Thursday 2 May 2024 | Actualizado a 20:09 PM

Érase un hombre (solo) a un contrabajo pegado

La obra protagonizada por Cristian Mercado estará en el Teatro Nuna el 15 de septiembre

/ 28 de agosto de 2019 / 08:39

Uno: el contrabajo es más un estorbo que un instrumento. Es el más voluminoso, el menos manejable, el más monstruoso, el menos elegante. El camino que lleva hasta este instrumento está lleno de rodeos, casualidades y desengaños. Es el más femenino y erótico, es una mujer con caderas anchas, curvas por todo lado. Y es celoso, arruina cualquier encuentro sexual pues concita todas las miradas. Pero el contrabajo es esencial en una orquesta. Este hombre solo y atormentado tiene una relación extraña con este instrumento. En el escenario hay una percha con el frac de los conciertos de gala, un sillón, un tocadiscos, una mesa con sillas y cervezas (y un amigo imaginario que no habla –el actor Juan Pablo Jiménez–) y, por supuesto, el susodicho contrabajo, amado y odiado. ¿Estamos frente al mejor monólogo de los últimos años del teatro paceño? Interpreta Cristian Mercado, dirige Percy Jiménez.

Dos: si El perfume del alemán Patrick Süskind era un cuento para oler, El contrabajo del mismo autor bávaro (publicado en 1984) es un monólogo teatral intimista, un soliloquio, una tragicomedia para escuchar y oir hablar de Mozart, Schubert, Beethoven, Brahms, entre otros. Y por supuesto Wagner y Hitler. ¿Por qué no hay ninguna mujer compositora “famosa” de música clásica?

Tres: Mercado es ese funcionario cuarentón de una orquesta nacional (tercer atril), es un obrero, podría ser cualquier trabajador. Es un esclavo y se siente solo (y mediocre) aunque fantasee con una jovencita veinteañera que canta. ¿Es la guapa soprano también imaginaria como su cuate de chelas? El texto —una joyita— destila ironía y sutileza, autocompasión y pena, melancolía y soledad, sátira y parodia, sin perder jamás el humor (negro, por supuesto) aunque la autoestima, el talento y la felicidad no corran por sus cuerdas. Mercado es el contrabajo, está pegado a sí mismo y sus limitaciones, desde los restaurantes caros a los encantos sexuales. ¿Hubiese sido ideal un par de lecciones más de contrabajo?

Cuatro: las cervezas sirven para las pausas (¿por qué nunca notamos ni una sospecha de ligera embriaguez si toma todo el rato?) y el “amigo invisible” es el bastón (¿necesario?) para sostener un monólogo —el género más brutal— de 80 minutos. Mercado compone un personaje complejo, neurótico perdido (que no cree en el psicoanálisis ni por si acaso), odioso, altanero y soberbio, pero Mercado —con sus manos, sus paseos, sus caras— nos hace también quererlo, intentar comprenderlo (¿y hasta amarlo?). ¿Es la habitación con la señora Niemeyer de vecina su propia cabeza?

Cinco: “El solo del contrabajo” usa a la orquesta como metáfora de la sociedad (pero peor porque en la primera no hay chance de ascenso social, no hay esperanza). En ambas hay orden, hay jerarquías insalvables, hay envidias y rivalidades, hay odios (contra el director, contra el primer violín, contra las sopranos). De lo contrario reinaría la anarquía. En toda orquesta, como en toda sociedad, hay gregarios, hombres solitarios, desolados, contradictorios, necesarios, que buscan amor (carnal) desde la más alta espiritualidad que solo trae la música (léase con ironía y hasta con sarcasmo). Y no se olviden, sin ellos, sin los contrabajos, sin los fracasados, sin los marginados no se puede hacer nada. Ellos también gritan. Y sí, la Segunda (sinfonía) de Brahms es impresionante.

