Voces

Monday 2 Oct 2023 | Actualizado a 18:01 PM

Estamos en crisis

/ 17 de septiembre de 2023 / 01:16

La preocupación mayor de las organizaciones y movimientos sociales en estos momentos en nuestro país es la crisis del instrumento político de los pueblos: MAS-IPSP. Personalmente no me asustan las discusiones, ni las crisis, si es que éstas tienen un proceso de discusiones que enriquezcan la reflexión y las luchas. El actual momento ha removido y esta removiendo las diferentes camadas de discusiones pendientes, que pretendieron poner los problemas bajo la alfombra azul o pretender tapar el sol con un dedo en los rituales del Willka kuti de cada 21 de junio.

Es saludable para la participación política y para recuperar el ajayu del proceso de cambios revolucionarios entrar a reconocer que hay crisis, entender la crisis en todas sus aristas y posibles causas. Es imprescindible para generar una opinión informada, ubicar los intereses que la alimentan; tanto intereses comunes y sociales, como los intereses individuales, los intereses individualistas y egocéntricos. Creemos que no hay posiciones puras de ninguno de los lados, porque la humanidad es así, una mezcla biográfica e histórica de nuestras posiciones éticas, mezcladas con la reflexión sobre nuestros intereses.

Eso está faltando, la reflexión, sobre todo la reflexión sobre los intereses comunes, vemos que cada día se abren más y más heridas de un lado y del otro y si bien tenemos nuestras propias simpatías, lo que vemos a futuro es terrible: nos vamos a desangrar y vamos a desesperanzar a la militancia del proceso de cambios. Esperanzar a los pueblos cuesta generaciones, recuperar la confianza y la fe en que las acciones políticas y la ética revolucionaria tienen frutos, y no son pérdida de tiempo, nos costará décadas si no resolvemos esta crisis fortaleciendo a nuestro pueblo.

Si seguimos por este barranco de ch’ampa guerra interna, las elecciones para el gobierno 2025 tendrían en su resultado como primero y como segundo a los dos del MAS. ¿Qué pasaría para la segunda vuelta, si siguen así? Uno de ellos deberá hacer pacto con la derecha, lo que significará traicionar al pueblo. Eso es lo realmente muy grave, porque es abrir la tumba del colonialismo racista, el capitalismo neoliberal, que como vampiros se levantarán de sus tumbas para chupar la sangre de mujeres y hombres de los pueblos y de la Madre Tierra Estamos muy, pero muy preocupadas quienes queremos discutir el programa político tanto de recuperación de la “agenda de octubre” inconclusa, como también la profundización de nuestro proceso revolucionario con nuevas tareas revolucionarias que cumplir, como la de la propiedad privada de la Madre Tierra, que trae contradicciones como la gran contaminación y envenenamiento de la vida en nuestros territorios. Determinar el papel de la banca privada, discutir las 30 horas semanales de jornada laboral con aumento salarial, como parte de la propuesta de industrialización. El fortalecimiento del SUS y la desaparición paulatina de la salud privada, por ser un atentado a la vida convirtiéndola en mercadería. Queremos el “vivir bien” en nuestros territorios.

Julieta Paredes Carvajal es feminista comunitaria.

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¿Cuál indio?

/ 1 de octubre de 2023 / 01:53

Estamos en un tiempo en Latinoamérica o Abya Yala que, con la fuerza y la energía de nuestros pueblos y organizaciones sociales, en el continente se ha reposicionado a gobiernos que están hacia la izquierda. En este nuevo contexto surgen tres actores, que son puestos de moda por los intereses de un sistema de dominación que sabe manejar muy bien los hilos de los medios de comunicación, los organismos internacionales y la cooperación internacional. Estos nuevos actores de moda son: las mujeres, los indígenas y la población LGBT. No es que son nuevos como tal, como problemáticas, son temas de discusión y grupos humanos que ya existieron, cuestionando la historia de los pueblos y la humanidad.

