Voces

Tuesday 11 Jun 2024 | Actualizado a 20:46 PM

Sumergidos en el conflicto

/ 16 de abril de 2023 / 02:25

Vivimos tiempos de conflictos generalizados. Apreciación que se confirma reduciéndonos a la pequeñísima parcela de mundo que es Bolivia. Acá no estallan bombas ni cohetes teledirigidos pero, especialmente en la ciudad de La Paz, por obra del destino histórico “sede de gobierno”, todos los santos días hay explosiones de gases lacrimógenos, disparos de balines de goma, garrotazos a discreción y, del otro lado, lanzamiento a granel de ruidosos petardos acompañados de zapateos, estribillos y huelgas de hambre dignos de mejores causas. Un tira y afloja de nunca acabar. Gestión ministerial carente de liderazgo y de contundencia en sus acciones frente a una dirigencia irresponsable embotada de palabrería dizque “revolucionaria”, pero que ha sido capaz hasta ahora de arrastrar a un sector no pequeño de los docentes urbanos.

El caso es de antología. Los resabios arqueológicos de una corriente política sepultada por la vida, enquistados por décadas en el poderoso aparato sindical (sedes, edificios, movilidades, recursos para transporte, hoteles, viáticos, petardos, etc.). De tal modo, han llevado al magisterio a sumarse a posiciones abiertamente reaccionarias. Apoyaron a los golpistas de 2019 y en las presentes circunstancias hacen todo lo que está a su alcance para contribuir a la desestabilización promovida por la oposición derechista.

Es para no creer. No se sabe exactamente por qué rechazan la nueva malla curricular. ¿Quieren un pago extra para aplicar innovaciones de tecnología, ajedrez y otras, o coincidiendo con retrógrados ultramontanos se oponen al llamado “enfoque de género” y a tratar con franqueza los temas de sexualidad? Los principales miembros del entorno dirigente van a las mesas de diálogo no a debatir ni proponer soluciones o alternativas para normalizar las clases, van con la decisión tomada anticipadamente de rechazar la oferta gubernamental, sea cual fuere. Les importa un bledo el tremendo daño que con estas posturas ocasionan, por lo que resulta completamente demagógico el planteamiento de que el Estado pague, ahorita mismo, toda la deuda histórica con la educación boliviana.

Aunque tarde todavía, creemos llegará el día en que las bases del magisterio exigirán una severa rendición de cuentas a estos dirigentes, tanto por sus andanzas politiqueras como por el manejo de sus bienes materiales acumulados.

Pero no se crea que este es el único conflicto. El espectáculo protagonizado por los sectores del partido de gobierno es el mar de fondo que impregna el momento actual. No hay una confrontación de ideas o cuando menos de propuestas programáticas. Se trata de una pura y simple gresca por el control del poder. Coincidimos con quienes piensan que, de tal manera, el MAS está cavando su propia tumba. Como van las cosas, ni aunque se unieran a último momento podrían volver a ganar las elecciones. El desgaste es de unos y otros.

El uno abre la boca y la riega sin contemplaciones. El otro, por lo general callado, excepto en sus campañas (entrega de obras), en vez de buscar consensos que eviten la polarización, dispara como con escopeta abriéndose frentes simultáneos por todos lados: maestros, gremiales, periodistas, jubilados, etc.

En síntesis, se confirma que los líderes no estuvieron ni están a la altura de los procesos de cambio iniciados en 2006, tras un largo periodo de resistencia y construcción del bloque social. El instrumento político de ese conglomerado, hoy está mediatizado por las prebendas y carcomido por las trifulcas. Solo una enérgica movilización del eje originario, campesino, indígena, obrero y popular que recupere la iniciativa y ponga las cosas en su sitio salvaría del colapso al tan mundialmente apreciado modelo boliviano. Pero tal perspectiva no asoma por ningún lado, es nada más que un buen deseo. Y punto.

Carlos Soria Galvarro es periodista.

