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Thursday 9 May 2024 | Actualizado a 05:11 AM

¿Vivimos un apocalipsis global de los insectos?

Los parabrisas de los automóviles ya no quedan cubiertos por insectos aplastados.

/ 1 de junio de 2018 / 10:31

A 56 años de que Rachel Carlson advirtió en su libro Primavera silenciosa (Silent Spring) sobre las muertes de aves por el uso de pesticidas, parece que nos encontramos ante una nueva crisis biológica. Un estudio publicado en diciembre del año pasado documentó un declive del 76% en la biomasa de los insectos voladores que cayeron en redes en varios lugares de Alemania a lo largo de las últimas tres décadas. Las pérdidas a mediados del verano, cuando estos son más numerosos, superaron el 80%. Este alarmante descubrimiento, en esencia obra de naturalistas aficionados que forman el grupo de voluntarios Sociedad Entomológica Krefeld, genera un cuestionamiento evidente: ¿Esto sucede en otras partes del mundo?

Desafortunadamente no es fácil responder esa pregunta porque hay otro problema: una disminución a nivel mundial de naturalistas de campo que estudien estos fenómenos. En la actualidad, la mayoría de los científicos viven en las ciudades y tienen poca experiencia con animales y plantas silvestres. Incluso se ha puesto de moda entre algunos educadores menospreciar la enseñanza de la historia natural y los hechos científicos que pueden ser memorizados con exámenes para en cambio favorecer conceptos teóricos. Esa actitud podrá funcionar para la discusión teórica de la física y las matemáticas, pero no basta para comprender a los organismos y ecosistemas complejos del mundo real. Sirven poco los modelos y las ecuaciones de computadora si no se pueden contrastar con la información de campo.

¿Estamos en medio de un apocalipsis global de insectos que la mayoría de nosotros no ha percibido? He aquí otro detalle: en el noreste de Estados Unidos se ha reportado un declive de décadas en la población polinizadora de las polillas halcón, pero se desconocen sus causas y consecuencias, porque se sabe muy poco sobre la ecología de estos insectos. En días pasados, reunir ese tipo de información habría sido un respetable trabajo de vida para, un Humboldt o un Darwin. Ahora, a menudo se ignoran estas criaturas porque estudiarlas no garantiza publicaciones, titulares de periódicos ni becas que brinden antigüedad y prestigio en la vida académica.

Así, solo podemos trabajar con poco más que evidencia anecdótica. En un artículo reciente publicado en The Telegraph se destacó que los parabrisas de los automóviles en Reino Unido ya no quedan cubiertos por insectos aplastados. Me acordé de las diminutas alas, patas y antenas que solían manchar el frente de mi auto después de conducirlo a mediados del verano en la década de los 70. Hoy en día conducir por el norte de Nueva York, donde vivo, deja apenas una mancha. ¿Es porque los autos son más aerodinámicos? No creo.

¿Qué hay detrás de la disminución? Lo más probable es que no sea el cambio climático, según los investigadores del estudio alemán, quienes también monitorearon el clima local durante la investigación. ¿Se deberá entonces a estrellarse contra los vehículos? A pesar de mi experiencia y las observaciones de las salpicaderas en Reino Unido, un estudio de 2015 estima que cada año miles de millones de insectos mueren en América del Norte a causa de los autos y los camiones. Los autores del estudio solicitaron una investigación adicional para determinar si lo que hallaron “contribuye al declive sustancial de los insectos polinizadores que está ocurriendo a una escala mundial, lo cual pone en riesgo el funcionamiento ecológico de las áreas naturales y la productividad agrícola”.

Sin embargo, es probable que los autos no sean los culpables respecto a la disminución notada en el estudio de Alemania, porque éste se concentró en reservas naturales, donde es mínima la matanza de animales en los caminos. Para algunos expertos, por medio del proceso de eliminación, los pesticidas son los principales sospechosos.

¿Por qué nos debería importar este nuevo silencio de los bichos? Si en verdad hubiera una disminución global de insectos voladores, estaría en problemas todo un sector del reino animal, uno que representa una inmensa diversidad de formas de vida, desde mariposas y escarabajos, hasta sírfidos y libélulas. El eminente biólogo Edward Wilson, quien ha pasado gran parte de su vida estudiando a las hormigas, ha advertido: “Si toda la humanidad desapareciera, el mundo se regeneraría al estado rico de equilibrio que existía hace 10.000 años. Si desaparecieran los insectos, el medioambiente colapsaría hasta quedar en caos”.

