Despedida para un maestro
Imágenes, testimonios y enseñanzas del fotógrafo boliviano Fernando Cuellar.
Apasionado por la fotografía analógica, amante del blanco y negro, siempre con una mirada diferente, perfeccionista, innovador y forjador de jóvenes. Así fue definido el boliviano Fernando Cuellar, fotógrafo profesional que mostró su trabajo en retratos, afiches, catálogos, concursos, libros y reportajes —en especial en la revista Escape del periódico La Razón—, quien falleció la madrugada del jueves 15.
“La fotografía analógica tenía una magia (…) Creo que los fotógrafos que hemos crecido con este proceso lo tenemos dentro del alma, a diferencia de la fotografía digital, que ahora es tan espontánea, tan momentánea, a veces tan sin sentido, sin alma”. Con lentes de montura gruesa, una gorra azul y un chaleco celeste sobre una camisa cuadriculada, Fernando comparaba, de esa manera, la fotografía analógica y digital, en una entrevista publicada en ATB Digital en julio de 2016.
“No quería entrar en la era digital porque era muy amante de 135 milímetros y en blanco y negro”, recuerda el fotoperiodista Miguel Carrasco, que define a Cuellar como su mentor y quien le dio las directrices para observar las imágenes desde otro punto de vista.
Fernando Xavier Cuellar Otero nació el 10 de agosto de 1956. Después de estudiar en el colegio San Calixto de La Paz —cuando inició su pasión por las fotos con una cámara Zenit que le regaló su padre—, cursó ingeniería en México, aunque después se dedicó al arte de las imágenes.
“Era muy correcto, serio y, sobre todo, perfeccionista. Podía estar tres horas delante de una modelo hasta encontrar que no hubiera ninguna arruga, que no se vieran los reflejos, que se vieran las sombras, hasta lograr la foto que quería”. El fotoperiodista Pedro Laguna califica a Cuellar como un representante de la vieja escuela, que prefería la fotografía analógica porque genera “placer y éxtasis en el momento del revelado, cuando ves cómo estás creando una imagen”.
Cuando Cuellar retornó a Bolivia, en 1986, lo hizo con una exposición (Performance Fotográfico) en la Casa de la Cultura. Ya entonces había publicado en las revistas mexicanas Cancún Tips, Cancún Scene y Cancún Destination, además del Archivo Histórico de la Ciudad de México DF. Durante tres décadas trabajó en diversas publicaciones, desde libros como 10 años de transformación, del Gobierno Autónomo Municipal de La Paz; La cocina de los Lípez y Luz, magia y tradición, así como para Unicef, el Club de Tenis La Paz y como colaborador para reportajes de Escape. Por ello, Cuellar lo celebró con la exposición denominada Retrospectiva – 30 años de fotografía, el año 2016.
“He admirado mucho su trabajo en Moda en Papel, pues ha hecho otro tipo de fotografías, eran imágenes de estudio pero en la calle”, opina Laguna acerca del libro 10 años de Moda en Papel, una compilación de los diseños con papel reciclado de la diseñadora boliviana Marión Macedo y con imágenes de Cuellar.
“Lejos de replicar las tendencias fotográficas de moda, Fernando nos ha acostumbrado a la innovación creativa con inspiraciones siempre novedosas, en la difícil profesión que es la fotografía. Hoy en día (con los adelantos tecnológicos), virtualmente cualquiera puede hacer fotografía de calidad; ésa es la virtud de Cuellar, adecuar el avance tecnológico (…) de la fotografía profesional y añadirle algo que no todos tienen la suerte de contar: el gusto y la sensibilidad artística, lo que le convierte en un artista completo”, escribió el politólogo y fotógrafo Ramón David Gosalvez sobre el estilo de Cuellar.
“Se distingue de los buenos fotógrafos porque tiene una mirada, que es un —lejanísimo— paso más allá que meramente tener estilo. Y Fernando no solo tiene una mirada, sino que sumerge a sus sujetos fotográficos en un mundo, en el mundo de Fernando Cuellar”, comentó el periodista e historiador Robert Brockmann.
Docente de fotografía analógica y digital en la Carrera de Comunicación Social de la Universidad Católica Boliviana San Pablo de La Paz, participó en 24 exposiciones individuales y colectivas. También estuvo en certámenes internacionales, como el II Concurso Fotográfico Iberoamericano en el V Centenario Unión de Ciudades Capitales de Madrid (1991), Concurso Mundial de Fotografía Unesco-ACCU en Tokio (1993) y la 38ª Edición del Concurso de Fotografía de Prensa World Press Photo Foundation en Ámsterdam, Países Bajos (1995).
“Siempre me está sorprendiendo con su imaginación, su libertad, y uno siente que se divierte al hacerlo con toda la pulcritud y técnica. Siempre quiere ir más allá y no quedarse estancado. El otro gran mérito de mi amigo es que es un maestro forjando a jóvenes para ver a través del lente, enseñando disciplina, constancia y amor a ese momento mágico que se capta a través de la máquina fotográfica”, aseveró el fotógrafo cochabambino Tony Suárez.
Después de tantos años apasionado por las imágenes y más de 15 años en la docencia universitaria, a Fernando le falló el corazón, que le hacía vivir de manera diferente la fotografía. “Entristece saber que Fernando nos ha dejado… Quedan de él los recuerdos, los afanes, las hermosas fotos y la enseñanza”, escribió la periodista Amparo Canedo en Facebook.
“Se nos fue un creador de colores, lugares y momentos, un educador de miradas sensibles, un amigo entrañable… un gran maestro. Hasta siempre profesor, su vida está en cada fotografía que tomaron sus alumnos”, manifestó Rafael Loayza, director del Departamento de Comunicación Social de la Universidad Católica.
Así transcurrió la vida de Fernando Cuellar, quien creyó en la magia de la fotografía analógica y que, a pesar de ello, no tuvo resquemores para pasar a la digital, con la que siguió creando y enseñando a sus estudiantes, hasta que llegó una madrugada de agosto en que nos tocó decirle: pronto nos volveremos a ver. Desde Escape, toda nuestra gratitud y cariño a Fernando, cuya vida celebramos.