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Casos y cosas del Bicentenario (II)

/ 9 de junio de 2024 / 00:06

Doscientos años. Dos siglos. Para ciertas personas es mucho, toda una eternidad. Para otras un santiamén, un abrir y cerrar de ojos. Ante la Historia menos que una pestañeada.

Imaginemos por un instante la primera cuarta parte el siglo XIX. Nos guste o no, el número cabalístico coincide con hechos históricos relevantes: el fin de la llamada Guerra de la Independencia cuyo punto culminante fue la batalla de Ayacucho (diciembre de 1824) y, con la creación de Bolivia, el cierre del proceso de surgimiento de las nuevas repúblicas criollas en esta parte del continente (6 de agosto de 1825). España solo pudo retener el poder colonial en Cuba, en tanto que Brasil, convertido en sede del imperio portugués, actuaba como punta de lanza de la “Santa Alianza” que pretendía reponer a los monarcas destronados, recuperar las colonias y el poder eclesiástico.

¿Hay hechos históricos remarcables anteriores a los hitos de 1809, Charcas 25 de mayo y La Paz 16 de julio? Claro que sí. Pero la historiografía boliviana les restaba importancia o los ignoraba por completo. Nuevas miradas, a tono con los tiempos que corren, sitúan el comienzo de la gesta independentista en 1781, año de los grandes levantamientos indígenas, Túpac Amaru en Cuzco, los Katari en Potosí y Túpac Katari en La Paz.

De cualquier modo, al arribo de las “bodas de plata” del siglo XIX, la Audiencia de Charcas estaba tensionada por un nudo de contradicciones, lo que Jorge Ovando señaló como un conjunto de “conflictos de soberanía” (La invasión brasileña a Bolivia, Ed. Isla, La Paz, 1977).

Desde los tiempos de la conquista española Charcas perteneció al Virreinato de Lima. Pero en 1776 pasó a depender del Virreinato de Buenos Aires. Su influencia se hacía sentir en el sur peruano abarcando Puno, Cuzco y Arequipa. Y en el norte argentino, Córdoba, Jujuy, Tucumán y Salta.

Terminada la guerra, existía una especie de disponibilidad de Charcas para optar por uno u otro camino.

1) Lima quería recuperar territorios reunificando Bajo y Alto Perú.

2) Buenos Aires buscaba reincorporar “sus” provincias altas que habían quedado flotando ante el fracaso de los ejércitos “auxiliares”.

3) España obviamente no quería soltar su presa y pretendía restablecer el régimen colonial.

4) Brasil tendía a expandir el Imperio hacia al oeste, como instrumento de la “Santa Alianza” (de ahí la toma de la provincia Chiquitos, abandonada por los brasileños precipitadamente ante una enérgica reclamación del mariscal Sucre, al poco tiempo de su llegada a la ciudad que hoy lleva su nombre).

¿Cuáles eran los objetivos de Bolívar y Sucre al mando de las tropas libertadoras? ¿Eran de puro sentido libertario o también había detrás un cálculo político destinado a mantener un equilibrio que facilitara el proyecto bolivariano de unión de los nuevos Estados? Este sigue siendo tema de análisis y controversias.

Y finalmente, ¿qué quería Charcas, asolada por 16 años de guerra continua, sin instituciones y sin identidad propia? ¿Los “señores notables” convocados por el decreto del mariscal Sucre aquel lejano 9 de febrero, eran suficientemente representativos de una población segmentada y dispersa? Hay que recordar que ese decreto excluye expresamente del derecho a elegir y ser elegidas a personas analfabetas y sin determinado monto de ingresos, con lo cual de hecho son excluidos los pueblos originarios. Y las mujeres, ni que se diga.

Bolivia se funda, entonces, sobre la base de la discriminación económica, cultural, étnica y de género. Transcurridos 200 años muchas de esas lacras subsisten en el comportamiento y en la mentalidad de grupos afortunadamente cada vez más reducidos. Erradicarlos por completo es una tarea pendiente y de largo aliento.

