Voces

Monday 27 May 2024 | Actualizado a 15:03 PM

Recordando a Swann

Si Proust sólo hubiera publicado esa parte, le habría bastado para hacer su gloria literaria

/ 27 de julio de 2013 / 04:24

Se está recordando a Marcel Proust este 2013 por cumplirse 100 años de la publicación de Por el camino de Swann, el primer tomo de su hermosa novela En busca del tiempo perdido. Pero, pensándolo bien, y si tomamos en serio la potencia de los personajes que crean los grandes novelistas, quizá se tenga que recordar más bien a Carlos Swann, figura que domina como un faro esa magnífica primera parte publicada en 1913, aunque luego no deja de tener su importancia, cierto que de diferente cariz, a lo largo de los otros tomos que Proust fue entregando los siguientes años. Concretamente, dentro de ese tomo inicial, me refiero a las más de 200 páginas que hacen un paréntesis en el relato de la infancia de Marcel, el narrador. Esa parte retrocede años atrás, cuando éste todavía no había nacido. Es entonces que Swann conoce a Odette y el novelista se dedica a observar y hacer observar al lector, con una paciencia e inteligencia literaria irresistibles, la tragicómica evolución de su noviazgo.

Si Proust sólo hubiera publicado esa parte, le habría bastado para hacer su gloria literaria, creo yo. Pues toda su mágica prosa musical está ahí, sustentada en lo que no queda más que llamar la estructura irónica de la realidad. Además, tiene un grado de autonomía que puede hacerla funcionar como una novela independiente (como que hay una edición, traducida por José María Valverde, quiera Dios no tan española como la que yo tengo), aunque los proustianos radicales me condenen por esta blasfemia.

Digo esto porque leer Unos amores de Swann puede ser un gancho para que los lectores jóvenes se animen a “entrarle” a una obra que de otra manera intimida por su extensión y densidad (y no pierdan el tiempo leyendo fruslerías con dibujitos como las novelas de Roberto Bolaño).

Del todo impotente para intentar resumir la complejidad de la manera en que Proust construye la vida amorosa de Swann (todo un atrevimiento, por lo demás, querer hacerlo en unas cuantas líneas), quizá pueda en cualquier caso dar una idea de a qué me refiero con “estructura irónica de la realidad”, si repito la magnífica frase con la que termina este relato. Dice Swann: “Cada vez que pienso que he malgastado los mejores años de mi vida, que he deseado la muerte y he sentido el amor más grande de mi existencia, todo por una mujer que no me gustaba, que no era de mi tipo”.

Aunque terminar, lo que se dice terminar…, pues semejante conclusión penosa y graciosa no impide que de todas maneras Swann se case y tenga una hija con esa mujer, como lo vemos luego, en los siguientes tomos, ya plenamente en un plano de personaje secundario. Secundario porque ahora es el papá de esa hija de la que precisamente se enamora Marcel (los jóvenes toman el protagonismo, como corresponde). Más allá aun, nos enteramos de que la enfermedad lo ha matado prematuramente, convirtiéndolo en un recuerdo querido y polémico en las charlas de los varios personajes que le sobreviven, en ese océano social que pinta Proust, tan similar al real en su ruindad y belleza alternas. En fin, es un personaje con tanta riqueza, que alcanza ese objetivo de Wilde o Balzac de que los lectores lo recordemos casi como a una persona real.

Vasto e inalcanzable es el terreno sembrado por Proust en su novela. Donde se busca, se cosecha fructíferamente. Sobre lo que, a falta de otro nombre, llamaré psicología del amor, casi se especializa maliciosamente en el lado desolador de ese aspecto de la vida, y no en sus momentos buenos. Quizá además puso demasiado el acento en el poder esclavizante de los celos y en la posesión enfermiza, sin hacer justicia al caso opuesto, el de la indiferencia (Julián Sorel exclamando, una vez conquistado el objeto de sus deseos: “¿Y éste es el famoso amor?”).