Así que, ahí lo tienen: ¿lo que sea que ha provocado la muerte de estos insectos podría también ser una amenaza para nosotros? Los reportes del declive en la población de abejas de la miel (Apis melífera) palidecen ante el desplome en la población de bichos en Alemania; tal vez no en escala, pero sí en pérdida de biodiversidad. Los insectos representan la gran mayoría de todas las especies animales. Debido a que son polinizadores y una parte vital de la cadena alimenticia, su ausencia tendría un impacto profundo en el origen de la vida en la Tierra.

Soy un científico especializado en lagos y, al igual que mis colegas, he tenido complicaciones para explicar nuestro propio misterio: una reestructuración de las comunidades de plancton en los lagos a nivel mundial en décadas recientes, lo cual hemos documentado al examinar muestras de sedimentos extraídas del fondo de los cuerpos de agua. Esto podría significar problemas para la calidad del agua, la pesca u otros aspectos de la ecología de los lagos. Si no hubiéramos tomado tales muestras, la escala geográfica de este cambio podría haber pasado desapercibida, porque no suele haber suficiente financiamiento ni un monitoreo riguroso de campo para estudiar la composición del plancton en los lagos.

Los insectos representan la gran mayoría de todas las especies animales. Algunos expertos han atribuido la variación en las comunidades de plancton al cambio climático; otros, a la contaminación por nitrógeno de los vertidos agrícolas, pero necesitamos más estudios de campo a largo plazo para confirmar la causa y anticipar sus efectos. La información sobre los insectos que recabaron los investigadores alemanes sugiere otra posibilidad. ¿Acaso los químicos agrícolas podrían envenenar los organismos acuáticos, entre ellos el plancton y los insectos que empiezan sus vidas como larvas acuáticas? Es algo que sencillamente no sabemos.

En Reino Unido, la noticia sobre los choques de los insectos contra los autos se basó en un estudio que recuperó datos provenientes de voluntarios que monitorearon “aplastómetros” con forma de rejilla que tenían en sus matrículas. Necesitamos más de este tipo de colaboración masiva dirigida por científicos. Los ciudadanos científicos y algunas comunidades universitarias orientadas a la investigación de campo, como mi universidad (Paul Smith’s College), están convirtiendo sus patios, jardines, lagos y bosques en estaciones de monitoreo a largo plazo. Algunos centros de referencia en línea como iNaturalist, Budburst y North American Breeding Bird Survey reúnen y archivan información de campo para que la utilicen otras personas, y muestran que muchas especies están cambiando sus rangos y sus hábitos migratorios en respuesta al cambio climático.

Durante décadas, investigadores asociados con una red de más de dos decenas de centros de monitoreo ecológico a largo plazo en EEUU también han llevado a cabo investigaciones de campo más detalladas. Sin embargo, estos esfuerzos aún no son suficientes para mantener el registro de un mundo que cambia a gran velocidad. Necesitamos nuevas generaciones de profesionales capacitados en la biología y la ecología de campo para concentrarnos en criaturas menos carismáticas o con un valor comercial menos significativo que las aves cantoras y las abejas melíferas.

En 1996, un editorial que publicó Conservation Biology advirtió que “los naturalistas se están acabando”, y postuló la pregunta: “¿La próxima generación de conservacionistas no será más que una bola de nerds que pasarán el tiempo en su computadora y no habrán adquirido ningún tipo de conocimiento de historia natural de primera mano?”.

Dos décadas después, empezamos a percatarnos de la suerte que tenemos de contar con expertos y naturalistas aficionados que observen y registren el destello distintivo de una luciérnaga o el suave repiqueteo que producen las alas de una libélula. Pero necesitamos más de ellos, y pronto.
Curt Stager

Es profesor de Ciencias Naturales en la universidad Paul Smith’s College, su ultimo libro es Still Waters:

The Secret World of Lakes (“Aguas tranquilas: el secreto mundo de los lagos”). © New York Times News Service, 2018.

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Antihombres a la carta

/ 8 de mayo de 2024 / 12:53

Habló Andrónico Rodríguez, se incendian los discursos, se exhiben los fundamentalismos, afloran los indignados. Se descaran, o se desenmascaran, que para el caso es lo mismo. Nos paramos en una acera o en la otra, mientras ayer enterraron a Viviana, hoy mataron a Remigia. Mañana, con seguridad, seguiremos descontando.

