Thursday 9 May 2024 | Actualizado a 04:02 AM

Los cuerpos encendidos de Corina Barrero

/ 9 de julio de 2023 / 06:55

La artista y poeta paceña ha presentado junio sus nuevas obras en cerámica. Es hora de charlar con ella.

Los cabellos de una mujer fluyen como un río, buscando el centro de la tierra; las espirales del mundo envuelven a otra mujer para elevarla hasta los cielos. Los brazos de aquella nos protegen de los infiernos de todos los días; sus pechos desnudos desafían nuestros temores. Tienen la cabeza alta y erguida, los ojos cerrados, como esperando el final de la batalla, como emergiendo desde los fuegos victoriosos. Son las mujeres de Corina Barrero levantadas desde el barro, las pastas y los esmaltes. Son mujeres/colores paridas con altas temperaturas, envueltas en telas negras de seducción y embrujo.

Son chispas que brotan de la hoguera, sueños que no recordamos. Son mujeres que danzan alrededor del tiempo para llevarnos de la mano a casa, al hogar de sus cuerpos. Son semillas del mar que brotan como caracolas. Son soledades en convivencia, que diría la poeta María Zambrano. Son Cuerpos transitorios, la última exposición de la ceramista/poeta Corina Barrero Villanueva, que pasó (en junio) por la galería del maestro Mario Sarabia (AR° T, en San Miguel, La Paz). Ahora pasa la “Cori”.

— Has publicado poesía (Pertenencia y otros Fragmentos, 1995) y has hecho arte, pero la cerámica se cruzó en tu vida hace 35 años. ¿Cómo y cuándo fue el descubrimiento de la arcilla/la tierra?

— La Escuela de Bellas Artes ofrecía en aquella época un curso libre de cerámica. Me inscribí y, aquella tarde, mientras comenzaba mi primer trabajo, quedé totalmente cautivada por esta arcilla/tierra, como bien dices. Fue todo un acontecimiento: Desde moler las rocas de arcilla, encontrar el punto exacto al amasarla, sentirla con el tacto e ingerir ese olor a tierra húmeda que cubría todo; fue maravilloso.

Hundir las manos en el lodo, apretarlo mientras se escurre por entre los dedos, remontar a ese espacio de la niñez donde todo es posible fue una experiencia reveladora. Mientras la arcilla se escurría por entre mis dedos, pensaba en aquella metáfora del barro como materia prima de creación. Pensaba en la madre tierra que nos cobija desde que nacemos hasta que morimos, cubriendo y transformando nuestros huesos en sales y minerales que brotan luego como árboles, donde volvemos nuevamente. Ciertamente los seres humanos tenemos un contacto profundo y misterioso con esa arcilla/ tierra.

Foto: Ricardo Bajo y galería arº T

— Hablando de trabajar con las manos, con la tierra, ¿puede ser la cerámica terapéutica?

— El arte nos conecta con ese mundo invisible y subjetivo que llevamos adentro, ese mundo indecible. Es como esa fina hebra que recorre desde nuestros sueños y recuerdos más amados y pasa por las manos, por los ojos, manifestándose en lenguas de múltiples colores y formas, de sonidos y palabra, lenguajes para conectarnos con el otro, con el ámbito que nos rodea y en el cual vivimos.

Es esa trama que recorre los cuerpos y las almas de las cosas para comunicarlas entre ellas y dejarlas aparecer en una nueva versión acorde a cada tiempo, a cada cultura. Por otro lado, el arte es como esa trama de células nerviosas que conecta cada parte del cuerpo para darle sentido y unidad a aquella información que llega tanto de adentro como de afuera, para luego procesarla, transformarla.

Pienso que el arte es como el micelio, ese hongo que crece bajo la tierra, que conecta los árboles, permitiéndoles comunicarse entre ellos. Creo que todos tenemos un artista que desea escuchar y decir… a fin de comunicarse con el otro.

— ¿Qué te ha dado la cerámica a lo largo de estas tres décadas (desde tu primera exposición en 1992) y cómo crees que ha evolucionado tu arte ceramista?

— Disfruté intensamente este contacto íntimo y complejo, percibiendo las múltiples posibilidades de un lenguaje que nace de las manos. A pesar de haber transitado por muchas formas de expresión, la pasión que me provoca trabajar con la arcilla es única. Comenzar una pieza nueva es siempre un acontecimiento: Un primer encuentro.