Carlos Soria Galvarro es periodista. 

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Casos y cosas del Bicentenario (I)

/ 26 de mayo de 2024 / 00:30

“Que 20(0) años no es nada… que febril la mirada que errante en la sombra te busca y te nombra…”

Cierto, se trata de la letra de un tango sentimental citado de memoria. Añadiendo un cero a la cifra de años e imaginando el amor perdido tal si fuera amor a la patria, asomó a mi cabeza el momento en que decidí dedicar esta quincena al tema del Bicentenario.

Dos siglos. ¿Es poco o es mucho?

Por alguna razón que quizá puedan desentrañar los psicólogos, los seres humanos tendemos a dar una significación especial a los números redondos y mitades. De ahí las “bodas de plata” (25 años), las “bodas de oro” (50), los centenarios (100), los sesquicentenarios (150), los bicentenarios (200), los milenios (1000) y más.

Quienes hicimos una vida consciente en la segunda mitad del siglo XX, tuvimos el privilegio de saborear los ecos del primer centenario de Bolivia (1925) y del IV Centenario de la fundación española de la ciudad de La Paz (1948). Y de modo vivencial el Sesquicentenario de la Constitución de Bolivia (1975), el V Centenario del “descubrimiento” de América por los españoles (1992, “encuentro” según algunos y “encontronazo”, según otros). Y, no es poca cosa, atravesamos en carne propia los cambios de centenario y de milenio (1999-2000, siglo XX-siglo XXI).

Falta nada más que un año y algunos meses para arribar a la fecha exacta del Bicentenario de Bolivia (6 de agosto de 2025), las conmemoraciones ya han comenzado, aunque lamentablemente en un clima de incertidumbre, polarización y predominio de acciones politiqueras de la peor especie, provenientes tanto del mundo oficial como de las oposiciones, la tradicional y la nueva. Se podría esperar que por el Bicentenario se haga un alto y se realizaran debates sobre algunos horizontes que podríamos construir juntos la mayoría de bolivianos y bolivianas. Nos proponemos abordar estos temas, aun a riesgo de que se considere que hacerlo es como predicar en el desierto.

He aquí un primer dato: el 6 de agosto no cae de los cielos. Si bien puede considerarse como un hito, hay varios procesos previos y posteriores a tomar en cuenta, un antes y un después que corresponde examinar. En lo inmediatamente anterior, está el cruce del río Desaguadero por el ejército liberador grancolombiano al mando del mariscal Sucre, su consiguiente ingreso a territorio altoperuano y la emisión el decreto convocando a una asamblea deliberante (9 de febrero de 1825), para decidir la suerte de las provincias bajo jurisdicción de la Audiencia de Charcas. Eventos que tuvieron lugar como consecuencia directa del resonante triunfo de las armas patriotas en la Batalla de Ayacucho (diciembre de 1824).

El dato interesante es que antes de que llegara Sucre, las tropas de la División de los Aguerridos, fruto de las guerrillas de Ayopaya y Sica Sica, comandadas por José Miguel Lanza, tomaron la ciudad de La Paz.

En abril, cercado por sus propias tropas sublevadas, fue derrotado y muerto en Tumusla el último general realista, Pedro Antonio de Olañeta, que se había rebelado contra los mandos españoles “constitucionalistas” y rechazaba la capitulación de Ayacucho.

La fecha de la fundación no fue elegida al azar. Precisamente el 6 de agosto, un año antes (1824) ocurrió la Batalla de Junín en la que las huestes patriotas comandadas por Bolívar, se impusieron sobre las fuerzas realistas. Junín fue como el preámbulo para el golpe final de Ayacucho. El acta de la independencia de lo que fue inicialmente la República Bolívar, se firmó el 6 de agosto, precisamente en homenaje al primer aniversario del triunfo de Junín, entonces ojo, esta batalla tendrá su propio bicentenario en agosto del presente año.