¿Que la Ley 348 debe modificarse? Por supuesto que sí, el sistema de justicia y sus operadores instalan y replican decenas de obstáculos para que la norma no cumpla su cometido, lo sabemos. Así como sabemos que esta ley establece que las denuncias falsas sean sancionadas o que los hombres pueden valerse de ella para denunciar hechos de violencia.

Lea: No salgas de casa, ni hables con extraños

“No aclares que oscurece”, decían las abuelas. Andrónico no lo entendió e insistió en un desentonado discurso patriarcal, “esta ley es antihombres”, y entonces resulta que la ley es el origen de todos los males; que si ayer las mujeres fuimos brujas, hoy somos las abanderadas de una ley que destruye familias.

Pero no son los violadores los que destruyen familias, no son los padres que dejan de pagar la manutención infantil, no son los más de 50.000 hombres denunciados anualmente por violentar a sus parejas, no son los 81 feminicidas que en 2023 asesinaron a una mujer de su entorno afectivo. Ellos no, porque siempre será más cómodo culpar a las mujeres, dónde andaba, qué tomaba, cómo se vestía; preguntas que reflejan una incapacidad de preguntarse qué tienen que ver los hombres con las violencias que el patriarcado ejerce sobre las mujeres y sobre ellos mismos.

¿Antihombres? No existe un movimiento social o político que sea anti-hombres. Los feminismos no se sustentan en la discriminación ni la violencia contra los hombres. No hay grupos de mujeres organizadas para cometer actos atroces como violaciones, mutilaciones genitales o para comprar y vender cuerpos de niños, pero tienen el descaro de usar la palabra feminazi, acuñada para desacreditar al movimiento feminista, desconociendo que su apuesta es una sociedad donde hombres y mujeres vivan en igualdad derechos, condiciones y libertades. El feminismo existe como respuesta a la rabia, al dolor y la impotencia frente a un patriarcado que insiste en la falsedad de que “todos somos iguales”, aunque esa “igualdad” le cueste la vida a decenas de mujeres cada año.

¿Que los hombres sufren violencia? No lo negamos, como tampoco negamos que si un hombre denuncia a una mujer por maltrato, recibe a cambio la burla de sus congéneres y el estigma de que es “menos hombre”, pero estas etiquetas las han creado y sostenido los propios hombres. 

¿Que odiamos a los hombres? El discurso de odio viene del patriarcado, no lo queremos, no lo aceptamos. No hay una agenda antihombres, lo que hay es una arremetida contra los derechos de las mujeres y contra el feminismo, un interés por ponerlo en el banquillo de los acusados, por invalidarlo equiparándolo con el machismo, por mantener el statu quo, por no perder privilegios, por la incapacidad de mirar que ni la calle, ni la escuela, ni la casa son iguales para todas y todos.


(*) Cecilia Terrazas Ruiz es feminista y comunicadora social

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Mil oficios: autorretrato

¿Puede un niño ‘cobrar’ como salario tres revistas deportivas de un mismo número? Así fue

Rubén Atahuichi

Por Rubén Atahuichi

/ 8 de mayo de 2024 / 06:56

El niño recorre feliz los campos sobre la espalda de su padre, cual si fuera el lomo de un corcel, con la diferencia de que las manos cruzadas hacia atrás hacen de estribo. Abrazado del hombre bueno de cerca de 40 años, desde las alturas, el pequeño tiene una vista privilegiada: un horizonte de cerros blancos, el bofedal, la planicie de espinas, thola y yareta; el camino polvoriento, los pasos y al fondo, Llallagua, la serranía azul en forma de conos, tendidos por la naturaleza lado a lado.

Van camino a la cantera en Cantuyo, a picar piedra a punta barreno, combo y cincel. Maestro de profesión, el joven padre había decidido mejorar sus ingresos con la venta de piedra caliza, cotizada por los constructores del pueblo para los cimientos y la base de las casas. Pilas y filas de pesadas piedras, algunas pulidas finamente y otras brutas, esperaban a los camiones.

Lea: En vida, hermano, en vida…

Acompañado de su hermano mayor, un flaco moreno y con el ceño siempre fruncido, pero capaz de domar toros bravos y montar el yugo para el barbecho o la siembra, el pequeño supo que las piedras eran la gallina de los huevos de oro, aunque para su edad ser picapedrero resultaba inalcanzable. Era una inspiración de mil oficios.

