Prudencia y diplomacia, claves en este momento
Es un asunto aberrante que Naciones Unidas haya resuelto dicha división de Palestina en dos territorios
Jorge Lizárraga
Cuando se habla de confrontaciones bélicas, o se anuncia o confirma muerte de civiles, o se perpetran ataques desmedidos, es un claro indicador dentro el plano internacional de que nada bueno sucede y nada peor es poco que suceda.
En este ultimo tiempo, la comunidad internacional ha repudiado la intervención militar rusa a territorio ucraniano, imponiendo sanciones económicas, comerciales, no solo al Estado ruso sino a su población, o al menos a acaudalados personajes.
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Debido a esta intervención, la comunidad internacional ha acelerado de manera impensable procesos de cambio de matriz energética y/o fomentado la transición energética del carbón, el petróleo y el gas a energías verdes, baterías de sodio, hidrógeno verde; o promover la industrialización del litio, tratando de bajar el precio del barril de petróleo, e incluso desautorizar la representación deportiva rusa en campeonatos mundiales, y otras determinaciones como aprobar en Europa ayudas en forma de créditos a los miembros en calidad de subsidios para enfrentar la crisis alimentaria.
Posterior a ello, el dragón asiático arremetió contra la comunidad internacional y comenzó una escalada planificada y silenciosa, una arremetida en costas de Taiwán sin ataque alguno, solo presencia militar, posterior a una infortunada visita de la expresidenta del Senado estadounidense Nancy Pelosi.
Luego, Corea del Norte e Irán comenzaron a amenazar a la comunidad internacional dadas las sanciones aplicadas en su contra; al primero por promover y ensayar armamento bélico de gran alcance, y al segundo, por presumiblemente colaborar al frente ruso con drones militares.
Los conflictos bélicos en África también incidieron en que el contexto internacional no sea de los mejores en los últimos 30 años, empeorando su situación social, política y económica dadas las arremetidas contra colonizadores de la última década, angurrias de poder o desestabilización política, como los casos de Etiopía, Yemen, Congo, y la arremetida islamista en la zona del Sahel Burkina Faso, Mali y Níger parece no haber acabado.
Al margen de esto, ahora se suscita un conflicto de mayor envergadura, de mayor cuidado y de un alto grado de conflicto mundial, dado de que ya no se trata de poder geopolítico por amenaza de intervención, de poder económico o perpetuación en el poder, sino de un tema de territorio que unos reclaman como suyo históricamente, el asentamiento de unos contra otros, y lo peor es el desplazamiento inhumano, y peor aún, todo se constituye en un conflicto de carácter religioso, por tanto, de cuidado mundial por las consecuencias y efectos fundamentalistas.
Entrar en el terreno de manifestar posición sobre quién ostenta un derecho originario sobre territorios ocupados es un aspecto irrelevante porque mucho se ha escrito y relatado al respecto, incluso diría que es un asunto aberrante que Naciones Unidas, dos años luego de su creación, haya resuelto dicha división de Palestina en dos territorios; por tanto, los causantes de este conflicto al final deberán corregirlo o enmendar el error perpetrado, y veremos cómo lo hacen.
El asunto de fondo es que la ayuda humanitaria se hace esperar. Estados Unidos se aferra a la defensa de Israel; los gobiernos ruso y chino observan hasta dónde llegaran las decisiones internacionales; los países árabes están expectantes sobre el resultado del destierro o el desplazamiento de palestinos; Irán, a punto de entrar en escenario. Por ello, los únicos capaces de definir lo que pueda llegar a ocurrir a nivel mundial son los europeos (pero como bloque), lo cual agudiza la posible solución; no obstante, hay que recordar que si apoyan a uno contradicen a otros: si respaldan a Palestina estarían apoyando a Rusia y su entorno geopolítico, y si lo hacen a Israel, estarían respaldando a Estados Unidos, pero dejando desprotegidos a los árabes, aspecto que, como mencionamos, puede ser el detonante para conflictuar aún más el planeta.
Desde un punto de vista de política internacional, mantener viva la resistencia palestina es un deber, denunciar lo atropellos israelíes es una obligación, como reconocer que el ataque sorpresivo y abusivo de Hamás fue absolutamente desproporcional. Lo fundamental en esto es manejar el asunto israelí-palestino con la mayor prudencia y diplomacia internacional en estos momentos, porque como lo mencionamos es un conflicto del cual quizá se puede esperar lo peor.
(*) Jorge Lizárraga es abogado