Cambiar la ley: ¿Volver a caminos trillados?
La urgencia del momento no puede dejarnos extraviar con discusiones parlamentarias
José Pimentel Castillo
La crisis de los hidrocarburos nos golpea a todos, es una preocupación real, la solución no es lamentarse, sino buscar soluciones realistas y factibles. La Ley 3058, dictada el 17 mayo de 2005, tiene propósitos específicos: recuperar un recurso natural en boca de pozo y el uso de su valor en favor del pueblo boliviano. Su promulgación fue mandato de un referéndum, en medio de dudas, que llevaron al presidente de entonces a negarse a firmarlo; estas “dudas” estaban referidas a la capacidad nacional de sustituir a las transnacionales en la parte operativa y a que nos cierren la expansión de la actividad hidrocarburífera, con suspensión de inversiones y transferencia tecnológica. Era un desafío que había que afrontar ante el saqueo y la indignación del pueblo. La tendencia estatista avanzó cuando el 1 de mayo de 2006 se promulgó el Decreto de Nacionalización de los Hidrocarburos, que subió la participación del Estado de un 50% a 82%; visiones que se consolidan con la promulgación de la Constitución Política del Estado (CPE) Plurinacional en 2009.
Consulte: Octavio Carvajal Dalence
La rememoración viene como reflexión a la declaración del ministro de Hidrocarburos y Energías que señala que la Ley 3058 se constituye en “una dificultad para avanzar en una mayor exploración hidrocarburífera”, anunciando la socialización de una nueva ley. ¿En qué aspectos perjudica la ley?, no lo dice, sin embargo, suponemos se refiere a la participación del Estado en la renta y la propiedad de los hidrocarburos, elementos que están inscritos en la CPE y no pueden ser modificados por una ley. El cuestionamiento es al carácter del Estado, que dejó de ser neoliberal y asumió un norte de potenciamientos del país con la industrialización de los recursos naturales; sin duda, hay un problema existencial en el ministro. El problema no es nuevo, en la gestión de Evo Morales se trató de dar incentivos como el reconocimiento de un plus sobre los precios internos y los gastos de inversión, sin resultado alguno. Por otro lado, en esta gestión se han firmado siete contratos de operación que han sido mostrados como solución a la sequía del petróleo, empero, no dieron resultados, al igual que 17 contratos que están vigentes. ¿Por qué se mantiene y amplían los contratos si no les interesa? Más allá de la subida de sus acciones en la bolsa, lo hacen las compañías para presionar el cambio de las normas y, al final, el cambio del modelo de Estado y de gobierno.
La misma ley y la CPE establecen que, para ser independientes, debemos fortalecer la empresa estatal YPFB: “es la única facultada para realizar las actividades de la cadena productiva de hidrocarburos y su comercialización”. Esta entidad, convertida en rematadora de contratos en el neoliberalismo, pasaba a ser una empresa productiva, transición nada fácil; surgieron dificultades como los sueldos, elevándolos por encima de lo ganado por el Presidente, se buscó elevar el nivel técnico de los profesionales dando becas en el exterior. Se emprendió procesos de industrialización, como la planta de urea que no tiene el personal ejecutivo para darle continuidad a las operaciones, ni sortear las dificultades cotidianas; no se avanzó en la producción de plásticos. Si bien crece el consumo doméstico del gas, la sustitución energética se ha parado y hay incertidumbre de su provisión al futuro. No tiene rumbo YPFB.
En cuanto a la exploración en el período 2006-2019, YPFB invirtió directamente $us 4.378 millones, cifra nada despreciable, sin los resultados esperados; no es cuestión de suerte, la ingeniería es una labor científica que identifica los problemas y los soluciona, acción que se deriva de un personal capaz, dotado de los instrumentos necesarios. La actual administración programó para la presente gestión cerca de $us 400 millones; la noticia del fracaso de la exploración del pozo Astillero 1, donde se invirtió $us 67 millones, señala que Chaco Exploraciones contrató a una empresa extranjera para realizar el trabajo, es decir, no tiene la capacidad para realizar sus tareas específicas por su cuenta.
Nuestra independencia la lograremos creando nuestras propias capacidades, pero el colonialismo pende sobre nuestras cabezas; en la comprensión de esta realidad buscamos un mundo multipolar, por eso hablamos de integración de los pueblos del sur, de la alianza con los BRICS; pero este discurso se queda en lo declarativo y no se aprovecha para superar nuestro rezago tecnológico y económico.
La urgencia del momento no puede dejarnos extraviar con discusiones parlamentarias. ¡A trabajar, potenciando las capacidades de YPFB, humanas, técnicas y económicas!
(*) José Pimentel Castillo fue dirigente sindical minero