Quiero tomar uno de esos actores para las reflexiones de este artículo, me refiero a los pueblos indígenas originarios. La pertinencia de escribir sobre este tema tiene que ver con la consolidación en Bolivia de la acción histórica de los pueblos indígenas originarios como sujetos capaces de autogobernarnos, a pesar de la colonización. El Estado republicano y la explotación capitalista del trabajo humano y de la Madre Tierra no pudieron enterrar la fuerza creativa de nuestros pueblos. Nos hemos posicionado y no hay vuelta atrás. Tenemos entonces la necesidad de entender políticamente nuestra presencia histórica, porque la tendencia desde las élites de poder es la de folklorizarnos.

Nuestra identidad de indígenas originarios y originarias de estos territorios, tanto del Kollasuyo como de todo nuestro continente Abya Yala. Ha sido un percorrer de experiencias acumuladas en la historia oral, en los mitos que nos contaban las abuelas. Es descubrir y entender el significado de nuestras luchas como indígenas originarios, del pueblo aymara, por ejemplo. En un primer momento del proceso de cambio de Bolivia, gestado por las organizaciones sociales, nuestra presencia ha significado la irrupción —de nuestros cuerpos, nuestra historia, memoria y nuestros deseos— en la disputa por los poderes establecidos.

Este primer momento, nuestra presencia, se consolida ante el asombro de la derecha racista y rancia de colonialismo y ante los ojos paternales de la izquierda, que se prepara para tutelarnos; hoy estamos ante otro momento, el de convertirnos en indios de decoración, decorando las nuevas formas de cómo el sistema de dominaciones y opresiones se reciclará. Para eso necesita que como hombres y mujeres indígenas nos conformemos con administrar el poder en el gobierno. Necesitan indios obedientes al sistema, al poder que les arrebatamos a esas clases dominantes. Conformarnos con administrar ese poder y gozar de las prebendas de nuestros antiguos opresores es mezquino, es miope y ridículamente nos llamaremos proceso de cambio, mejor sería llamarnos pasanaku.

Indios decorativos que no expresan nuestras radicales diferencias en las formas de cómo tratamos y protegemos a la Madre Tierra, nada diferentes de los capitalistas depredadores. Por otro lado, indios machistas y discriminadores de las mujeres indígenas. ¿En qué se diferencian estos hermanos de los k’aras colonizadores que nos violaban, golpeaban y mataban?

Julieta Paredes Carvajal es feminista comunitaria.

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Qué está en juego

/ 3 de septiembre de 2023 / 00:37

Una de las cosas que hemos cultivado en este periodo que comprende desde 2000 hasta la fecha es la recuperación del carácter indígena originario como condición de cualquier posible proceso de cambios revolucionarios en el territorio de Bolivia. Esta recuperación del sujeto histórico, desde la ancestralidad, nos ha posicionado ante los paradigmas de la izquierda latinoamericana, que en lo que respecta a Bolivia ha tenido en la clase obrera minera el sujeto por excelencia de cualquier revolución posible en nuestro país. El proceso de cambio liderado por el hermano Evo, además de posicionar como fuerza social a indígenas, campesinos, principalmente productores de la hoja de coca, rompe con la hegemonía que la federación de mineros ostentaba hasta ese momento.

Otra de las cosas significativas importantes es el carácter de instrumento político colectivo, también posicionado frente a la práctica del centralismo democrático, que ya sea por el lado del partido denominado “revolucionario”, o por el partido electoral con frente de masas, o por el ejército revolucionario, en todos los casos el mando pertenecía a un grupo de hombres “iluminados” que dirigían la supuesta vanguardia de la revolución. El MASIPSP traslada la deliberación y conducción del proceso a las direcciones de las organizaciones sociales. Sin duda que esto sufrió subibajas, pero esa era la intención y con subibajas eso persiste.