La cerámica me ha permitido expresar aquello que llevamos dentro, entender ese espacio creativo y darle forma. Me ha permitido conectarme con el tacto, con el cuerpo y, sobre todo, conectarme con la naturaleza, mi gran maestra.

Con el tiempo fui incorporando técnicas, materiales y esmaltes diferentes, pues uno no deja de experimentar. También, en ese transcurso, un lenguaje propio ha ido tomando cuerpo en mis piezas, un lenguaje que se adapta y transforma mientas forja sus propias formas.

Corina Barrero Villanueva nació en La Paz en 1955. La cerámica, el batik y la poesía nutren su obra.
Corina Barrero Villanueva nació en La Paz en 1955. La cerámica, el batik y la poesía nutren su obra.

— Tu última exposición (Cuerpos transitorios) nos ha traído —de nuevo— mujeres poderosas que salen de la tierra, alas, sueños, espirales; los territorios del cuerpo. ¿Cómo dotas de movimiento a tus cerámicas?

— Como todo lo vivo, estamos en continuo movimiento: circulando, creciendo, rotando, girando, como las espirales en la naturaleza, como ese latido marcando el tiempo; el ciclo de la vida-muerte-vida. Es ese movimiento que implica trabajar en tres dimensiones, como lo es la escultura en la cerámica, que me parece fascinante. Siento que me da el espacio necesario para que estas mujeres abran sus alas, sueños, y su piel hacia ese territorio presentido.

De pronto, el cabello puede girar y envolver la pieza a modo de abrazo, o bajar ondulando hasta la misma base a modo de agua. Por esta misma posibilidad de la cerámica es que me ha sido posible asimilar e incorporar fácilmente en mi obra otro elemento que me cautiva ya hace muchos años: la espiral. Al observar la naturaleza, uno no puede dejar de asombrarse y admirar ese constante movimiento que gira y crece a modo de espiral, desde las cosas más pequeñas como las conchas marinas, las semillas y las flores hasta las inmensas galaxias girando en espirales. Encontramos registros representando símbolos de las espirales en muchas culturas, incluyendo la andina. El significado tanto filosófico como místico está inscrito en nuestro legado como seres en continua transformación.

— ¿Cómo ha influido en tu obra el maestro Mario Saravia?

— He visto el trabajo de Mario Saravia casi desde sus inicios y siempre me ha causado gran admiración. La pasión, la disciplina, y la actitud casi meditativa que lo lleva a realizar obras de una belleza extraordinaria es una gran inspiración. Me asombra el uso exacto de cada esmalte, de cada engobe en paisajes donde vemos atravesar siluetas de seres —brochazos ejecutados con un azar preciso— que habitan contornos de un espacio andino con sus soles y sus lunas de media noche.

Foto: Ricardo Bajo y galería arº T

Mario también que ha logrado algo sin precedentes: Elevar el noble arte de la cerámica al estatus de arte superior, algo muy importante para los ceramistas pues, en aquel tiempo, cuando comenzamos a trabajar en esta área, se consideraba a la cerámica únicamente como objeto artesanal.

— ¿Cómo manejas el color, elemento vital en tu obra?

— El color y la textura natural de la arcilla tiene una belleza en sí misma. Así fueron mis primeros trabajos donde solo las diferentes texturas marcaban espacios a modo de lenguaje. Sin embargo, en los últimos tiempos, he experimentado con arcillas blancas, como también con arcillas y esmaltes de alta temperatura.

El resultado de este proceso me ha posibilitado lograr efectos interesantes. Los esmaltes de alta temperatura han podido compenetrarse con las piezas, permitiéndome lograr el resultado deseado, sobre todo en las espirales.

— Has incursionado en los textiles y fuiste partícipe del taller de la recordada Martha Cajías. ¿Qué te aportan los telares, el mundo de las tejedoras?