Un día, el niño fue confinado, un decir, a la estancia de su tío Esteban. Partió con el encargo de ayudar en tareas pecuarias, al cuidado de ovejas y llamas. Ha debido ser su primer oficio.

Al llegar a Qutaña, las primas lo esperaban con un asado. Luego, serían las compañeras de faena y de juegos.

Pero el chiquillo no aguantó la ausencia y a los pocos días decidió volver a casa. Tomó la misma ruta, aunque tuvo que —entre lágrimas y temor— armarse de valor para cruzar praderas y pajonales, escarpados caminos y desoladas rocas. La reprimenda que lo esperaba.

Meses después, otras tareas le abrieron los ojos. Con la intercesión de su padre, llegó a la pensión de don Gilberto, un tipo dicharachero y hasta matón. Solo la sazón de las comidas de doña Rogelia pudieron retenerlo por un par de vacaciones escolares. Y los dos panes de yapa diarios que don Pedro le daba al recoger el saco.

¿Puede un niño “cobrar” como salario tres revistas deportivas del mismo número? Así fue. Eran del homenaje a la Academia Tahuichi, campeona del primer Sudamericano Infantil de Clubes en Argentina. Aquel memorable equipo de Rolando Aguilera (+), Eduardo “Zorro” Rivero o de Francisco Takeo, Joaquín Ardaya, Rolly Paniagua y otras pequeñas figuras descollantes.

Pero sus expectativas mejoraron cuando fue “contratado” como el vendedor de la cooperativa comercial del pueblo. Uno a uno, los socios le encargaban su turno a cambio ropa, dinero o una cámara fotográfica instantánea Polaroid.

¡Qué gran emolumento resultó este novedoso aparato con el que logró su independencia laboral! El Carnaval era la época propicia para sus ganancias, aunque el dolor de hacerle un retrato a su primo fallecido a las horas de nacer, Sócrates, y no uno a su abuela Micaela lo marcó.

Con más experiencia en los negocios, aprovechó cada campeonato de fútbol y básquet del pueblo para sellar números y nombres de los clubes a plan de soplete, pintura y gasolina. Era todo un oficio, desde dibujar y cortar moldes con Guillete, hasta plagiar logotipos de Nike o Adidas.

Artista, tuvo que incursionar en el dibujo a lápiz y a marcadores Faber Castell para sus compañeras de la promoción, que le pagaban cómodos precios por un cuadro o unas carátulas.

Pero el radio Philips de la abuela y la simulación de comunicación con un hilo y dos vasos a cien metros de distancia, en el colegio, fueron la inspiración de su oficio de vida: periodista.

(*) Rubén Atahuichi es periodista

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Vulnerabilidad hídrica

Marlene Quintanilla

/ 8 de mayo de 2024 / 06:51

¿Futuro hídrico seguro o incierto?… en plena era de la inteligencia artificial. Uno de los mayores retos de la humanidad es la seguridad hídrica de todos los seres vivos, sin agua no es posible ningún tipo de vida. Si bien dos de los sistemas hídricos de agua dulce más grandes del planeta nacen en Bolivia, las cuencas de la Amazonía y del Plata muestran cada vez más realidades de extrema sequía; sus habitantes son cada vez más vulnerables a sus impactos.

En un mundo azul, en 2023 la escasez del agua fue la gran protagonista. En plena Amazonía, Ecuador experimentó una crisis energética que continua, sus hidroeléctricas quedaron sin agua. En Brasil, el río Negro, un afluente del río Amazonas, deja de ser navegable, y el déficit hídrico junto al calor extremo en el lago Tefé provoca la muerte de un centenar de delfines.

Consulte: Bosques en pie

La tragedia ambiental también golpeó a Bolivia, más de 160 municipios en emergencia ante la falta de agua, ciudades como Santa Cruz, Villamontes y San Matías con olas de calor superiores a los 40°C, con aumentos en cuadros de deshidratación, calambres e insolaciones. La falta de lluvias fue implacable con la fauna y la flora silvestre, dejando un rastro desolador de muerte de animales que perecieron ante la falta de agua.

Una ruleta de condiciones extremas nos golpea; mientras las sequías son más extremas, las inundaciones arrasan sin piedad. La fuerza del agua avanza sin límites cuando ya no están los bosques ribereños. Esta semana, las inundaciones nos dejan un rastro de devastación; en el sur de Brasil, cientos de desaparecidos y decenas de personas muertas. En Yapacaní, los márgenes del río Ichilo están bajo el agua, con comunidades altamente impactadas.