* El solo del contrabajo se estrenó el sábado 17 y domingo 18 en el Teatro Doña Albina del Espacio Simón I. Patiño de Sopocachi. Se presentará nuevamente el 15 de septiembre en el Teatro Nuna a las 20.00 (calle 21 de Calacoto 8509, parada PumaKatari).

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Lavallén debe irse

Ricardo Bajo

Por Ricardo Bajo H. - periodista

/ 28 de abril de 2024 / 23:03

Introducción: llegan 20.000 hinchas gualdinegros al Siles. Se llena (casi) la curva sur. Lavallén, expulsado, no dirige desde la línea de cal. Coloca a Enoumba de lateral derecho.

Lo de esa posición es (ya) un fenómeno paranormal. Roca, sin ritmo, vuelve al lateral zurdo. López es el ocho (en el último partido fue el cinco). Por los costados -junto a un apático Ortega- aparecen Chura (es un decir) y el que será el mejor del Tigre el juvenil Kuqui; arriba el inoperante Angulo.

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Lavallén no pone a los mejores en un partido donde se juega el pase a la final. En la banca veo a Ursino, Ramallo y Triverio. El paraguayo Godoy de FC Universitario de Vinto coloca un atrevido 4-3-3. Va a jugar más y mejor que el Tigre.

Nudo: a los veinte minutos la mayor posesión de los cochabambinos se traduce en el gol de Tobar, que ganará toda la tarde por arriba a un errático Aimar.

El Tigre ofrece la enésima cara apática, sobradora, desganada de la temporada. Metido atrás, marcando mal en defensa, inexpresivo/inoperante arriba. Ortega (en evidente mala relación con el entrenador) se borra. Chura es una sombra de lo que (alguna vez) fue.

López entrega mal, Enoumba se equivoca y Cuéllar, el “wing” derecho, explota su espalda. Angulo no recibe una pelota potable y Triverio calienta toda la tarde. En una “contra” y tras una jugada confusa, empata (injustamente) Ortega. El Tigre juega peor que su rival y empata gracias a su pragmatismo. Es el gol y absolutamente nada más.

Desenlace: en la segunda parte no cambia nada. La “U” perdona y perdona. Viscarra (y el palo) salvan y salvan el pellejo de Lavallén. Hasta que el cántaro se rompe sobre el final. Hasta que en los penales falla hasta el mismísimo Billy.

Los cambios -antes- no han alterado el partido: ni Ursino, ni Ramallo, ni Lino, ni Somoya ni Cuéllar (por Ortega) cambian la cara de un equipo desconocido. Este no es el Tigre.

Lavallén lo ha convertido en un equipo ratonero, vulgar, miedoso, errático, no se ve una idea de fútbol. Se puede perder un partido y una clasificación pero no se puede perder la idiosincrasia.

Los últimos minutos con la “U” de Vinto atacando para evitar los penales son de vergüenza ajena para un club centenario como The Strongest. Lavallén tiene jugadores para ofrecer un mejor fútbol. El argentino falta el respeto a la institución y a su historia de garra.

Post-scriptum: la responsabilidad/culpa no es entera de Lavallén. Crespo (que perdió las elecciones con Montes) lo trajo (y estuvo a punto de contratar a Díaz, otro técnico ratonero). Lavallén debe irse (y asumir Cabanillas que es el hombre que armó este plantel). Y Crespo debe convocar elecciones. Ya está bueno, presidente.

(28/04/2024)

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El punto (y el corazon) que se necesita

Ricardo Bajo

Por Ricardo Bajo H. - periodista

/ 25 de abril de 2024 / 07:04

Introducción: el grupo C de la Libertadores no era “a priori” el “de la muerte”.  Pero lo es. El rival más “débil”, según los “expertos”, era Huachipato de Chile.

Los resultados en la primera rueda han sorprendido: la victoria chilena ante Gremio en Porto Alegre y los tres puntos rescatados por los brasileños en La Plata. ¿Bastará con que el Tigre gane todo de local para avanzar? ¿o necesitará algún punto fuera de casa? ¿Es Chile el terreno/hado propicio?

