ninguna de las guerrillas de ese período, no obstante lo numerosas que fueron en América del Sur, tuvieron un relato de semejantes características. De ahí su interés por dedicarle varios años de trabajo de investigación.

El Diario de José Santos Vargas ha tenido una edición en su versión preliminar incompleta (Sucre, 1952) y tres ediciones de su versión más elaborada y completa (México, 1982; La Paz, 2008 y 2016), en todos los casos con el importante estudio introductorio de Gunnar Mendoza; con lenguajes un tanto diferentes (modernizados o paleográficos); acompañados de glosarios e índices, sean onomásticos, toponímicos o temáticos. Hay bustos y monumentos del Tambor en La Paz y Oruro, una unidad educativa paceña lleva su nombre, y también una escuela militar de música en Oruro; una imagen que intenta ser suya aparece en los billetes de Bs 10 junto al tarijeño Moto Méndez y al ava-guaraní Apiaguaiki Tumpa. No es poco, pero se mantiene en pie la interrogante que Cachín Antezana planteara hace ya algunos años: ¿Tambor Vargas (personaje histórico, de carne y hueso que dejó un valioso legado escrito) logrará los niveles de arraigo social alcanzados por un Juan de la Rosa (personaje de ficción novelesca creado en base a datos históricos por Nataniel Aguirre)? La cosa está por verse todavía.

Carlos Soria Galvarro es periodista.

 

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El Che sigue dando tela para cortar

/ 15 de octubre de 2023 / 03:25

Cuatro publicaciones aparecieron casi simultáneamente en las últimas semanas sobre el Che y las guerrillas de 1967. He aquí una mera presentación bibliográfica de esos textos, asumiendo que cada uno de ellos tiene su respectiva carga de información y polémica.

Con las armas. El Che en Bolivia, de Gustavo Rodríguez Ostria (edición póstuma de 638 páginas), a nuestro modo de ver es la obra fundamental y la más completa sobre el tema específico. Supera con creces a las “partes bolivianas” de todas las megabiografías y ensayos que se han escrito hasta ahora. Es notable el acceso a fuentes primarias que el gran historiador y magnífico narrador ha logrado abrir tras décadas de trabajo paciente, ordenado y sistemático. Las investigaciones que realizó para dos importantes obras anteriores sobre la temática guerrillera (Teoponte. La otra guerrilla guevarista en Bolivia. Cochabamba, 2006, con 644 páginas; y Tamara Laura Tania. Un misterio en la guerrilla del Che. Buenos Aires, 2011, con 438 páginas) serían puntos de partida de un recorrido que llevó al autor, quizá sin habérselo propuesto deliberadamente, de lo particular a lo general. Así arribó a una obra verdaderamente cumbre. Qué triste, Gustavo no alcanzó a ver su obra impresa, no participará en los debates que sin duda saldrán a flote, tampoco podrá cerrar varios temas que quedaron abiertos ante la ausencia de documentación concluyente.

Salir del paso. Tres décadas de violencia revolucionaria en Bolivia, de Rafael Archondo y Gonzalo Mendieta. La Paz, 2023 (458 páginas). El libro, cuyo título no acaba de convencer, si bien abarca también a los grupos CNPZ y EGTK, tiene su fundamento central en el ELN guevarista. Según los autores, Salir del paso, entre otros temas, indaga sobre el honor injustamente perdido del Partido Comunista de Bolivia (PCB), la opaca huella del surgimiento del ELN, la catastrófica improvisación para Ñancahuazú, los errores del Che, la postura de Fidel Castro, las intenciones del EGTK ante el Estado y los asesinatos de la calle Abdón Saavedra que liquidaron a la CNPZ. Entre las entrevistas que van como anexos, destaca la realizada por Gonzalo Mendieta en 2013 con Mario Monje Molina, en Moscú. Un libro cuajado de valiosos relatos testimoniales que ya desde su presentación en público, justamente el 9 de octubre, ha reabierto viejos debates e instalado otros nuevos.

El PCB y el Che, de Roberto Pizarro (editor), Sucre, 2017 (130 páginas). Al parecer no se trata de una nueva edición impresa, sino simplemente un renovado impulso a su circulación por conducto digital. La recopilación tiene tres partes: 1) Testimonios sobre la relación PCB- Guerrillas; 2) Fragmento de un relato sobre la salida de los sobrevivientes; y 3) Fragmento sobre el pensamiento económico del Che.

