¿Proyecciones estables?
No existe una única receta o modelo económico infalible que evite tiempos difíciles
La CEPAL acaba de publicar el Balance Preliminar de las Economías de América Latina y el Caribe 2014. Este estudio estima que el Producto Interno (PIB) de Bolivia crecerá 5,5% durante la próxima gestión, cifra superior al promedio de las economías del continente. Sin duda esta proyección es alentadora en un contexto de aparente contracción económica.
El documento alerta sobre una posible desaceleración económica en la región, originada por el estancamiento de la eurozona, el “enfriamiento” del mercado chino y la débil recuperación industrial de Estados Unidos. Todos estos factores se podrían magnificar ante la volatilidad de los mercados financieros y la tendencia a la baja del precio del petróleo y minerales.
Si bien la economía nacional luce aparentemente sólida en este escenario internacional incierto, las autoridades en materia de economía deberían meditar y preguntarse sobre el grado de soberanía que tiene este crecimiento esperado ante los posibles shocks externos, toda vez que Bolivia no es una isla, a pesar de su estado injusto de mediterraneidad. Dos preguntas resultan pertinentes: ¿hasta cuándo durará esta bonanza económica?, y ¿qué sucederá cuando termine esta época de auge?
Antes de responder a estas interrogantes se debe tomar en cuenta un par de consideraciones, que por cierto son enseñadas en los primeros cursos de economía. Primero, toda economía enfrenta ciclos de alza y baja, es decir que en algún momento el crecimiento llegará a un punto de inflexión y se convertirá en recesión, para posteriormente retomar la senda expansiva. Segundo, existe una mayor vulnerabilidad económica en la medida en que la base productiva no esté diversificada y sea dependiente del sector externo.
Entonces un ensayo de respuestas podría ser el siguiente. En la medida en que la economía nacional tenga un alto grado de concentración en los rubros extractivos de hidrocarburos y minería, que son altamente dependientes de los buenos y malos humores de los mercados internacionales, o se base en los sectores de servicios financieros y construcción, que son altamente sensibles a los ciclos económicos, el crecimiento del 5,5% puede rápidamente dar un giro inesperado hacia un estancamiento o una indeseable desaceleración. Por tanto, el crecimiento proyectado por la CEPAL resulta altamente dependiente del sector externo, con escaso control del destino económico nacional.
Lo cierto es que la historia económica boliviana alerta sobre la posibilidad de cometer sistemáticamente el mismo error de creer que las bonanzas son eternas y que el crecimiento está asegurado. No existe una única receta o modelo económico infalible que evite tiempos difíciles, pero sí debería primar un principio de prudencia, previsión de futuro, además de una visión de país diversificado e industrializado.