El “eleven” stronguista suena así (de raro): Viscarra; Caire, Aimar, Jusino y Lino; López-Ursino; Amoroso-Arrascaita-Sotomayor; y Miranda. Un onceno “Frankenstein”. Jugadores, otrora titulares como Ortega, Triverio, Ramallo, Wayar y Quiroga, aparecen en la banca. ¿Prioriza el argentino el torneo local?

Nudo: a los diez minutos (por lesión de Arrascaita que estaba de enganche con Amoroso y Sotomayor por los extremos) entra… Rojas, Daniel. Sin comentarios, capítulo uno. Lavallén, al de diez minutos, cambia a línea de cinco: tres centrales con Rojas de carrilero por derecha y Lino, por el otro costado.

La improvisación, al poder.  ¿Un ejemplo más? El mexicano Leo López no es el mixto, es el volante de contención. Sin comentarios, capítulo dos. ¿Cuántas veces jugó ahí? Ninguna.

Los “acereros” del sur de Chile crearán ocasiones pero fallarán con la puntería descalibrada (abusando con el centro a la olla, con poco fútbol). En la única llegada del Tigre, gracias a una trepada al contragolpe de Amoroso por derecha, aparece como centro delantero….Jusino. Sin comentarios, capítulo tres. El yungueño define como central.

Desenlace: el entrenador local Javier Sanguinetti mete un delantero centro más. Lavallén mantiene a Ortega y Triverio en la banca. Sin comentarios, capítulo cuatro.

El partido no cambia demasiado, el Tigre sigue metido atrás (con 5-4-1), como manda Lavallén. Sobre el final, se anima a montar “contras”, buscando el milagro. Las piernas frescas de Ramallo y Angulo así lo permiten. Los chilenos, imprecisos y con más ímpetu que juego, arrinconan la valla de Viscarra. Tendrán el punto de mira desviado toda la noche. Con la entrada de Rojas por Quiroga, Lavallén vuelve a línea de cuatro. Sin comentarios, capítulo cinco.

Post-scriptum:  Chile era el hado/territorio propicio para arañar/arrancar ese puntito de visita que sirva para el pase a octavos. Nadie se acordará del planteamiento ultraconservador de Lavallén ni de su improvisación a ultranza.

Se llama resultadismo. Los dos siguientes/consecutivos partidos en el Siles (ante Estudiantes y Huachipato) marcarán el destino del equipo gualdinegro, que a falta de fútbol es puro coraje, puro corazón. Gremio es último en la tabla.

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El oficio del Tigre (y de Viscarra)

Ricardo Bajo

Por Ricardo Bajo H. - periodista

/ 20 de abril de 2024 / 21:40

Introducción: el Tigre no se fía de F.C. Universitario (después de la sorpresa de San Antonio Bulo Bulo) y Lavallén coloca el equipo titular. Los laterales siguen siendo una lotería: esta vez toca Osorio (sub 20) y Quaglio (sub 23).

El resto son los que jugarán (probablemente) en Chile por Copa Libertadores: Caire y Jusino, de centrales; Wayar y Ursino; Amoroso-Ortega-Arrascaita; y Triverio. El “Capriles” se viste -otra vez- de oro y negro. ¿Por qué tiene más apoyo el Tigre de visita que en el Siles? El técnico de los “manzaneros”, el paraguayo Pablo Godoy, deja afuera a su mejor hombre, “Maxi” Núnez.

Nudo: el partido arranca con un extraño dominio gualdinegro. Durante diez minutos, Lavallén deja de ser Lavallén y ataca de inicio. Espejismo, nomás. Todo cambia en el minuto treinta: comienza el recital (innecesario) del “referee” de apellido Revollo, de nombre, Javier. Expulsa injustamente al mejor hombre del Tigre, Amoroso.

