Copia fiel del testamento de Napoleón se subastará en $us 162.000
París. Los documentos son los únicos que no están en poder del Archivo Nacional de Francia
Encerrado en su exilio forzoso en Santa Helena, cuando veían acercarse la muerte, Napoleón ideó una estratagema para engañar a sus captores ingleses y hacer llegar a Francia rápidamente su testamento, una copia del que se subastará en noviembre.
Ante la sospecha de que los ingleses secuestrarían sus últimas voluntades, el emperador hizo que uno de sus lugartenientes, el conde de Montholon, hiciera una copia de las mismas. Al no estar escrito por el propio Napoleón, el texto pasó inadvertido a los guardianes.
La casa de subastas Drouot pondrá a la venta el 6 de noviembre dos de los documentos redactados por Montholon al dictado de Napoleón, considerados como piezas clave del “cuerpo testamentario” del emperador y que son los únicos que no están en manos de los Archivos Nacionales galos. El precio estimado de los documentos es de entre $us 108.000 y $us 162.000.
“El testamento de Napoleón es amplio: lo escribió y lo fue ampliando a lo largo de sus últimos meses de vida. Estos dos documentos forman parte del mismo y son importantes para entender cómo la última voluntad de Napoleón llegó a Francia tras su muerte”, explicó el comisario de la venta, Christophe Castandet.
Como sospechaba Napoleón, los ingleses se llevaron el testamento original, guardado bajo llave en los archivos británicos. Pero en Francia se supo pronto su contenido gracias a las copias efectuadas por el lugarteniente del emperador. En particular, su voluntad de ser enterrado en suelo francés. “Deseo que mis cenizas reposen en la ribera del Sena, en medio de ese pueblo francés al que tanto he amado”, redactó el emperador pocos días antes de su fallecimiento el 5 de mayo de 1821.
Los documentos subastados en noviembre tienen fecha del 16 de abril de ese mismo año. Napoleón estaba ya moribundo, apenas podía sostener la pluma y, postrado en su lecho, dictaba sus últimas voluntades a Montholon, el único que tenía permiso para compartir la habitación del emperador en su residencia de Longwood.
Repartió los bienes que tenía en Santa Helena entre sus fieles, para evitar que fueran confiscados por sus captores, y dejó sus posesiones en manos de su familia, en particular de su hijo y de su “muy querida y buena madre”, según la fórmula empleada por el famoso emperador de los franceses. El texto permaneció en manos de la familia Montholon hasta que comenzó a vender sus fondos documentales poco a poco, de forma que hasta ahora estaban en manos de una colección privada.