— Mi primer encuentro con los textiles fue en un seminario de Semiotica del Textil Andino. Quedé profundamente impactada por la inmensa capacidad de contener significados, de marcar un código, un lenguaje de formas y colores donde se podía leer el tejido. Entendí que los textiles andinos no solo son todo un lenguaje, son una “visión de mundo”; que llega de muy lejos para ser comprendido ahora. Si bien no hubo una lengua escrita, nos dejaron un lenguaje de símbolos excepcionales. Luego participé un taller de telar. Nos llamábamos “Las Cusi Cusi”. En este taller estábamos Martha Cajías, Silvia Arce y Mónica Chara, con una maestra uruguaya muy querida, Magali Sánchez Vera. Los recuerdos de este taller aún siguen latiendo vivos en las que todavía quedamos. Como escribe Magali: “detuve a las Cusi Cusi en el tiempo y las guardé en mi alma donde siguen hablando, riendo, proyectando, tejiendo, tiñendo lanas e hijos con el mismo amor. De la casa única y especial de Martha donde tomábamos nuestro matecito en la cocina recuerdo colgados unos pimientos atados en cadena sobre el marco de la ventana. Todavía tengo algunos y este verano planté y ¡coseché!… Para mí las Cusi Cusi están detenidas en el tiempo y las lanas siguen secándose al sol, volviendo los árboles arco iris de hebras”.

La artista Corina Barrero mostró su trabajo en la galería AR° T Sarabia en San Miguel, La Paz.

Entrar en el mundo de las tejedoras es abrir una puerta hacia una dimensión aparte, donde el tiempo se detiene mientras los tintes y los atardeceres son uno mismo con la tarde, mientras en una olla grande que hierve en el jardín las lanas, los fierros encontrados, las retamas y la cochinilla generan ese aroma a tierra fértil que se quedó prendido en nuestros cabellos. Actualmente, trabajo en batik tradicional, batik en seda y arte textil experimental.

— ¿Por qué crees que tanto la cerámica como el arte textil se ven como un arte de segunda categoría o decorativo?

— En ciertos espacios del arte se tenía la idea de que la cerámica era un arte menor. La mentalidad en ese tiempo se regía por corrientes muy clásicas. No obstante, había otros espacios que apreciaban el arte cerámico y que nos posibilitaron sus galerías para exponer nuestras obras. Esta percepción de lo que es el “arte mayor” y el “arte menor” ha cambiado totalmente en nuestros días.

— Hace un tiempo dijiste que estabas en un proyecto que aunaba collage y poesía. ¿En qué anda ese libro-arte?

— Durante la pandemia tuve cierta necesidad de cerrar algunos ciclos inconclusos. Tenía varios proyectos en collage aun sin finalizar. Tenía también poesías de varias épocas que habían quedado guardadas, con la idea de ser publicadas en algún momento. Abrí las cajas guardadas y puse todo en una mesa grande en mi taller. La primera idea era hacer orden y usar los papeles que ya no usaría para convertirlos en papel reciclado.

Comencé a leer los poemas uno tras el otro y a desplegar las imágenes de los collages por toda la mesa y el suelo. De pronto, las imágenes iban apareciendo y me daba cuenta de que tenían cierta relación con la poesía: había una especie de sincronicidad, un diálogo entre ambas.

Ahí comenzó el recorrido de las imágenes por las palabras y viceversa, de las palabras que giraban en torno a las imágenes. El proyecto del papel reciclado quedó en la nada: todo era útil y encontró su lugar. Entre el juego y la magia pasaron los días y los meses, cuando dejé descansando este libro inmenso que había quedado como un fruto reciclado y reincorporado a un nuevo tiempo.

— ¿Qué recuerdos del legado (vida y obra) del poeta Guillermo Bedregal García tienes? Estaremos en 2024, a medio siglo de su muerte (aquel fatal accidente de auto en octubre de 1974) y su poesía sigue más viva que nunca. ¿Habrá algún tipo de homenaje?

— Fue muy breve el tiempo compartido con Guillermo Bedregal García, mi primer esposo. Evocarlo es sumergirme en un lapso de tiempo girando alrededor de memorias y vivencias que se van tejiendo sobre una urdimbre hecha de palabras, imágenes, olores, espacios recorridos, colores que han quedado en la retina del ojo, músicas escuchadas a lo lejos; ecos. Como si todo esto estuviera aquí, presente en mi alma, como si fuera posible haber crecido algún otro órgano al lado de mi corazón para contener y guardar toda esa inmensidad de lo vivido.

Muy temprano en las mañanas se levantaba a recoger el periódico y luego salíamos al Prado a tomar desayuno en La Crêperie, un lugar pequeño y precioso cerca de la UMSA. Algunos días dábamos largos paseos por espacios de una ciudad que quería mostrarme: la estación, Llojeta, patios en casas antiguas. Otros días íbamos a la radio Chuquisaca, donde él grababa un programa llamado El Alcázar; y volvíamos a pie en el frío de la noche. Nos encantaba.