Los árbitros en Bolivia no favorecen a los grandes o perjudican a los chicos.  O al revés. No, todo es mucho más sencillo: son muy malos. No tienen la capacidad para dirigir un fútbol dizque profesional. Así de sencillo. La solución pasa por su profesionalización y por elevar su nivel con capacitación constante.

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Con uno menos, Lavallén vuelve a ser el Lavallén que todos conocemos. Saca a Ortega de la cancha. ¿Por qué siempre es el sacrificado? ¿Porque no corre, no defiende? Todos sabemos que el poco fútbol que tiene el Tigre aparece cuando aparece el “Mago”. Enoumba entra para ocupar el lateral derecho (por un lesionado Osorio) y el juvenil riberalteño Fernando Kuqui ocupa el lugar del colombiano.

Desenlace: en la segunda parte, con un hombre más, los de Godoy son incapaces de entrar en la doble línea de cuatro que coloca Lavallén. El partido se convertirá en un “blooper”, en una vergüenza. Apenas se juega. Somos una de las ligas del mundo donde menos minutos de juego disputamos. De fútbol, vemos poco. Domina la lucha libre, el rugby, las simulaciones, las protestas, los golpes, los errores groseros de los árbitros (no se salva ni uno) y el mal llamado teatro. Un penal convertido por Ursino coloca un cero a uno. El “score” quedará así porque Viscarra así lo quiere. El arquero del Tigre es de otro torneo, de otro país. No te merecemos, Billy.

Post-scriptum: el Tigre gana la ida de la semifinal con oficio, con la camiseta; a la heroica, jugando al final con dos menos. Se volverá a hablar de todo menos de fútbol, nos pasaremos días discutiendo mucho de los árbitros y poco del paupérrimo espectáculo futbolístico que ofrecen nuestros equipos. Por eso, la gente ha dejado de ir a la cancha.

(20/04/2024)

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Acá está San Antonio Bulo Bulo

Ricardo Bajo

Por Ricardo Bajo H. - periodista

/ 18 de abril de 2024 / 23:01

Introducción: el presidente Claure -siempre desde la lejanía y desde la impunidad de las redes sociales- calienta el partido después de la derrota de su equipo en el Chapare.

“El jueves los vemos”. Esas palabras desafiantes hacia un equipo recién ascendido son gasolina para los hombres de San Antonio. Robatto coloca otra vez un onceno con jugadores fuera de lugar: José Sagredo no es central y Algarañaz no es extremo.

Leitao va a ganar la partida de ajedrez a Robatto: el brasileño es más/mejor técnico que el argentino. Leerá mejor el “match” y Bolívar caerá en su inteligente trampa. El movimiento ciudadano Bunker/Tercera República inunda de propaganda política la Preferencia.

Nudo: el partido es trabado. Los dos equipos patean. San Antonio defiende con las líneas apretadas, es un equipo solidario/comprometido; todos marcan/meten. Así van a eliminar a la “Academia”, desde la fortaleza mental.

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Los celestes no saben como entrar y desaprovechan las bandas. Solo Ramiro Vaca intenta hacer algo diferente. Luego desaparecerá “asustado” por la pierna fuerte de la visita.

San Antonio no solo se defiende con uñas y dientes, también juega (mejor) al fútbol. Leitao coloca un atrevido dibujo ofensivo (4-3-3): pone a dos extremos (Preciado y Ribera) para hacer atacar a a los laterales de Bolívar. Ordena presión alta porque sabe que el hándicap celeste es su defensa. Así llega el cero a uno con Orihuela dormido, con el arquero Lampe pensando en Babia. Luego Preciado perdona un mano a mano con el arquero local. Aparecen los primeros pitos.

Desenlace: Bolívar asedia pero sigue equivocando el camino. Insiste en meterse por el medio donde el “General” Leitao -expulsado por salir tarde su equipo después del descanso- puebla con sus soldados un terreno minado. Se juega a lo que ha planificado San Antonio que no renuncia jamás a los contragolpes.