Junto a otros países amazónicos, Bolivia es vulnerable a los efectos del cambio climático que va agudizando sus impactos a medida que aumentan la deforestación, los incendios y la contaminación de sus aguas (minería, lixiviados agropecuarios, basura, etc.). El agua disponible en ríos, lagunas y acuíferos requiere de infraestructura apropiada para que sea segura para el abastecimiento en calidad y cantidad.

Según parámetros de la disponibilidad de agua, una persona es vulnerable cuando su acceso al agua es menor al estándar internacional establecido por la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2003) de al menos 20 litros al día por persona, que equivalen a 7,3 metros cúbicos al año. Sin embargo, si solo consideramos actividades como bañarse y cocinar, el consumo mínimo varía entre 27 y 200 litros diarios per cápita. Existen regiones y comunidades en el país que solo cuentan con entre 20 y 50 litros de agua por día para una familia entera, que deben acarrear desde distancias lejanas para cubrir esta necesidad mínima.

Nos quedan solo seis años para cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible y estamos muy retrasados para lograr como mínimo las metas relacionadas con el agua. Miramos y evaluamos a las sequías, junto a las olas de calor, como eventos climáticos pasajeros y no logramos avanzar en la preparación para afrontar un mundo con menos agua, y con más riesgos climáticos. Necesitamos dar pasos rápidos para alcanzar la seguridad hídrica. Experimentamos un quiebre en la historia humana: ¿el cambio climático y la inteligencia artificial serán capaces de impulsar la innovación para lograr la gobernanza hídrica planetaria?

(*) Marlene Quintanilla es directora de Investigación y Gestión del Conocimiento de la FAN

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Población activa y alza salarial

Los grandes, medianos, pequeños y micro empresarios lamentan la unilateral determinación del Gobierno

Rolando Kempff Bacigalupo

/ 7 de mayo de 2024 / 06:54

Un reciente informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) indica que Bolivia es el país con mayor trabajo informal del mundo, con aproximadamente el 80% de su fuerza laboral, lo cual la sitúa inclusive ampliamente por encima de la informalidad de América Latina y el Caribe, que tiene un 53,7%, según los últimos datos al 2022.

En recientes días, el Gobierno dispuso para este año un aumento del 5,85 % al salario mínimo y un 3% al haber básico.

Consulte: Bonos verdes o inversión privada

A fines del año pasado, la Población Económicamente Activa (PEA) de Bolivia fue de 6,9 millones de personas. De este universo, solo 1.053.470 personas tienen un trabajo formal. Pero, si solo considerásemos como empleo formal a aquellos que tienen determinada calidad medida en un contrato registrado en el Ministerio de Trabajo, beneficios sociales, cobertura médica, estabilidad laboral, derechos laborales satisfechos y otros, la población con un empleo formal y de calidad, solo estaría rondando un 5% de toda la fuerza de trabajo del país.

Gary Rodríguez, gerente general del Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), afirmó de manera clara que el 1 de mayo no solo deberían ser homenajeados los trabajadores, sino también quienes permiten que se establezcan fuentes de trabajo legales. Los mayores empleadores en el país son los micro, pequeños y grandes empresarios.

El mismo día que se conocía el acuerdo Gobierno-COB sobre el aumento salarial, el INE expuso que en los dos primeros meses de este año el país registró un déficit comercial de $us 295 millones.

Los grandes, medianos, pequeños y micro empresarios lamentan la unilateral determinación del Gobierno de elevar el salario mínimo nacional y el haber básico, muy por encima de la inflación registrada el año pasado y sin evaluar la realidad empresarial.

La Confederación de Empresarios Privados de Bolivia rechazó la propuesta de la COB, porque considera que este aumento es “insostenible para el sector empresarial, provocará el cierre de unidades productivas y una mayor precarización del trabajo formal”.

Considerando la coyuntura económica actual, es inviable el incremento acordado entre el Gobierno y la COB. El 3% al haber básico tiene un efecto multiplicador en las planillas salariales.

El empresariado boliviano, respaldado por leyes nacionales, ha pedido una negociación tripartita entre Gobierno, trabajadores y empresarios, como claramente lo establece el Convenio 131 de la OIT, ratificado en Bolivia por la Ley 2120 “que instruye la consulta exhaustiva e igualitaria a los trabajadores y a los empleadores antes de definir el salario mínimo nacional”.