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Algunas noches visitábamos a Jaime Sáenz, amigo entrañable. Ir donde Jaime era un evento especial. La tía Ester nos esperaba con un té caliente, y sentados alrededor de aquella mesa hexagonal que tenía, un bello gobelino como mantel, compartíamos historias que Jaime y Guillermo contaban con mucho humor. También habían lecturas y música mientras las horas pasaban rápidamente.

Los días nos quedaban cortos y Guillermo escribía Ciudad desde la Altura, como si tuviera prisa. Fue una época de vivencias que me quedaron marcadas profundamente, como en todos los que pudimos compartir este tiempo. Unos años más tarde escribí un breve texto sobre este tiempo que pretendo publicar junto a un último trabajo suyo, que son textos de su programa en la radio Chuquisaca. Publicaré en octubre del año de viene, a modo de homenaje, pues son 50 años de su partida.

Han bajado las mujeres

“Han bajado las mujeres / por las piedras / hacia ríos subterráneos / hacia cuevas escondidas / en la periférica sustancial de los sueños / extrayendo con las manos / un vientre arcilloso y primitivo / una flor abierta / en su interior / el orden delicado de los cielos.  El orden de los cielos / atravesando ciclos milenarios / que circundan este cuerpo / continente / que en lo interno está bullendo / amaneceres / que has trazado por los aires / con el tacto de los dedos / que intuitivos acometen caricias / de los cuerpos encendidos”. (Del poemario Pertenencias y otros fragmentos, 1995)

Texto: Ricardo Bajo H.

Fotos: Ricardo Bajo y galería arº T

Buscando desesperadamente a Khespy: ‘Haz lo que no debes’

La Expo Khespy convocó el último fin de semana de abril en el ex cine Princesa a más de cinco mil personas

Por Ricardo Bajo Herreras

/ 5 de mayo de 2024 / 07:00

Octubre de 2021. En los muros externos del Cementerio General de La Paz empiezan a aparecer “tantawawas” y escaleras al cielo, ñatitas y botellas de trago, flores y cruces cuadradas, velas y difuntos, perros callejeros y hojas de coca. Una señora de pollera —geometrizada— sostiene un cartel que dice “Nunca moriremos”. Es la cosmovisión andina sobre la muerte resumida en 500 metros cuadrados, es el “ukhu pacha”. La firma del mural es clara: Khespy. Este 2021 se celebra el sexto Festival de Arte Urbano Ñatinta, organizado por el colectivo Perros Sueltos. En la primera edición de 2016, Khespy Pacha (así firma sus primeros trabajos) pinta un mural dentro del cementerio. Es la primera galería de arte a cielo abierto dentro de un campo santo. Es un hombre haciendo una ofrenda. Comienzo a buscar desesperadamente a Khespy.

Los zapatistas al cubrirse el rostro se muestran. Desaparecidos de la historia, los derrotados regresan, como las almitas al cementerio. Han pasado tres años, no soy el mismo. Camino por la calle Comercio. “Jesús te ama, Jesús te busca”, me dice una señora que me entrega una hojita de una secta evangélica. Nota mental: ¿yo busco a Khespy y Jesús me busca a mí? Algo no está bien.

Una cuadra más allá, en la esquina de la plaza Murillo dos chicos vestidos de rojo y cajas cuadradas con chakanas tapando sus caras me entregan otro papelito que dice así: “Khespy. Exhibición única, 26 y 27 de abril de 2024, ex Princesa, Pasaje Sáenz, calle Comercio, 19.00”. En el folleto, un perro cuadrado mea a un policía. Detrás hay un QR y una vasija con el cocodrilo del alcoholcito Caimán en relieve. Llego a la esquina y un pasacalles cruza la vereda: “Expo Khespy. Aquí y ahora”. La cola da la vuelta a la esquina y llega hasta el Musef.

Los murales de Khespy se pueden encontrar en diferentes calles de La Paz y El Alto.
Los murales de Khespy se pueden encontrar en diferentes calles de La Paz y El Alto.