En cuanto a la conveniencia o no de encontrar una explicación a las relaciones amorosas, llegados a cierta etapa de la vida, semejantes cuitas sólo pueden recibir como colofón el gracioso epitafio que John Dryden imaginó para su esposa: “Aquí yace mi mujer/ ¡dejadla yacer¡ / ella descansa finalmente / y yo también”.

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‘Trivium’

Farit Rojas

/ 27 de mayo de 2024 / 07:14

La educación clásica, descrita por el filósofo Francis Bacon, parte del llamado trivium que supone, en palabras de Bacon, tres etapas, tres vías, tres caminos. La primera, llamada fase gramatical, se refiere a las piezas básicas, a los llamados principios y cimientos del conocimiento en cada asignatura académica, en la formación clásica europea se encuentran como piezas básicas la Iliada y la Odisea. En esta primera fase se trata de absorber información, no se pide a los estudiantes que la evalúen, sino que la aprendan e incluso la memoricen, no es una fase sencilla pues se debe formar al estudiante en el hábito de la lectura. La segunda fase del trivium se denomina lógica y se refiere al estudio analítico de la información adquirida en la primera fase. En esta etapa se pide a los estudiantes dejar la memorización —sumamente útil como método fundamental de aprendizaje en la primera fase— y abrirse a la evaluación de lo que han leído, buscar conexiones causa-efecto, contexto histórico y estado de la ciencia en el momento en que se dijo algo que se leyó, es decir, problematizar aquello que se ha memorizado, por ejemplo si se trata de la Ilíada y la Odisea, comprender el tiempo de Homero, las relaciones bélicas entre griegos atenienses, espartanos, troyanos, etc. En la tercera fase del trívium, denominada retórica, los estudiantes deben aprender a expresar sus propias opiniones en base a lo que han memorizado (primera fase gramatical), lo que han analizado (segunda fase lógica) y, en consecuencia, estar listos para la expresión elegante y elocuente que contribuya a transformar su conocimiento, a darle una voz propia, pero con la rigurosidad de que sabe de lo que se está hablando. La fase retórica, que puede ser, en general, una exposición escrita, un ensayo, una monografía, permite llegar a afirmar una máxima de la escritura académica: la calidad de lo que se escribe depende de la calidad de lo que se lee.

Consulte: Libre determinación

La educación clásica, para Bacon, debe comenzar lo antes posible, pues los primeros dos pasos son complejos y muchas veces demandan mucho tiempo y compromiso de los estudiantes, y es que en la idea del trivium lo que está en juego es una técnica de lectura y una técnica de escritura, en la primera se exige aprender saberes básicos, piezas básicas del conocimiento, y ello demanda tiempo y paciencia. Si se salta la primera fase del trivium es posible encontrar estudiantes que opinan de una obra sin haberla entendido rigurosamente, o escriben ensayos y monografías de baja calidad, por ello es necesario afirmar que primero se debe entrenar a los estudiantes a entender, para luego evaluar y finalmente escribir, para formar y expresar una opinión rigurosa, cercana a la demanda académica clásica. El trivium sigue siendo el ejemplo de una educación clásica.

(*) Farit Rojas es abogado y filósofo

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EEUU, la fiera herida

Este fin de mes, oiremos pues su maullido, junto al rugido estertóreo de la fiera herida que ya empieza a dar sus primeros coletazos

Javier Bustillos Zamorano

/ 27 de mayo de 2024 / 07:09

Así como cayeron antiguos imperios, el estadounidense se acerca progresivamente a su fin, en un declive imparable que lo hace aún más peligroso, como ese animal herido que al sentirse acorralado ataca con más fiereza. Unos dicen que comenzó después de la Segunda Guerra Mundial, porque no aprovechó el fortalecimiento económico que le había dado una Europa destruida, que se recuperó pronto, hasta quitarle el monopolio de las bombas atómicas. Otros dicen que se debe a sus fallas y debilidades internas, agravadas por el crecimiento de otras potencias como China.