Por supuesto, las anteriores líneas se refieren a un corto periodo de la guerra de la independencia. Hay mucho más para compartir…

Carlos Soria Galvarro es periodista

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Otras claves para entender la cuestión del litio

/ 12 de mayo de 2024 / 00:56

Examinando la información publicada en los medios sobre el asunto crucial del litio, lamentablemente se reitera una antigua convicción: somos un país minero sin periodismo minero, o por lo menos sin un grado aceptable de especialización sobre la materia. Con referencia a las llamadas redes sociales, sabido es que difunden mucha basura desinformante, aunque poseen la virtud de permitirnos el acceso a fuentes primarias documentales.

Las anteriores apreciaciones se confirman en las últimas semanas a raíz del presunto “destape” de la cuestión, convertida en asunto policiacojudicial. Un asunto de la más alta prioridad nacional y de enorme complejidad, pues abarca aspectos tecnocientíficos, políticos económicos, geopolíticos y otros, pasó a manos de la caterva de jueces y fiscales que se constituyó durante el gobierno de Evo Morales, sirvió dócilmente al gobierno dictatorial de Áñez-Murillo, y ahora sirve, sin vergüenza alguna, a los dueños transitorios del poder. El tema del litio degradado y sumergido en el nauseabundo lodazal de la politiquería barata. A eso hemos llegado.

Eludiendo sumarnos a la multitud de “opinadores”, y a riesgo de incomodar a los lectores de papel impreso y poco acostumbrados a los nexos digitales, preferimos invitar a los lectores a visitar algunas fuentes virtuales de utilidad. Concretamente: una entrevista de Toto Salcedo en el canal cristiano realizada en diciembre de 2018 con Luis Alberto Echazú, principal protagonista de esta historia, en la que se anticipa la posibilidad de críticas infundadas saturadas de envidia, ignorancia, estupidez o servilismo consciente o inconsciente a intereses extranjeros (buscar en YouTube El litio de Bolivia, en Encuentro con la Verdad). Y dos presentaciones digitales del mismo Echazú, auspiciadas por una red de militantes del MAS en Europa —buscar en Facebook Coordinadora MAS IPSP Europa, Conversatorio con Luis Alberto Echazú, el antes y el ahora de la industria del Litio (7 de marzo 2023) y Conversatorio con Luis Alberto Echazú, Ex ministro de Minería y Metalurgia (18 de marzo 2024). Cabe hacer notar que ambas muy ilustrativas conferencias se efectuaron varios meses antes del truculento lanzamiento de las acusaciones dizque “judiciales” contra una decena de operadores “implicados” en las obras, entre ellos el malogrado profesional Juan Carlos Montenegro.

En esta misma columna, recordando una entrevista en Canal 13 TVU, decíamos en abril de 2021: “Dos prominentes investigadores, Narciso Cardozo y Justo Zapata, abordaron la cuestión con gran solvencia académica. El primero explicó la enorme importancia que este metal tendría en los siguientes años y, el segundo, fundamentó el rechazo al contrato con la norteamericana Lithco que el gobierno de Paz Zamora había colocado sobre la mesa. ¡Me corre un sudor frío por la espalda al reparar que desde entonces han transcurrido más de 30 años!” (sitio web de La Razón: Litio, litio qué estás haciendo, del 4 de abril de 2021).

 En marzo de 2023 insistíamos: “Sorprende la superficialidad y la desinformación que muestran diversos actores, en algunos casos debido a la ignorancia supina, pero en otros se trata de encubrir posturas antinacionales que pretenden vulnerar la política soberana —con sus luces y sus sombras— que estuvo desarrollándose desde 2006” (La Razón: Litio, algunas claves del laberinto, 19 de marzo de 2023).

En abril alertábamos: “… conocidas las advertencias del brazo militar del imperialismo (Laura Richardson, jefa del Comando Sur de Estados Unidos, fue muy clara al respecto), cualquier asociación defensiva refuerza el rumbo soberano en el tratamiento del tema y contrarresta las presiones que ya han comenzado a ejecutarse” (La Razón: Más sobre el litio, 30 de abril de 2023).