Los cambios de Robatto son incomprensibles: Saavedra (fuera de forma) entra de lateral derecho; un individualista Henry Vaca por un desaparecido Algarañaz; y Uzeda por Ramiro. Sobre el final, entra un chico de 17 años, Bruno Méndez. ¿Y “Papu”? Bien, gracias.

Los cuatro cambios al hilo de Leitao refrescan al equipo y solo sobre en el minuto 45 -de pelota parada- empata la “Academia”. Ya no se escuchan los pitos, solo un silencio ensordecedor.

Post-scriptum: Leitao, que ha sufrido la segunda parte pegado a la malla de la Preferencia, tuitea nada más termina el partido. Arroba a Claure y dice: “¡Acá estoy!”. Acá está San Antonio, la gran revelación de este torneo, un equipo intenso, trabajador, humilde que también juega bien al fútbol con un entrenador valiente que sabe leer (y también escribir).

(18/04/2024)

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El Tigre no cambia

Ricardo Bajo

Por Ricardo Bajo H. - periodista

/ 17 de abril de 2024 / 23:14

Introducción: la Banda Intergaláctica Poopó (con 17 músicos) estrena la morenada “La garra del Tigre”. Lo hace frente a la curva sur media hora antes de que inicie el partido mientras la hinchada hace largas colas para entrar al estadio. Sin comentarios.

El presidente Ronald Crespo, que reniega del escaso apoyo del público gualdinegro en el Siles, verá todo el partido desde la cancha, cerca del acceso de la puerta cinco. Lavallén pone a Enoumbá de central haciendo pareja con un intocable del argentino, Caire.

En los laterales, están Bustos y Lino. En el doble cinco, Quiroga con un Ursino en estado dulce; el mexicano López es el sustituto de Ortega para abrir el juego con Amoroso y Sotomayor por los costados. El nueve es el ecuatoriano “Cuco” Angulo.

En la banca esperan titulares como Jusino, Wayar, Arrascaita, Triverio. GV San José no dará por perdida la eliminatoria y va a tener más la pelota que el local. Sin comentarios, capítulo dos.

Nudo: el Tigre arranca bien con una sociedad que ilusiona. Son Ursino y Amoroso. Es un espejismo. El gol de la apertura llega a la salida de un “corner” gracias a un bello testarazo de Enoumbá.

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Luego, los de Lavallén se quedarán poco a poco para convertir en figura -otra vez- a Viscarra. Solo tendrán ocasiones de gol cuando jueguen al contragolpe, cuando aparezcan espacios para que corra mucho y bien Joel Amoroso.

El empate de un ex atigrado como Percy Loza no cambia el partido: la cancha sigue inclinada sobre el arco de Viscarra. Da igual el rival y el ”score”, a Lavallén le gusta meterse atrás.

Sin hacer presión alta, sin salir -apenas- al contragolpe. Lo peor de todo es que el plantel tiene jugadores para ofrecer un mejor fútbol, para brindar otra cara, más ofensiva.

Desenlace: la segunda arranca igualita. La pelota es orureña. Y la paciencia, stronguista, a media máquina siempre. Entonces Lavallén hace un cambio marca de la casa. Saca de la cancha a… Ursino y Amoroso. Sin comentarios, capítulo tres.

La entrada de Víctor Cuéllar sirve para jugar con un doble cinco defensivo (junto a Quiroga) frente un rival sumamente limitado. Sobre el final se va un decepcionante Sotomayor para que juegue por afuera otro que está en deuda, Bruno Miranda. Sobre el final, otro “corner” trae el segundo tanto gualdinegro, esta vez de Cuéllar. Otra vez la pelota parada escondiendo la falta de fútbol, de ideas.

Post-scriptum: el Tigre clasifica a semifinales y eso es lo único que cuenta. Parece. Lavallén “cumple”, el Tigre no cambia. El rival será Universitario de Vinto y la ida será este sábado en Cochabamba. Otra vez las velas serán puestas en los tres santos de la iglesia stronguista: san Billy, San Michael y San Quique.

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