Lea: CIDH, el viejo ariete

El diagnóstico más reciente (abril de 2024) lo dio un grupo de académicos de la  Rand Corporation en una investigación titulada Declive relativo de la posición de Estados Unidos, al que tuvo acceso el periodista David Ignatius del diario The Washington Post. El análisis, solicitado por el propio Pentágono, dice que “su posición competitiva se ve amenazada, desde dentro, por la ralentización del crecimiento de la productividad, el envejecimiento de la población, un sistema político polarizado y un entorno informativo cada vez más corrupto. Desde fuera, por el creciente desafío directo de China y la menor deferencia hacia el poder de Estados Unidos por parte de docenas de países en desarrollo”.

La decadencia, añade, también se debe “a la adicción al lujo, a la incapacidad de seguir el ritmo de las demandas tecnológicas, una burocracia osificada, pérdida de virtudes cívicas, sobrecarga militar, élites interesadas y beligerantes, y prácticas medioambientales insostenibles”. Sobre su economía, cita las advertencias del Fondo Monetario Internacional sobre el elevado nivel de deuda y gasto públicos «que están contribuyendo al recalentamiento de la economía, lo que dificulta a la Reserva Federal la tarea de derrotar a la inflación». Y concluye: “Cuando las grandes potencias han perdido una posición de preeminencia o liderazgo debido a factores internos, rara vez han invertido esta tendencia”.

En otra investigación, de 2019, llamada Ascenso y declive de Estados Unidos en la hegemonía mundial, Alejandro Dabata y Paulo Lealb, de la Facultad de Economía de la Universidad Nacional Autónoma de México, confirman que la supremacía estadounidense está en un franco período de declinación, «lo que implica una transformación profunda que probablemente genere el fin de su hegemonía y se transite a un mundo multipolar». De China, dicen que se ha convertido en el primer productor de manufacturas del mundo con la mayor participación en el Producto Interno Bruto mundial. Que hoy es el mayor exportador, con niveles muy altos de innovación y de generación de conocimiento.

“Al igual que EEUU lideraba al mundo desde inicios del siglo XX, China lo hace desde inicios del siglo actual, lo cual parece ser una tendencia irrefrenable”, dice el análisis. Y concluyen con esta advertencia: “EEUU ha pretendido mantener su hegemonía basándose en la intimidación militar y económica… existe una posibilidad de que realice actos de provocación contra China para generar una Tercera Guerra Mundial que fortalezca su hegemonía”.

Precisamente esto, un acto de intimidación, veremos en los próximos días, cuando en el mar argentino arranquen los ejercicios militares denominados Southern Seas (Mares del Sur) 2024, promovidos por el Comando Sur del ejército estadounidense y en el que participarán soldados de Reino Unido, Países Bajos, Argentina, Canadá, Colombia, Perú, Chile, Ecuador, Uruguay y Paraguay. Pasado mañana, llegará a esas aguas uno de los más poderosos portaaviones norteamericanos, el USS George Washington, de propulsión nuclear, que tiene un largo de más de 330 metros y un ancho de 76, que posee avanzados sistemas de radar, una capacidad para albergar a 3.200 tripulantes y a 90 aviones y helicópteros.

Llegará junto a otros dos buques, el destructor cazamisiles USS Porter y el petrolero de reabastecimiento Lenthall, que según informes del Pentágono serán recibidos «con honores especiales» por el presidente Javier Milei. Una demostración de fuerza que emociona al mandatario argentino, que quiere convertir a su país en socio global de la organización guerrerista OTAN. Este fin de mes, oiremos pues su maullido, junto al rugido estertóreo de la fiera herida que ya empieza a dar sus primeros coletazos.