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Marzo de 2019. Camino por la avenida Quintanilla Zuazo de la zona norte de la ciudad. Voy rumbo a la cancha del Kilómetro Tres de Pura Pura a ver un partido de fútbol femenino entre las chicas del club The Strongest y las muchachas del CAR. Dos jóvenes (son Khespy y Nacho) están pintando un gigantesco mural. Es una pareja recostada, la cabeza de ella/él sobre el pecho/corazón de él/ella: dos monolitos geométricos tumbados en la larga noche de los tiempos. Edgar Arguedas graba el proceso de la obra y luego sube un video a Instagram. Ahí está el Khespy con un pasamontañas negro, como los lustras de La Paz, como los hermanos zapatistas de la selva Lacandona.

Cuando termina el mural agradece el apoyo de las caseras, del zapatero de la esquina. Siempre lo hace. La firma es clara: “Khespy. Ps”. Es un “perro suelto”, negro y callejero, como la canción del Tri.

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Último viernes y sábado de este abril, mes rojo. Unas cinco mil personas esperan pacientemente para entrar a la Expo Khespy en los salones altos del ex Cine Teatro Princesa, fundado hace un siglo. Las últimas imágenes que se proyectaron en el vetusto cine de la calle Comercio fueron pornográficas/transgresoras. Es una señal. Hay miles de personas haciendo cola en la noche fría para ver/probar/ser parte del arte. La ciudad ha sido empapelada con docenas de lienzos interactivos, es el juego del gato y el ratón.

La muestra es inmersiva, como nunca se ha gozado en La Paz. Los amigos de Khespy y la galería Miko Art (que está enfrente, en el pasaje Kuljis) intervienen el espacio de forma audaz, crean una narrativa subversiva con relatos en eterna disputa, como el retorno. La gente espera pegada a la pared de la derecha para entrar; los que salen se agarran de la barandilla de madera para bajar.

Una pintada —en lo más alto— recibe a los visitantes (la gran mayoría jóvenes con celular en mano): “Haz lo que no debes”. Debajo un corazón en negro, geométrico, por supuesto. Enfrente, la primera obra colgada del techo, suspendida. Es otra pareja, esta vez se besan, están —por supuesto— con máscaras cuadradas y aretes de flores y estrellas. Visten elegantes trajes futuristas con “jach’a qhanas” (grandes luces resplandecientes) y calaveritas. Son dos diablitos con cabezas rojas (como lxs chicxs que andan repartiendo folletos en la calle y que deambulan luego por toda la exposición de forma secreta e inquietante). Están con pucho en la mano, como algunos jóvenes espectadores. No tienen rostro real, como los retratos geométricos enormes del belga Stefaan De Croock.

Hay bodegones de alasitas, collages, cajas de Paceña colgadas en el aire, un retrato de “moreno” titulado Sin jefe, arte de cartón, bolsos para vender, corazones espinados de cactus: sincretismo vivo. Un DJ kusillo pincha música electrónica mientras un hombre de rojo ofrece relleno de papa a diez lucas, Coka Quina y té de kombucha. Hay videoinstalaciones (con guion y fotografía de Tizi) donde un actor (Edwin Villarroel) camina la ciudad (La Paz y El Alto) para “publicitar” la muestra. Hay obras con carros policiales en llamas y “cholets” insuperables. Hay un mural de aluminio (“alocubont”) de edición limitada de cuatro piezas con el mundo Khesy pintado como si fuera una cueva de arte rupestre. El domingo, tras la muestra de viernes y sábado, se organiza un tour privado para compradores. La jugada sale bien.

—¿Quién es este Khespy pues? —dice una chica mientras se saca una foto con espalda desnuda y graba un video para Tik Tok junto a uno de los cuadros.

—Es un artista callejero y son muchos, es uno y son todos —responde el chico que la acompaña, hecho al filósofo conquistador.

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Estamos en noviembre de 2023. Cerca de la Ceja de El Alto, junto a la estación roja de Teleférico, una instalación/cyber-mural es contemplado por la gente que espera por los baños. La obra tiene un QR para sumergirse en una realidad aumentada y vivir con los personajes del mural. Es una invitación a “fusionarse”, en palabras de Khespy. Ellos son (en el bodegón): un gato cubista que roza su hocico junto a un cuadro donde dos abuelos se besan en un puente; una radio canchera con el logotipo de ACAB (“All Cops Are Bastards”), una calavera con hojitas de coca, una botella blanca de “alcohol potable para cañar” (Caimán, por supuesto), una caja de cervezas (roja, por supuesto) y una gigantesca moneda de un boliviano rectangular: la unión es la fuerza con el logotipo de unas hojas de marihuana. Cerca de esa pared, otro mural con la palabra éter: un corazón multicolor hecho wiphala, rodeado de ocho rostros y unas manos acogedoras.