El tercer elemento que cuesta visibilizarlo mucho más que los otros, pero que en términos históricos y estratégicos constituiría —a nuestra manera de ver— el logro más importante de este proceso, es que en Bolivia se da la visibilización e incorporación de las mujeres como la mitad revolucionaria de este proceso. Por qué para nosotras sería el más importante, porque no solo se trata de incorporar la fuerza política revolucionaria que significamos las mujeres, sino que también esto abre a la recuperación de la memoria más antigua que es nuestra relación con la Madre Tierra y la hermana naturaleza. Este último elemento es construido desde la propuesta de la despatriarcalización, que rompe históricamente con las tareas que tanto la derecha como la izquierda determinaron para las mujeres, desde las ONG, la cooperación internacional, el Banco Mundial (BM), el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Organización Mundial del Comercio (OMC).

Estos son los elementos y conquistas que nos parece importante traer a la reflexión de nuestro proceso de cambios revolucionarios. Es sobre estos elementos que queremos discutir desde nuestra organización y organizaciones con quienes compartimos posicionamiento. Sin duda que hay una persona que es símbolo de continuidad de este proceso, eso no está en cuestión, el problema es cómo; no se continúa cometiendo los errores que hasta 2019 debilitaron el ajayu del proceso. Ese es el problema y desde el Gobierno lo que vemos hoy es un estancamiento peligroso porque lo que no avanza retrocede y los retrocesos lo sienten mujeres y hombres del pueblo en sus cuerpos y en su día a día.

Julieta Paredes Carvajal es feminista comunitaria.

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¿Y las mujeres?

/ 20 de agosto de 2023 / 01:19

Estamos con varias señales de la crisis de un sistema de ordenamiento mundial que tiene como centros de comportamientos a la explotación de la humanidad y la naturaleza, la discriminación de una parte de la humanidad hacia otra parte usando las diferencias naturales como pretexto, la opresión por parte de quienes obtuvieron autoridad y poder político hacia quienes les dieron representatividad y poder. Los prejuicios son impulsados por las redes sociales como una nueva inquisición, que juzga y condena incluso sin conocer, ni enterarse lo más mínimo de las personas que serán juzgadas.

Es un tiempo donde la acumulación capitalista perdió todo sentido, pues el capitalismo, si algún momento mínimo de la historia tuvo algún sentido, pues hoy no solo no tiene sentido, sino que perjudica la fuerza creativa y revolucionaria de la organización social de la vida. Ni qué decir de las responsabilidades de los y las capitalistas que son quienes envenenan el planeta, la tierra, el aire, las aguas, los animales, la gente.

Los íconos creados por los propios capitalistas en la tarea de justificar su existencia histórica —íconos como son la democracia, la justicia, la propiedad privada, el libre mercado, la ciudadanía, entre otros— muestran su inutilidad para querer contener las nuevas formas de existencia, trabajo y organización social. Prácticas reales que brotan prodigiosamente desde distintos lugares del planeta. El capitalismo perjudica, lo sabemos en nuestros cuerpos y la vida cotidiana de la mayoría de la humanidad que habitamos el planeta Tierra.

Sin embargo, de sentir la crisis de este sistema no estamos encontrando la manera de dar efectividad al accionar político organizado que nos permita saber que estamos camino a dar por terminadas las funciones sociales del capitalismo. Quiero dejar claro que, a partir del segundo párrafo, solo estoy hablando del capitalismo y no del sistema de dominación; a diferencia del marxismo, nosotras feministas comunitarias de Abya Yala entendemos al sistema de dominación como algo mayor a solo las relaciones de producción dentro del capitalismo, que es una parte y no el todo contenedor.