Bolivia, el Che y una historia no contada, de Leda Berlusoni. Buenos Aires, 2022 (199 páginas). Libro presentado estos días en varias ciudades bolivianas. El personaje principal del gran relato de formato periodístico es Rubén Sánchez Valdivia, militar boliviano capturado por la guerrilla, acontecimiento que marcó su posterior adhesión a las filas revolucionarias, con la secuela de vicisitudes que tuvo que sobrellevar.

Carlos Soria Galvarro es periodista.

 

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Prebendalismo, corrupción y no respeto al voto

/ 1 de octubre de 2023 / 02:06

Juan de la Cruz Villca fue uno de los dirigentes más esclarecidos del movimiento campesino-indígena desde la década de los años 70. Tras un largo recorrido llegó a ser el máximo dirigente de la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB) y, representando a su sector, ocupó la secretaría general de la Central Obrera Boliviana (COB). Algún tiempo antes de su fallecimiento (junio de 2016), aprovechamos un encuentro callejero casual para hacerle algunas preguntas.

El cruce de ideas fue más o menos así:

— ¿Cómo ves el “proceso de cambio” a más de 10 años de su gran triunfo electoral?

— Con luces y sombras.

— ¿Cuáles son las “luces”?

— Están a la vista: hay estabilidad, disminuye la pobreza, la discriminación subiste pero está arrinconada, tenemos una nueva Constitución…

— ¿Y las “sombras”?

— Hay muchas, pero las principales son de conducción.

— Cómo es eso, a ver, explícame…

— Gráficamente. Se supone que quienes hemos luchado años de años, somos los “dueños de casa” del proceso, pero ahora siento en carne propia que estamos siendo desplazados por los “invitados” o “inquilinos”, ellos se están apropiando de algo que no es suyo.

Es de lamentar no haber profundizado en la ocasión ese amago de diálogo. Juandela, como afectuosamente lo llamábamos, desde su propia vivencia daría muchas luces para comprender lo que en la actualidad ocurre con el “instrumento político”, descubrir por ejemplo quién divide a quién y cuál de ellos, o los dos, pretenden usurpar los espacios que muy poco ayudaron a construir…

¿Y qué está pasando realmente? Basta repasar los titulares noticiosos de estos últimos días para tener una idea. Cuando se podría suponer que las discrepancias han tocado fondo, surgen nuevos motivos de discordia. No se discuten cuestiones programáticas, no se ponen en tela de juicio determinadas políticas públicas. Al peor estilo de los políticos tradicionales en la pugna predominan los insultos, los calificativos denigrantes y las denuncias escandalosas que sacan los “trapitos al sol” (que de otra manera permanecerían en las sombras). Ya no queda casi nada de un bloque social popular, articulado en torno a nuevas propuestas y liderazgos renovados. Ningún resquicio orgánico institucional queda en pie para encausar la solución de las diferencias internas. Tampoco sirven los mecanismos constitucionales o las normativas legales establecidas por el propio proceso para regular el funcionamiento de los partidos políticos. Con tal de llevar agua a su molino cada uno de los bandos tiende a arrasar con todo lo que se le ponga al frente.

Conclusión: así como van las cosas, hasta ahí llegará “la revolución democrática y cultural”, basada en el concepto del “vivir bien”. Quedarán solo el desencanto, la decepción y la bronca.

En un contexto internacional muy complejo, proclive a una extrema derechización neoliberal, lo que puede venir después en nuestro país es la regresión pura y simple.

Una vez más, como tantas veces ha ocurrido en el pasado, los procesos de cambio que pueden ser muy diáfanos, progresivos y participativos, fracasan o se autodestruyen porque los dirigentes que engendran no están a la altura de las circunstancias. Revelan incoherencia, dicen una cosa y hacen exactamente lo contrario. El MAS-IPSP, sin ir más lejos, basó su justificada crítica a los políticos tradicionales en tres puntos clave: prebendalismo, corrupción y falta de respeto al voto popular. Pero, es muy fácil verificar que la mayor parte de sus dirigencias cojearon y cojean del mismo pie.

Carlos Soria Galvarro es periodista.

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