(*) Javier Bustillos Zamorano es periodista

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El fenómeno Galindo y Saavedra

El compadre Palenque y Radio Televisión Popular eran el cobijo mediático que servía de una especie de catarsis

Sacha Llorenti

/ 27 de mayo de 2024 / 07:05

Los momentos de crisis también están acompañados por expresiones canalizadoras de la frustración popular, el hastío y la desesperación del pueblo. En los años 80 y principios de los 90, esa frustración encontró un cauce de desahogo y una mano solidaria en la Tribuna Libre del Pueblo de Carlos Palenque y Remedios Loza.

El compadre Palenque y Radio Televisión Popular eran el cobijo mediático que servía de una especie de catarsis que además de entender el sufrimiento del pueblo, ofrecía un altavoz para el grito colectivo ante la indolencia del Estado y de un modelo económico que condenaba a la gente a la miseria. Desde ese espacio, no solo interpelaban al Estado, sino que lo sustituían, convirtiendo el poder simbólico en poder político.

Revise: Tres discrepancias con Álvaro

La presión popular trajo consigo un proceso de transformaciones políticas, económicas, sociales y culturales que llevaron a la gente a confiar en el Estado. Éste aparecía en forma de bonos, rentas, escuelas, carreteras y la construcción de una institucionalidad que, en teoría, estaba diseñada para resolver los problemas individuales y colectivos.

En el presente, con gran éxito mediático y utilizando para ello, con mucha habilidad, las redes sociales, aparecieron los fenómenos de María Galindo y de Mamen Saavedra. Una, desde el occidente, y el otro, desde el oriente, demostraron representar los intereses de la ciudadanía mucho mejor que cualquiera de las instituciones estatales.

María Galindo, con una larga y reconocida trayectoria como activista feminista, militante, escritora y comunicadora, realiza intervenciones en las que el objetivo es la disrupción. Ella irrumpe, abre las puertas de las instituciones que para la ciudadanía están cerradas, interpela a funcionarios, los baja del pedestal del título académico o del cargo circunstancial, increpa al Estado y a sus funcionarios, y acompaña a las víctimas de la apatía o el maltrato. Galindo, al decir y al gritar, traduce la frustración y representa una catarsis colectiva.

Mamen Saavedra, a diferencia de Galindo, es servidor público, pero es un funcionario atípico. Su condición de concejal del municipio de Santa Cruz de la Sierra le ha servido para materializar una campaña de lucha contra la corrupción sin precedentes. También acompañado de las redes sociales, y con mucha sofisticación, ha puesto en evidencia las redes de corrupción, ineficiencia y negligencia, tanto en la alcaldía de esa ciudad como en otras instituciones. Utiliza figuras que en otros países son muy usadas para combatir a la delincuencia, como las del “agente encubierto” o “agente provocador”, registra en video o grabaciones los actos de corrupción y, luego, los difunde masivamente.

Una de las grandes diferencias entre el fenómeno Palenque y el de Galindo y Saavedra es que el primero surgió ante la ausencia de Estado. En cambio, el segundo surge ante el desinterés e inoperancia de una larga lista de instituciones que deberían llenar ese vacío, como la Defensoría del Pueblo, las instancias de lucha contra la corrupción, el Viceministerio de Defensa de los Derechos del Usuario y del Consumidor, las Defensorías de la Niñez y Adolescencia o servicios de defensa de víctimas.

Los fenómenos sociales y políticos como los de Galindo y Saavedra prestan un gran servicio a la población, contribuyen a resolver problemas concretos de las personas, develan la ineficiencia institucional y su surgimiento sirve también como una constatación del lamentable retorno del Estado indolente.

(*) Sacha Llorenti es exministro de Estado

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Proyectos de energía eléctrica

Podemos concluir que se ampliaron la cobertura y la provisión de energía eléctrica a nivel nacional

Horacio Valle

/ 27 de mayo de 2024 / 07:01

Ante un escenario económico que genera incertidumbre y especulación, considero importante realizar una reflexión sobre los proyectos de energía eléctrica en los que se invirtió en gestiones pasadas y hoy representan una oportunidad para mejorar dicho contexto.

