Bondades de las políticas públicas (II)
Se entiende que algunas políticas públicas son más importantes que otras y esta es la naturaleza del buen gobierno
Jorge Lizárraga
En esta segunda parte será preciso señalar de que no toda idea entra en agenda, no todos los temas se convierten en programas, el paso de la discusión pública al programa y de éste a la agenda siempre generan fugas o no se logra captar toda la riqueza de la discusión, aun y a pesar de las buenas ideas o buena voluntad de plantearlas como opción, muchas veces fracasan por su falta de objetividad política, por su diseño de aplicación o simplemente por el riesgo político que genera solo el hecho de plantearlas como idea.
James Madison, uno de los padres del constitucionalismo en Estados Unidos, pensaba que cuando distintos grupos de interés o facciones tratan de influir en adhesiones del gobierno, es probable que ninguno de ellos prevalezca y el resultado sea la búsqueda del interés general, por lo que muchas veces al plantear políticas públicas, siempre deba pensarse a quiénes beneficia, cómo los beneficia y cuál es el costo para beneficiarles, y así lograr captar el interés general y no así los intereses particulares.
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Habitualmente un programa político bien definido es una selección de temas y propuestas hechos por el sistema político, principalmente por los partidos, por lo que con la falta de partidos y estructuras políticas poco o nada podría esperarse de la concreción de reales políticas públicas, salvando excepciones de consistencia programática.
Los gobiernos deben especificar sus programas en políticas públicas para un determinado periodo, esta determinación es un modo efectivo para no darle a mucha gente lo que quiere, sino que reciba lo que es políticamente importante, lo relevante es que existan políticas públicas óptimas, sin que sea necesaria la continuidad perpetua de nadie, sino que las personas salen, mas los ideales permanecen y habrá que ser consecuentes con esas ideas o visiones y no fieles a personas o figuras circunstanciales.
Es muy importante para el diseño de las demás políticas públicas el rol del Órgano Legislativo, que en dicho escenario debe buscar acuerdos basados en la negociación; en este caso las coaliciones se constituyen en un intercambio de concesiones a veces negociadas, a veces consensuadas y más que por la virtud de una política, más bien por no quedarse fuera de la propuesta que se entiende beneficiosa para todos; su participación y discusión sobre una idea de política pública son relevantes y si no se requiere de coaliciones la virtud en la hegemonía es plantear políticas públicas acordes con un modelo, o a una visión de vida de la mayoría y que no sea perjudicial para la minoría. Difícil labor, pero no imposible reto a cumplir.
Se entiende que algunas políticas públicas son más importantes que otras y esta es la naturaleza del buen gobierno, es decir que su acción se ordene principalmente en torno a orientaciones y políticas estratégicas, siendo políticas estratégicas aquellas que prefiguran el legado del gobierno. Como es el caso del Gobierno actual, su legado, entre otros, será el proceso de industrialización y potenciamiento o fortalecimiento del aparato productivo.
El modelo económico, social, comunitario y productivo del Estado Plurinacional de Bolivia sienta las bases para la transición hacia el nuevo modo de producción socialista, en el que gradualmente se irán resolviendo los problemas sociales, y así consolidará la base económica para una adecuada distribución de los excedentes económicos, por lo que la política pública debe ir acorde a esta esencia política, que puede mejorar, que puede cambiar más o podría desaparecer; sin embargo, recordando que los hombres mueren, mas los ideales perduran, y ante toda identificación de problemas estructurales, deben emerger nuevas ideas revolucionarias que beneficien a un país y fortalezcan al Estado, y todo ello para “vivir bien” y “vivir mejor”, y a eso justamente denominamos las bondades de las políticas públicas.
(*) Jorge Lizárraga es abogado