Y ahí queremos apuntar: que, para sentir y efectivamente construir esa visión de saber qué estamos haciendo y adónde estamos yendo, necesitamos reconstituir la humanidad, que no es solo una tarea en el ámbito económico. Hasta el momento, son principalmente nuestros hermanos hombres quienes se pelean, se abuenan, se vuelven a pelear y se vuelven a abuenar. Las mujeres se están moviendo alrededor de ellos. Eso es lo que falta, la presencia activa y con posición política propia de las mujeres constructoras también del proceso de cambios. Tener voz propia fortalece también las miradas de nuestros compañeros. No es disputa, ni competición, somos parte de lo mismo con nuestros compañeros, solo es fortalecernos desde la mitad que siempre le hizo falta a la humanidad, esa mitad que, al restarse, deja el hueco para que nuevamente se reciclen viejas formas de dominio como el esclavismo, que hoy se denomina trata y tráfico, que afecta a hombres y mujeres de nuestros pueblos. La presencia activa de las mujeres depende de nosotras mismas en primera instancia, pero también es necesaria la comprensión y acción política de nuestros compañeros, contra su machismo y el machismo en las organizaciones y movimientos sociales, incluyendo al MAS-IPSP.

Julieta Paredes Carvajal es feminista comunitaria.

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Pachamama

/ 6 de agosto de 2023 / 00:15

Desde que tengo uso de razón, sabía que era agosto cuando llegaba hasta mí el rico olor de la q’oa quemada, mezclada con el incienso.

En la mañana y en la noche principalmente, nuestro barrio en agosto era visitado por un humo delicioso, de una mesita que al quemarse estaba dedicada a agradecer a la Pachamama. Cierto que también las explicaciones de las abuelas versaban alrededor de la obligación que tenemos —los y las aymaras— de dar de comer a la Pachamama, porque en este mes abre su boca. Ahora en la edad que tengo y en la reflexión que hago, me quedo con la explicación y el deber que tenemos de, en este mes de agosto, recordarnos de dónde venimos y agradecer a la vida.

Será necesario en este mes también compartir algunas reflexiones desde el feminismo comunitario de Abya Yala sobre este concepto tan importante para nuestros pueblos como el de Pachamama. La Pachamama es conceptualizada habitualmente como madre tierra y madre naturaleza, y la ubicación espacial estaría en el suelo, por lo tanto, también seria suelo-tierra. Importante comprender que todos estos significados pasan por el filtro colonizador de más de 500 años. Por eso la necesidad de actualizar los recuerdos, las sensaciones, las comprensiones.

Pachamama, como una sola palabra, podemos entenderla como: espacio-tiempo-principio de vida. Entonces Pachamama se constituiría en un principio organizador de la vida en el planeta y más allá del planeta en la medida que en nuestra cosmovisión aymara hablamos de tres planos o estados de la vida: alaxpacha, akapacha, manqhapacha. Es vital y vitalizadora la reflexión sobre nuestra Pachamama, cuidándonos de las interpretaciones que se derivan de los intentos de formalizar nuestras culturas indígenas originarias al orden colonizador, tanto filosófico como teológico. No es nuestra intención equiparar dioses, porque ese pensamiento dio lugar a guerras y cruzadas de muerte, en nombre del denominado “dios verdadero”. Este pensamiento hasta la actualidad significa cotidianamente muerte y persecución, sufrimientos que la humanidad soporta. Ridiculez grande y pretensión ridícula de la mente de hombres angustiados por el deseo de jerarquizar la importancia de sus vidas por sobre la vida de los otros, y mucho peor, por sobre la vida de las otras. Sí, por sobre la vida de las otras, las mujeres, sobre quienes no tienen la mínima idea de quienes somos, estos hombres machistas, herederos y a la vez criados dentro de lo cultural, del sistema histórico y planetario del patriarcado. Entonces no son las olimpiadas de los dioses verdaderos lo que pretendemos hacer.