Y por estas mismas fechas, hace un año, volvíamos a la carga: “Es hora de realizar un balance abierto y honesto de lo avanzado. Tomar en cuenta, además, que podrían añadirse nuevas dificultades a la ya de por sí compleja cuestión: el tema medioambiental y las expectativas de las comunidades locales y de los pueblos de la región” (La Razón: El litio embadurnado por la politiquería, 14 de mayo de 2023).

Lo que dijimos ha sido corroborado por la práctica. Peor aún, quizá nos quedamos cortos. Nos asiste el convencimiento de que “denuncias” son la típica búsqueda de tres pies al gato, un burdo afán politiquero que la vida se encargará de poner en su lugar.

Carlos Soria Galvarro es periodista.

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Los monumentos: símbolos, valores y memoria

Día Internacional de los Monumentos y Sitios, 18 de abril, fecha aprobada en 1983 por la Unesco.

/ 28 de abril de 2024 / 00:24

Cuando la anterior quincena buscábamos más información sobre monumentos paceños, para abordar la cuestión de la “cabeza de Zepita”, redescubrimos una publicación impresa específica y, casi por casualidad, hallamos que existe una fecha mundial referida al tema.

Empecemos por el libro (que también tuvo su “día” el pasado 23). Se trata de una obra de 160 páginas con espléndidas fotografías y datos muy precisos de las características, ubicación, clasificación y “trayectoria” de alrededor de 150 piezas; su título es Patrimonio escultórico de la ciudad de La Paz y sus autores, Carlos M. Gerl Prado y Randy Chávez García. Al momento de su publicación (2010), los investigadores advierten que ya existían a esa fecha nuevas incorporaciones y varias reubicaciones, aspecto que ofrecían subsanar en una segunda edición que, desafortunadamente, no se ha realizado y, que sepamos, está muy lejos de las prioridades de las actuales autoridades municipales, las mismas que, se supone, están enfocadas en proteger a la ciudad de los rigores de la naturaleza, agravados por la permanente falta de previsión.

Día Internacional de los Monumentos y Sitios, 18 de abril, fecha aprobada en 1983 por la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y La Cultura (Unesco, por su sigla en inglés). Lo que se pretende es sensibilizar y dar a conocer toda la riqueza que encierra la humanidad en cuestión de patrimonio histórico, así como fomentar su conservación y protección. La Convención del Patrimonio Mundial establece que la desaparición, daño o deterioro de un bien cultural, puede llegar a generar un empobrecimiento del patrimonio en todos los pueblos de mundo. Esta conmemoración es impulsada por el Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (Icomos), en el marco de las actividades de la Unesco. En esta visión, los monumentos funcionan como símbolos de memoria, valores y reflexiones a los cuales tanto la humanidad como los pueblos y comunidades se han enfrentado.

Con su estilo picante y agudamente crítico, cierta vez Augusto Céspedes censuró a las élites paceñas, a las que consideraba enajenadas, por haber construido en el eje central de la ciudad una vía que no contaba con monumentos de próceres o motivos bolivianos, sino en su totalidad con efigies de personajes o temas de otras latitudes. ¿Qué ha cambiado en estos más de 30 años del artículo del Chueco? Nos animamos a afirmar que muy poco. Sobre la vía central dominada por el cauce del río (La Paz está ubicada en una cuenca), continúan impertérritos los mismos de antes: Cristo Rey, Bolívar, la fuente de la madre Patria, Colón (con la nariz rebanada), Sucre, Isabel la Católica; Confucio, el filósofo chino; la loba con sus cachorros; Artigas, el uruguayo y Andrada, el brasileño. Las novedades son pocas: el soldado desconocido frente al obelisco- mástil (colocado en 1973, retirado en 1979 y vuelto a colocar en 2007, según nos informan Gerl y Chávez); Mario Mercado Vaca-Guzmán, exalcalde; la madre boliviana (inopinadamente colocada en la plaza Italia); por último, Gualberto Villarroel, en Calacoto, a la altura del Colegio Militar que lleva su nombre. Nos disculpan si involuntariamente estamos omitiendo algunos, insistimos que la observación se refiere exclusivamente al eje central de la ciudad y toma como base una investigación próxima a cumplir 15 años. Quisiéramos remarcar que hacen falta nuevos estudios y, en el caso del libro que hemos mencionado, una segunda edición requeriría una actualización, así como también la incorporación de nuevos criterios de clasificación, como la de los sitios donde están ubicados los monumentos, y temáticas que contengan el aporte de los pueblos originarios.

