Por qué el mundo está mirando a Irán
Colin P. Clarke
Oriente Medio podría estar al borde de una conflagración regional. Esto contrasta marcadamente con la atmósfera de hace apenas unas semanas, cuando la administración Biden estaba trabajando para sellar un acuerdo histórico entre Arabia Saudita e Israel que esperaba estabilizaría una región durante mucho tiempo convulsionada por la guerra y el sectarismo.
Ahora, tras el ataque de Hamás del 7 de octubre, Israel parece estar preparándose para invadir Gaza. Las fuerzas israelíes y el grupo militante Hezbolá, respaldado por Irán, se están disparando entre sí en la frontera con el Líbano. Han estallado protestas en ciudades de toda la región. Estados Unidos ha desplazado dos grupos de ataque con portaaviones al Mediterráneo oriental y el jueves un buque de guerra de la Armada derribó misiles y drones desde Yemen que, según el ejército, podrían haberse dirigido hacia Israel. En una señal de que el Pentágono espera ataques similares en los próximos días, el ejército estadounidense dijo el sábado que aumentaría su capacidad de defensa antimisiles en la región para ayudar a proteger a las fuerzas estadounidenses.
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En el centro de estas crecientes tensiones está Irán, que lleva años inmerso en una guerra en la sombra con su principal rival regional, Israel. El 10 de octubre, el líder supremo de Irán, el ayatolá Ali Jamenei, aplaudió el mortal ataque terrorista de Hamás, que forma parte de una red flexible de grupos armados no estatales que Irán utiliza para reforzar su influencia en la región. Teherán ha negado cualquier implicación en el ataque, y funcionarios israelíes y estadounidenses reconocen que no hay “pruebas directas” que demuestren lo contrario. Pero mientras Irán se enfurece por las cada vez mayores bajas en Gaza y lo que percibe como una interferencia de Estados Unidos, aumentan los temores de que estalle una guerra por poderes intermitente, librada a través de Hamás en el sur y Hezbolá en el norte, en un conflicto sostenido que potencialmente arrastraría incluso a los Estados Unidos. Puede que Irán no haya ordenado el ataque de Hamás, pero funcionarios del gobierno en Washington creen que Teherán tiene la responsabilidad de permitir que Hamás adquiera la capacidad militar y la experiencia para llevar a cabo el complejo ataque que ha matado al menos a 1.400 israelíes y ha capturado a unos 200 rehenes. Días después del ataque, Washington y Doha, Qatar, anunciaron que a Teherán se le negaría el acceso a $us 6.000 millones que habían sido recientemente descongelados como resultado de un intercambio de prisioneros entre Estados Unidos e Irán.
A medida que el conflicto se intensifica, aumentan las preocupaciones de que Israel pueda encaminarse hacia una confrontación más directa con Irán. El ejército estadounidense en la región también ha enfrentado amenazas de grupos respaldados por Irán en los últimos días. Si Hezbollah decide aprovechar las sobrecargadas Fuerzas de Defensa de Israel y abrir oficialmente un segundo frente en la frontera norte de Israel, la situación podría escalar (y deteriorarse) rápidamente. Incluso el más mínimo error de cálculo por parte de Irán o uno de sus representantes podría resultar en una respuesta dramática por parte de los israelíes, lo que podría atraer a Estados Unidos y pre[1]parar el escenario para un amargo conflicto regional.
(*) Colin P. Clarke es columnista de The New York Times