La ejecución presupuestaria de proyectos de inversión a cargo de empresas filiales de ENDE Corporación, desde 2012 a 2022, fue de Bs 26.214 millones, de los cuales un 26% fueron proyectos de generación de energía, un 43% fue destinado a proyectos de transmisión y un 31% en proyectos de distribución. Este hecho ha marcado una tendencia importante de mejora en el Índice de Consumo de Energía, el cual es un indicador que considera la evolución y el comportamiento del consumo de energía eléctrica del sector público y privado, desagregados en diversas categorías como doméstico, industrial, minería, alumbrado público, pueblos, entre otros.

Consulte: Acuerdo Gobierno-empresarios

Efectivamente, este índice a nivel mundial es empleado como un indicador de desarrollo y crecimiento económico, toda vez que dentro el sector industrial es un indicador del nivel de actividad económica en razón que los sectores de manufactura, minería y construcción demandan grandes cantidades de energía. Asimismo, a medida que una sociedad se urbaniza, la demanda de electricidad aumenta para proveer de energía a infraestructuras urbanas, viviendas, transporte eléctrico, servicios públicos y comunicaciones.

Por otra parte, también indica una mejora en la calidad de vida, ya que las familias usan más electrodomésticos, dispositivos electrónicos, aire acondicionado y calefacción. De igual manera, muestra el crecimiento económico del sector servicios, en razón que las oficinas, comercios, entretenimiento y telecomunicaciones demandan mayores cantidades de energía. Al mismo tiempo, en economías más desarrolladas o en desarrollo existe una tendencia a desplazar el consumo de energía hacia fuentes más limpias y sostenibles, lo que puede incrementar el consumo de electricidad, así como los procesos que aumentan la digitalización y la automatización.

En efecto, en 2005 este indicador tuvo un valor de 2.924 y mostró un carácter creciente hasta 2019, disminuyendo su valor en 2020 por los ya conocidos efectos de la pandemia del COVID-19, recuperándose en los años posteriores hasta alcanzar un máximo de 7.258 en 2023, el más alto registrado desde 1990, por lo cual existió un evidente incremento de este indicador que refleja mayor crecimiento y desarrollo económico. Este aspecto puede corroborarse cuando se observan las estadísticas de generación y consumo de energía eléctrica a nivel nacional, toda vez que en 2005 se generaron 4.694 gigavatios y el consumo fue de 4.194 gigavatios; mientras que en 2022 se generaron 11.513 gigavatios y se consumieron 10.565 gigavatios, un destacable crecimiento del 145% y 152%, respectivamente.

Por citar un ejemplo, el Programa de Electrificación Rural se enfocó en la contribución para la reducción de la brecha de la pobreza entre el área rural y urbana, siendo una de sus causas principales las diferencias de acceso a infraestructura y servicios públicos básicos, por lo cual éste programa promueve el uso productivo de la energía beneficiando a más de 28.000 hogares, lo cual incrementó la cobertura y universalización del servicio eléctrico en el área rural.

En este sentido, podemos concluir que se ampliaron la cobertura y la provisión de energía eléctrica a nivel nacional, que junto a la infraestructura caminera constituyen proyectos que apoyan al desarrollo productivo; sin embargo, es necesario que exista un complemento adicional sustancial que ofrezca mejoras institucionales jurídicas, replanteamiento de aspectos impositivos, arancelarios, mercado de divisas, subvenciones, optimización de procesos para la importación y exportación, normativa laboral, entre otros, lo cual promoverá la inversión y la generación de empleo, en sectores que posean una ventaja competitiva y tengan identificados mercados tanto nacionales como extranjeros, que abarquen la producción de grandes y medianas empresas, así como pequeñas y microempresas, siendo estas dos últimas las que mayor cantidad de mano de obra absorben, por lo cual generan mayor cantidad de empleos directos.