El Gobierno, junto con los empresarios, busca encontrar una salida a problemas como la caída de los ingresos nacionales, la escasez y encarecimiento de dólares y, por tanto, el incremento en el precio de productos básicos. Todo ello debe llevar al Ejecutivo nacional a velar por la estabilidad del sector privado, que puede ser su aliado para el mejoramiento integral del país. En síntesis, debemos dejar de pensar en los resultados cortoplacistas y tener una visión de estadista.

Entendemos que el incremento salarial es una demanda social genuina de los trabajadores, sin embargo, debe ser consensuado con el empresariado.

Las estadísticas sobre el incremento salarial en el país nos muestran que entre 1991 y 2005 el aumento del Salario Mínimo Nacional fue de 267%, mientras que entre 2006 y 2022 la cifra subió a 350%.

Los dirigentes de la COB parecen olvidar que las empresas no solo deben cumplir con el porcentaje de aumento salarial dispuesto, sino que a esto se suman otras obligaciones que incrementan sus erogaciones.

(*) Rolando Kempff Bacigalupo es economista, licenciado en la UMSA, académico de Número de la ABCE y presidente del Directorio de la UREAL

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Mi derecho a una jubilación oportuna

Richard Silva Gutiérrez

/ 7 de mayo de 2024 / 06:49

Seguramente éste como otros días, muchas personas acudirán a los centros de salud y hospitales, y se lleven la sorpresa de que algunos trabajadores del sector salud vienen cumpliendo paros con el argumento del rechazo al proyecto de Ley 035/23, que propondría supuestamente una jubilación forzosa a los 65 años, generando perjuicio a la población.

Es evidente que mucha gente adulto mayor de nuestro país ya cuenta con la edad para jubilarse, pero no lo hace por temor o desconocimiento de la norma, siendo que se trata de un derecho que les asiste por disposición de la misma Constitución Política del Estado, la cual establece que el Estado garantiza el derecho a la jubilación.

Revise: De la política, su judicialización

De esta manera, a través de este espacio, quiero compartir con los lectores algunos aspectos relacionados a los requisitos de acceso a la jubilación, entre los que se encuentran la edad y otros datos, para que se comprenda por qué es importante ejercer el derecho a la jubilación.

La vigente Ley 065 de Pensiones, promulgada bajo los lineamientos de la Constitución aprobada en 2009, implementa como una de sus innovaciones que las y los bolivianos puedan jubilarse a la edad de 58 años y con tan solo 120 aportes, en el caso de mujeres pueden reducir la edad en tres años, uno por cada hijo o aumentar su densidad.

Por lo que en Bolivia ya se tiene prevista una edad de jubilación que se otorga al trabajador mediante una pensión vitalicia y con un número mínimo de aportes (10 años), siendo una de las más bajas en Latinoamérica, respecto a Uruguay, Brasil, Argentina, entre otros países de la región.

Ahora bien, se ha visto en la población una confusión con el actual planteamiento del Gobierno que propone la edad de 65 años para que el trabajador ejerza el derecho a la jubilación, para lo cual paso a brindar un razonamiento personal de los alcances de la discutida disposición adicional de proyecto de Ley 035/23, que tendría como objeto que los trabajadores se acojan y ejerzan el derecho a la jubilación a los 65 años, derecho que se enmarca en la misma Constitución, en resguardo de la salud y bienestar del trabajador de la tercera de edad, no encontrando contravención al texto constitucional y entendiendo que lo que se pretende es que el derecho a la seguridad social se vea efectivizado con la jubilación a la edad citada.

Habrá que comprender que la jubilación, por definición es un medio de subsistencia generado desde la seguridad social, no comparable a un salario, que tiene su origen en lo laboral; ambas materias tienen naturaleza y propósito distinto, aspecto que ciertos dirigentes y opinadores aprovechan para confundir a la población. La seguridad social es universal porque beneficia a médicos, profesores, choferes, trabajadoras del hogar y otras ocupaciones sin distinción y en igualdad de condiciones, y no es obligatoria cuando se trata de determinar una edad para su ejercicio objetivo, aspectos que están protegidos por la Constitución.

Pues habrá que pensar un momento para evaluar si la posición de algunos sectores que buscan protagonismo puede truncar con paros el ejercicio de los derechos del resto de la población que es la mayoría, como ser el acceso a la salud, educación, y también a una seguridad social oportuna.

(*) Richard Silva Gutiérrez es abogado

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