Las obras de Khespy están a la vuelta de la esquina. Un perro en la avenida 6 de Agosto; un monolito “chupaco” junto a una licorería en la 20 de Octubre; un mural en la zona de Puente Vela en El Alto, carretera a Oruro (“gracias a doña Dorita”); otra obra junto al teleférico de Irpavi; un papá cargando a su wawa en Carquín, Perú; una vaquita mil veces encuadrada en la Benedetto Vincenti; un unicornio con pistola de juguete lanzando estrellas andinas (en lugar de balas) a un paco sin rostro en la Sánchez Lima; un policía de alto rango y su sombra negra chorreando sangre y recibiendo una coima de 100 bolivianos, en la Zoilo Flores; otra “pareja” de uniformados con el apellido de “policía corrupta”, en el surtidor abandonado de la 17 de Obrajes; dos serpientes de colores besándose debajo de la pasarela de la Uno del mismo barrio; otro perro (verde) sobre una ventana en la avenida Ecuador. Son los personajes de Khespy que aparecen (también) en sus obras colgadas de la “expo”. De las calles al lienzo y viceversa.

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“Es una exposición redonda, congruente, cohesiva y con una gran capacidad inmersiva. Es una bellísima bola. Tiene autenticidad discursiva y energía creativa. Khespy tiene no solo algo que decir sino mucho; y desde una sensibilidad crítica y profunda. Se nota que tiene calle. Eres o no eres, el Khespy es. Lo que más me gusta es que lo que dice no es fácil ni obvio en el sentido panfletario, porque parece estar cargado de mucha emotividad, sensibilidad y sentimiento. Da lugar al espectador para la interpretación subjetiva pero también para la lectura objetiva de sus contenidos de crítica social”, me dice la crítica de arte Narda Alvarado que baja y sube las escaleras, de sala en sala, con la boca abierta.

“La gente, de forma masiva, ha venido a ver lo que Khespy tiene que decir. No han venido por el vinito del ‘vernissage’, para hacer acto de presencia o para hacer vida social alrededor del arte”, me dice mientras escuchar/mira el monólogo del actor Winner Zeballos, a ratos con rostro oculto.

A Narda Alvarado lxs de rojo le recuerdan a los personajes de Skibidi Toilet y sus cámaras de vigilancia en lugar de cabezas. Y los milicos/pacos a los roles de dominación jerárquica del chileno Nicolás Grum. El arte de Khespy es total.

Andrés Kuljis, de Miko Art, se suma al recorrido. “Lo más novedoso de esta exposición radica en su enfoque innovador al utilizar espacios no convencionales, lo que desafía las expectativas tradicionales de una galería. Además, el hecho de preservar el anonimato del artista añade un misterio intrigante a la experiencia, mientras que la curaduría intangible colectiva crea una atmósfera participativa y única para los espectadores”. ¿Dónde estás Khespi?

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Las obras se suceden cuartito tras cuartito, el espacio expositivo. En cualquier rincón oscuro te sorprende una, como una pesadilla en bucle. No hay miedo, hay atrevimiento/osadía. Las encapuchadas mujeres/hombres de rojo invitan a una chica en minifalda a pintar las paredes. No solo se observa se participa. Un chango flaco es apretado/abigarrado —cuerpo a cuerpo— por dos obesos hombres/mujeres de rojo. Explosión. “Callas mientras duermes, grita un “graffiti”. Las “haches” de Khespy se parecen mucho a las “haches” mudas del enigmático y omnipresente Shon.

En la sala de venta de obras y productos/objetos (“blows ups”, vaciados) del mundo de Khespy veo cartón, es “cardboard art”. Es otro santo y seña. Hay esculturas en cartón, ese material abandonado en las calles (como los perros) junto a los contenedores de basura. Hay una frazada con un tigre en salto. Ñu, ñu, ñu, ñu. También está en 3D, el tigre te mata. Son todos objetos insaciables.