(*) Horacio Valle es economista

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Casos y cosas del Bicentenario (I)

/ 26 de mayo de 2024 / 00:30

“Que 20(0) años no es nada… que febril la mirada que errante en la sombra te busca y te nombra…”

Cierto, se trata de la letra de un tango sentimental citado de memoria. Añadiendo un cero a la cifra de años e imaginando el amor perdido tal si fuera amor a la patria, asomó a mi cabeza el momento en que decidí dedicar esta quincena al tema del Bicentenario.

Dos siglos. ¿Es poco o es mucho?

Por alguna razón que quizá puedan desentrañar los psicólogos, los seres humanos tendemos a dar una significación especial a los números redondos y mitades. De ahí las “bodas de plata” (25 años), las “bodas de oro” (50), los centenarios (100), los sesquicentenarios (150), los bicentenarios (200), los milenios (1000) y más.

Quienes hicimos una vida consciente en la segunda mitad del siglo XX, tuvimos el privilegio de saborear los ecos del primer centenario de Bolivia (1925) y del IV Centenario de la fundación española de la ciudad de La Paz (1948). Y de modo vivencial el Sesquicentenario de la Constitución de Bolivia (1975), el V Centenario del “descubrimiento” de América por los españoles (1992, “encuentro” según algunos y “encontronazo”, según otros). Y, no es poca cosa, atravesamos en carne propia los cambios de centenario y de milenio (1999-2000, siglo XX-siglo XXI).

Falta nada más que un año y algunos meses para arribar a la fecha exacta del Bicentenario de Bolivia (6 de agosto de 2025), las conmemoraciones ya han comenzado, aunque lamentablemente en un clima de incertidumbre, polarización y predominio de acciones politiqueras de la peor especie, provenientes tanto del mundo oficial como de las oposiciones, la tradicional y la nueva. Se podría esperar que por el Bicentenario se haga un alto y se realizaran debates sobre algunos horizontes que podríamos construir juntos la mayoría de bolivianos y bolivianas. Nos proponemos abordar estos temas, aun a riesgo de que se considere que hacerlo es como predicar en el desierto.

He aquí un primer dato: el 6 de agosto no cae de los cielos. Si bien puede considerarse como un hito, hay varios procesos previos y posteriores a tomar en cuenta, un antes y un después que corresponde examinar. En lo inmediatamente anterior, está el cruce del río Desaguadero por el ejército liberador grancolombiano al mando del mariscal Sucre, su consiguiente ingreso a territorio altoperuano y la emisión el decreto convocando a una asamblea deliberante (9 de febrero de 1825), para decidir la suerte de las provincias bajo jurisdicción de la Audiencia de Charcas. Eventos que tuvieron lugar como consecuencia directa del resonante triunfo de las armas patriotas en la Batalla de Ayacucho (diciembre de 1824).

El dato interesante es que antes de que llegara Sucre, las tropas de la División de los Aguerridos, fruto de las guerrillas de Ayopaya y Sica Sica, comandadas por José Miguel Lanza, tomaron la ciudad de La Paz.

En abril, cercado por sus propias tropas sublevadas, fue derrotado y muerto en Tumusla el último general realista, Pedro Antonio de Olañeta, que se había rebelado contra los mandos españoles “constitucionalistas” y rechazaba la capitulación de Ayacucho.

La fecha de la fundación no fue elegida al azar. Precisamente el 6 de agosto, un año antes (1824) ocurrió la Batalla de Junín en la que las huestes patriotas comandadas por Bolívar, se impusieron sobre las fuerzas realistas. Junín fue como el preámbulo para el golpe final de Ayacucho. El acta de la independencia de lo que fue inicialmente la República Bolívar, se firmó el 6 de agosto, precisamente en homenaje al primer aniversario del triunfo de Junín, entonces ojo, esta batalla tendrá su propio bicentenario en agosto del presente año.

Por supuesto, las anteriores líneas se refieren a un corto periodo de la guerra de la independencia. Hay mucho más para compartir…

Carlos Soria Galvarro es periodista

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