Estamos en crisis

La preocupación mayor de las organizaciones y movimientos sociales en estos momentos en nuestro país es la crisis del instrumento político de los pueblos: MAS-IPSP. Personalmente no me asustan las discusiones, ni las crisis, si es que éstas tienen un proceso de discusiones que enriquezcan la reflexión y las luchas. El actual momento ha removido y esta removiendo las diferentes camadas de discusiones pendientes, que pretendieron poner los problemas bajo la alfombra azul o pretender tapar el sol con un dedo en los rituales del Willka kuti de cada 21 de junio.
Es saludable para la participación política y para recuperar el ajayu del proceso de cambios revolucionarios entrar a reconocer que hay crisis, entender la crisis en todas sus aristas y posibles causas. Es imprescindible para generar una opinión informada, ubicar los intereses que la alimentan; tanto intereses comunes y sociales, como los intereses individuales, los intereses individualistas y egocéntricos. Creemos que no hay posiciones puras de ninguno de los lados, porque la humanidad es así, una mezcla biográfica e histórica de nuestras posiciones éticas, mezcladas con la reflexión sobre nuestros intereses.
Eso está faltando, la reflexión, sobre todo la reflexión sobre los intereses comunes, vemos que cada día se abren más y más heridas de un lado y del otro y si bien tenemos nuestras propias simpatías, lo que vemos a futuro es terrible: nos vamos a desangrar y vamos a desesperanzar a la militancia del proceso de cambios. Esperanzar a los pueblos cuesta generaciones, recuperar la confianza y la fe en que las acciones políticas y la ética revolucionaria tienen frutos, y no son pérdida de tiempo, nos costará décadas si no resolvemos esta crisis fortaleciendo a nuestro pueblo.
Si seguimos por este barranco de ch’ampa guerra interna, las elecciones para el gobierno 2025 tendrían en su resultado como primero y como segundo a los dos del MAS. ¿Qué pasaría para la segunda vuelta, si siguen así? Uno de ellos deberá hacer pacto con la derecha, lo que significará traicionar al pueblo. Eso es lo realmente muy grave, porque es abrir la tumba del colonialismo racista, el capitalismo neoliberal, que como vampiros se levantarán de sus tumbas para chupar la sangre de mujeres y hombres de los pueblos y de la Madre Tierra Estamos muy, pero muy preocupadas quienes queremos discutir el programa político tanto de recuperación de la “agenda de octubre” inconclusa, como también la profundización de nuestro proceso revolucionario con nuevas tareas revolucionarias que cumplir, como la de la propiedad privada de la Madre Tierra, que trae contradicciones como la gran contaminación y envenenamiento de la vida en nuestros territorios. Determinar el papel de la banca privada, discutir las 30 horas semanales de jornada laboral con aumento salarial, como parte de la propuesta de industrialización. El fortalecimiento del SUS y la desaparición paulatina de la salud privada, por ser un atentado a la vida convirtiéndola en mercadería. Queremos el “vivir bien” en nuestros territorios.
Julieta Paredes Carvajal es feminista comunitaria.