El montaje de la exposición merece un párrafo aparte. La curaduría colectiva y la adaptación museográfica/intervención performática son principios medulares, son declaraciones. La apuesta/apropiación del lugar y la oscuridad son manifiesto. Khespy no escogió una galería de la zona sur, no optó por un museo nacional o espacio acartonado oficial, acorde a los modos/modas audiovisuales del arte contemporáneo, se fue a un viejo y abandonado ex cine porno con sus salones altos y sucios, con sus paredes listas para ser ensuciadas de nuevo.

El ex cine porno Princesa fue tomado para esta exposición de arte contemporáneo.

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El arte/mundo de Khespy —ecléctico/andino por naturaleza— emerge del olvidado pasado y se proyecta a un futuro distópico/autoritario. Modernidad y ancestralidad. Tradición y tecnología. (No) viene de las viejas vanguardias soviéticas (y el arte geométrico/suprematista de Malevich), de Kandinsky y del cubismo y la psicodelia. Aunque pueda parecerlo. Su geometrismo es de (más) lejos; llega desde los ancestros que aprendieron a mirar el cielo en la noche, de la Cruz del Sur y la forma astronómica/geométrica de una cruz andina/cuadrada; viene desde la chakana (en quechua, “puente”) y las formas geométricas de los aguayos y el arte textil milenario.

Su paleta va desde el rojo al verde, pasando por el ocre, el amarillo y el naranja. Los colores —de la tierra— prohibidos han regresado, el dios sol (y el mundo de arriba) brillan de nuevo.

El mundo/arte (paralelo) de Khespy se mixtura/superpone con el muralismo mexicano/boliviano del siglo pasado, con los rostros marrones del indigenismo, con la animación y el cómic (con estética cohetillo), los videojuegos, el arte callejero/clandestino de Banksy y las nuevas formas del arte digital con QR y obras tridimensionales que se mueven y reviven en tu celular.

Khespy —una esponja— pinta de golpe en las paredes pacos y militares “cuadrados”, los jefes verdaderos del próximo Estado policial. Su anti-autoritarismo no es negociable, su crítica (frontal/burlona) a los poderes fácticos, tampoco. Pinta perros callejeros de color ocre, son los verdaderos habitantes de la ciudad, los príncipes libres y salvajes del mundo de aquí.

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Abril rojo 2024, tres años de búsqueda. He paseado la ciudad siguiendo los rastros que deja como murales/migas. He subido hasta lo más alto de un antiguo cine porno. Me he manchado de pintura. Me he perdido en la oscuridad. He mandado un cuestionario al “feis” y al “insta” de Khespy. Me ha jurado en vano varias veces que respondería. He visto en dos canales de televisión a encapuchados con chakanas rojas hablar en su nombre (incluso en un programa de ATB salió un tipo que decía ser Khespy y no era). He buscado desesperadamente a Khespy y lo he encontrado sólo en sus murales, pinturas, obras. Khespy se cubre el rostro para mostrar su mundo. Y aún lo busco.

Texto y Fotos: Ricardo Bajo Herreras

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La Auténtica: Amalgama de culturas y sabores en la 21 de Calacoto

Por Fernando Cervantes

/ 5 de mayo de 2024 / 06:53

Crónicas gastronómicas

Gilson Aguilar era un integrante más de la numerosa colonia boliviana que vive en la gigantesca metrópoli brasileña de Sao Paulo, donde conoció a su actual esposa, Samara Paixao do Espirito Santo, a quien conquistó llevándola a conocer la gastronomía y cultura de Bolivia presentes en la Feira  Kantuta, un  punto de encuentro para todos los connacionales en el vecino país.

Años después, este feliz matrimonio se encuentra liderando un emprendimiento de salteñas bolivianas, empanadas estilo argentino y especialidades de la cocina brasilera como las tradicionales coxinhas (bocaditos rellenos de pollo) o la popular feijoada que se puede acompañar con una deliciosa caipirinha todos los fines de semana.

Este lugar se encuentra ubicado en la zona Sur de la ciudad de La Paz, exactamente en la 21 de Calacoto, donde también se ofrecen empanadas de pollo, carne, jamón con queso o empanadas fritas dulces, tucumanas especiales y jugos de frutas, empanadas horneadas de dulce de leche y diversos sabores de salteñas como la de pollo, carne, pollo picante, carne picante o fricasé. El precio de cada salteña es de siete bolivianos.

