Morales-Bachelet, el idilio que no acercó a Bolivia al mar
El idilio Bachelet-Morales, durante las primeras gestiones de ambos, tuvo como resultados objetivos abrazos, intercambios de regalos protocolares y sonrisas ante los medios de comunicación; sin embargo, nada de eso sirvió para que Bolivia se acerque siquiera un paso al mar.
El idilio político de los presidentes Evo Morales y Michelle Bachelet empezó bajo el signo del desprendimiento. Un día antes de la posesión de la chilena, el 11 de marzo de 2006, hubo un acto en el que organizaciones sociales y políticas de izquierda del país vecino pretendían homenajear a Morales en el Estadio Nacional de Santiago.
Los rumores comenzaron a circular. Se creía que el Mandatario boliviano, en su discurso, hablaría en contra de su futura colega o lo que sería aún peor, que aprovecharía el escenario otorgado por los mismos chilenos para lanzar un libelo contra ese país en referencia de la usurpación de las costas en el océano Pacífico boliviano en 1879 nada menos que en la capital del poder de Chile… Nada menos que en la víspera de la posesión de Bachelet.
Ninguna de las habladurías terminó por ser cierta. Incluso el cónsul de entonces Roberto Finot dijo que Morales estaba dispuesto a no asistir al evento si había la susceptibilidad de que él ensombrezca el día de investidura de la chilena y que de ningún modo se referiría al tema marítimo durante su discurso.
Al final, nada de lo que temían sucedió y el acto se realizó con normalidad, pero queda el gesto de Morales que daba la posibilidad de no asistir a su propio homenaje, si eso iba a generar algún tipo de incomodidad.
Ése sería el inicio de una suerte de romance entre ambos presidentes. Ambos se prodigarían sin reserva abrazos, sonrisas y regalos por aquí y por allá, cosa por demás inusual entre los dos países que no tienen relaciones diplomáticas desde 1978 hasta la fecha. El “flirteo bilateral” llegó incluso a la comedia cuando la hermana del Presidente, Esther Morales, dijo a la prensa que Bachelet sería una buena novia para el Presidente boliviano…
En fin… El galanteo continuó los siguientes meses de manera auspiciosa hasta que el 18 de julio de 2006 Bolivia y Chile, por una decisión de los presidentes de ambas naciones, anunciaron el inicio de un diálogo bilateral prácticamente irrestricto: la Agenda de 13 puntos.
El primer punto estableció el desarrollo de una “confianza mutua” entre las dos naciones. También se incluía la integración fronteriza, el libre tránsito, la integración física, la complementación económica, lucha contra la pobreza, seguridad y defensa, lucha contra el narcotráfico, educación cultura, además del punto “otros” que dejaba abierto el diálogo.
Estos 13 puntos parecieron muy buenos a todos, sin embargo, lo importante de la agenda es que no dejaba de lado el conflicto por el desvío de los acuíferos del Silala y sobre todo al tema marítimo, que al final de cuentas es lo que interesa más a Bolivia.
Se presentó la agenda como si fuera el descubrimiento de la pólvora, no obstante, el expresidente Carlos Mesa recuerda que en realidad el primer antecedente es el de Algarve (Portugal), en 2000, cuando los presidentes Lagos y Banzer acuerdan realizar un diálogo “sin restricciones”, que es lo mismo que decir que se incluiría el tema marítimo. En ese sentido Mesa dice: “La agenda abierta no es algo que se ‘inventó’ con Bachelet. Se planteó y concretó por primera vez en 2000 entre los gobiernos de Banzer y Lagos”.
El 21 de julio de 2006, Morales y Bachelet se encontraron en Córdoba, (Argentina) y se reunieron por media hora. El Jefe del Estado boliviano afirmó aquella vez: “Estamos en la obligación de complementarnos con Chile en función de las necesidades de nuestros pueblos y por eso tengo mucha esperanza en esta nueva etapa de relaciones del país, buscando soluciones a nuestros problemas”.
Declaraciones de este tipo develan que Morales realmente creyó que se abría un nuevo ciclo, distinto al distraccionismo de otras administraciones chilenas sobre el tema marítimo. Al menos, esas señales parecían mandar el discurso de moda que se iba esparciendo en Latinoamérica desde Bolivia bajo el nombre de “diplomacia de los pueblos”, todo mientras continúan los saludos y sonrisas protocolares cada vez que el Mandatario y Bachelet coinciden en alguna cumbre o encuentro.
El día del mar de 2007, Morales todavía creía en que el diálogo y la Agenda de 13 puntos darían resultados: “Estamos en otros tiempos, de buscar soluciones a los problemas sociales y económicos mediante el diálogo”, señaló.
Los años pasaron reiterándose declaraciones de esta naturaleza por ambos lados hasta que llegó 2010: Morales, en su segunda asunción de mandato, instó a Sebastián Piñera (ese momento presidente electo) a respetar la agenda.
De ahí a adelante, las relaciones pasaron de las aparentes buenas intenciones de Bachelet a portazos diplomáticos de Piñera. Los dimes y diretes fueron y volvieron hasta que el 23 de marzo de 2011 el Presidente boliviano anunció la decisión de iniciar una demanda contra Chile (en la Corte Internacional de Justicia de La Haya) en respuesta a la falta de voluntad chilena de resolver el tema pendiente del mar.
“No se puede presumir que el idilio será lo que fue en el primer gobierno Morales-Bachelet. Recordemos también que la agenda de los 13 puntos no significó nada en la realidad”, juzga Mesa.
El excanciller Javier Murillo cuestiona ese “tipo de acercamiento entre presidentes”. El “único acercamiento que nos interesa con Chile es aquél que nos aproxime al mar. No nos importa que los presidentes se abracen y se lleven bien”, si es que no va a ser para encontrar soluciones concretas que lleven a que Bolivia tenga una salida soberana al océano.
Es por eso que una de la últimas declaraciones de Morales sobre Bachelet fue: “Creemos que ha habido una trampa durante la gestión de Bachelet, en los 13 puntos, en el tema del mar. A mí me invitaba a algunas reuniones de manera reservada, (yo decía) ¿qué propuesta habrá? No hay ninguna propuesta, (luego) desayuno reservado. ¿A ver? ¿Qué propuesta habrá? Para nada, igualmente con Piñera”.
Como conclusión habrá que recordar lo que decía Bachelet el 11 de marzo de 2006 en su discurso de posesión en La Moneda refiriéndose a una generalidad y no precisamente a Bolivia: “Ha llegado el momento en que nos miremos unos a otros, cara a cara, sin resquemores ni suspicacias. El pasado es lo que es: pasado”.
Si el lector se toma la licencia de transferir la generalidad de la anterior afirmación a las relaciones bilaterales en referencia al mar, se espera que Bachelet no piense lo mismo de la deuda histórica que Chile tiene con Bolivia. En casos así, un lugar común como “lo pasado, pisado” no puede tener cabida, tal ha sido la posición del Gobierno al momento de asumir la decisión de ir a La Haya.