El embrollo de la cabeza de Zepita debiera ser resuelto con ese espíritu, dando lugar paulatinamente a otros cambios que signifiquen pasos hacia una mínima coherencia en esta materia. ¿No les parece?

Carlos Soria Galvarro es periodista. 

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Arte e Historia condenados a la destrucción

/ 14 de abril de 2024 / 00:17

Desde hace varios años, al igual que muchas instituciones y personas, veníamos reclamando por el maltrato del que era objeto la pieza escultórica representativa del Mariscal Andrés de Santa Cruz. Debemos volver sobre el tema no solo para reiterar la protesta, sino también para sumarnos a los gritos de alarma que algunos medios han comenzado a lanzar (véase por ejemplo repercusiones en las redes sociales, así como también la cobertura de LA RAZÓN, con foto de tapa incluida, del 10 de abril). Y no es para menos. La cabeza del mariscal esculpida en una inmensa roca, está ante el riesgo inminente de ser sepultada por arena, cascajo, piedras y lodo que arrastra el rio.

Se confirma por enésima vez la manía destructiva de algunas autoridades municipales y la indolencia de la ciudadanía que las deja obrar. Desmontaron en 2008 el complejo escultórico de la Plaza de los Héroes, construido bajo concurso menos de 10 años antes, lo reemplazaron por un cuadrilátero vacío y un paso de automóviles, arrojaron sus piezas por aquí y por allá, entre ellas la “cabeza del mariscal” fue a dar a la orilla del río en las afueras de la ciudad. El lugar era a todas luces inapropiado; por ejemplo, cuando unos muchachos incultos la pintarrajearon, las autoridades no tuvieron mejor iniciativa que “proteger” la pieza rodeándola con malla de gallinero. Pero además, el sitio resultó claramente inseguro, tal como puede verse ahora. Si no se hace algo urgentemente la próxima riada terminará sepultándola.

Reiteramos aquí algo que dijimos en agosto de 2019, apoyados en la opinión del académico José Roberto Arze (www.carlossoriag.com/elmariscal- santa-cruz-espera-un-desagravio/:)

“… Andrés de Santa Cruz no se distinguió solamente como estratega militar, conductor político y notable estadista, sino también como empeñoso impulsor de la cultura. Fundó dos universidades, la de La Paz y la de Cochabamba; a las cuales ciertamente las bautizó con nombres de santos, pero con el consiguiente significado terrenal: San Simón, por Bolívar, y San Andrés, por él mismo. Además, impulsó la creación de bibliotecas públicas en todos los departamentos… Uno de los retratos más conocidos de Santa Cruz lo presenta de cuerpo entero y leyendo un libro que sostiene en la mano, dato muy revelador, por cierto.”

Cabe recordar que fuentes del Concejo municipal, en ocasión de reclamos anteriores, nos aseguraron que existía un compromiso formal entre el gobierno municipal de La Paz y la Universidad Mayor de San Andrés para reubicar esta pieza escultórica donde corresponda a su alto valor artístico e histórico. ¿Qué dicen al respecto los miembros del GAMLP (concejales y alcalde) y los desaforados candidatos al rectorado de la UMSA? ¡En la situación actual unos y otros están emplazados a cumplir sus compromisos institucionales! Tal cual.

Carlos Soria Galvarro es periodista. 

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