Queremos aportar sobre la reflexión del principio organizador de la vida, que también tiene en el suelo- tierra una parte fundamental, por eso es que debemos cuestionar profundamente nuestras prácticas de doble moral y mentirosas en el sentido en que hacemos pasar nuestras mesitas y, por otro lado, contaminamos, envenenamos nuestro suelo-tierra y ofendemos a nuestra Pachamama como principio organizador de la vida. Con nuestro envenenamiento, por ejemplo, para conseguir oro, envenenamos de mercurio los ríos y a los pueblos que viven de los ríos, a las plantas, a los peces, el aire, los genes de las wawas, los envenenamos literalmente y también envenenamos nuestras vidas con el oro.

Julieta Paredes Carvajal es feminista comunitaria.

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El macho alfa

/ 9 de julio de 2023 / 01:23

Hemos asistido estos últimos días a un intercambio virulento de “mensajes” —por decir lo menos— entre hermanos y compañeros que dicen ser militantes del proceso de cambios del pueblo boliviano. Sin duda que las críticas que construyen son bienvenidas en todo espacio y momento. Las respuestas a las críticas constructivas, que explican y reconocen los errores, son bienvenidas también, y necesarias porque ayudan a generar el movimiento de retroalimentación del proceso. Las críticas y las autocríticas constituyen un mecanismo reflexivo y cuidadoso, cuyo objetivo es reconducir o reencaminar las acciones y decisiones revolucionarias, aquellas decisiones que apuntan a acabar con todas las opresiones que lastiman la vida en el territorio del Estado Plurinacional de Bolivia.

La práctica de la crítica y la autocrítica forma parte de un comportamiento responsable y de reconocimiento del otro y de la otra. Por lo tanto, requiere una dosis de humildad, como expresión de la conciencia, ya que somos humanos y humanas y podemos estar equivocadas.

Hemos asistido con angustia e indignación al tiroteo cruzado e irresponsable de acusaciones y respuestas a las acusaciones, como parte de un espectáculo de guerra fratricida entre hermanos tirando a matar. Podemos estar de acuerdo con los contenidos de las críticas, y también entender algunas de las explicaciones que se dan, pues saltan a la vista, no somos giles, porque somos capaces de darnos cuenta de lo que está pasando y qué intereses están en juego. Ese espectáculo doloroso de guerra fratricida que ha tocado el corazón mismo, el chuyma mismo de nuestro proceso de cambios revolucionarios, nos duele. Este proceso ha sido abierto con las luchas en las calles que hombres y mujeres del pueblo boliviano hemos dado contra el Estado colonialista, capitalista neoliberal de dominio en nuestro territorio.

Eso duele, como militantes de esta causa que tiene por objetivo el “vivir bien” de todas y de todos y de nuestra madre y hermana naturaleza. Nos duele la irresponsabilidad que campea, la falta de formación política que es una vergüenza. No hay análisis político, ni un mínimo análisis de coyuntura al dar sus opiniones. ¡Qué espectáculo vergonzoso, hermanas y hermanos! Nos estamos sacando la mierda entre nosotras y nosotros, y dando a los fachos soga para que pretendan ahorcarnos. ¿Qué les pasa? Ya está de buen tamaño la pelea por el liderazgo del macho alfa, no somos manada, somos pueblo que hace historia y tiene esperanza. Respetamos el momento histórico, con sus subidas y bajadas, pero lo que sí necesitamos es responsabilidad en como manejamos este tiempo y las tareas revolucionarias que nos ha tocado cumplir.

Estamos en una lucha contra un Estado del poder patriarcal, colonialista, capitalista neoliberal, que está dispuesto a hundir Bolivia si no son ellos y ellas quienes mandan, y que no se van a dar por vencidos, pues siempre están complotando e inventando narrativas de “pureza y moralidad”, cuando sabemos que se pudren de tanta impostura. ¡Son impostores!

Es tiempo de parar y no seguirnos lastimando entre compañeros, porque las heridas nos debilitan para las luchas que nuestros y nuestras ancestras nos han encargado. ¡ Jallalla proceso de cambios!

Julieta Paredes Carvajal es feminista comunitaria

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