La Auténtica

  • Dirección: Calle 21 de Calacoto, Galería Sol de Illimani, local 14  (Al lado del Banco Unión)
  • Teléfono: 69741647  
  • Plato Estrella: Feijoada
  • Rango de precios: De Bs 5 (coxinhas de pollo) a Bs 30 (feijoada)   
  • Atención:  Lunes a domingo de 8.30 a 15.00. 
  • Estacionamiento propio: No

Contáctenos: Fernando  recomienda, Fernandorecomienda @fernandorecomienda ,Correo: [email protected]

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Texto: Fernando cervantes

Fotos: La Auténtica

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¡Muere, Walking Dead, muere!

Por Cristian Callejas

/ 5 de mayo de 2024 / 06:49

(una obra de teatro corta)

El 31 de octubre de 2010, un programa arribó a la grilla para apasionar a multitudes: The Walking Dead, serie de televisión estadounidense de drama horror postapocalíptico de la compañía AMC Networks Inc basada en la exitosa serie de cómics homónima de Robert Kirkman.

14 años después, y luego de una serie de spin off que bebieron de ese éxito, el crítico de cultura pop Cristian Callejas propone esta “obra de teatro” para explicar el fenómeno.

Acto 1: Cuando los personajes se enamoran. De 2010 a 2015

Fan enamorado: Wow, nunca había conocido una serie así. Haces que tenga mariposas en el estomago. ¡Y tus personajes! Uh. Cuando los matas siento que mi corazón palpita el doble. Solo no le hagas nada al coreano, como en los cómics.

Robert Kirkman: Ka-ching. Money, money, money.

Frank Darabont: Prometo que esta será una serie de calidad y con una lógica que respete… ¿qué? ¿Cómo que estoy despedido de mi propia serie? Yo no… ¿cuánto piensan darme? Ah. Ya, claro, la serie es toda tuya AMC.

Fan enamorado: Qué bonita granja. Qué fea prisión. Qué malvado gobernador. ¿Cabezas? ¿Qué es un Terminus? Ah, Alexandria. Cómo te amo Walking Dead. Nunca te voy a dejar.

The Walking Dead: Es hora de matar al coreano.

Acto 2: Una relación empieza a volverse tóxica. De 2016 a 2020

The Walking Dead: Mi fan enamorado, ¿sabes que te quiero mucho, no? Quiero presentarte a mi hermana. Creo que los tres podemos hacer una linda familia. Puedes quererla como me quieres a mí.

Fear the Walking Dead: Lo mío es la familia, pero ten en cuenta que luego ya no será de eso y mientras avancemos en nuestra relación trataré de mantener tu interés trayendo a Morgan de vuelta porque según las estadísticas a la gente no le gusta tener a una mujer empoderada de principal.

Fan enamorado: Oigan, me siento un poco abrumado. ¿Podemos ir un poco más lento? Siento que hay demasiada información y no todas las cosas que estamos viviendo juntos me gustan. Osea, ¿un tigre? ¿Ese meme de Rick llorando? ¿Carl muere? Chao, Rick, susurradores… paren por favor…

World Beyond: Hola que tal, soy la prima lejana que nadie quiere y solo estoy aquí para distraerlos de las malas tramas que están pasando.

Acto 3: Una amplia familia que nadie pidió. 2021 a 2023

Fan enamorado: Creo que ya no estoy enamorado.

The Walking Dead: ¡No puedes dejarme! Cambiaréééé. Sí, sé que Fear te aburrió hasta la muerte este tiempo y que Beyond no nos aportó nada, pero mira, mi amiga Tales te juro que te dará lo que necesitas para que sigamos juntos.

Tales of the Walking Dead: ¿Uh?

Fan enamorado: No, no, no. Suficiente. Creo que debemos ver a otras series. No eres tú, soy yo. Tomarnos un tiempo.

Dead City: Yo soy el hermano y ¿sabes qué, fan? Tú no te vas a ninguna parte. Los ratings dicen que te gusta Negan, pues toma Negan. En par con Maggie y que buscan rescatar a su hijo en Nueva York zombie. Sí, pérdida de tiempo pero son solo seis episodios y al final el malo será el hijo que rescatan y que los traicionará. Y hablaremos de eso que le hicimos al coreano.

Daryl Dixon: Hola, yo soy el otro hermano y con mis seis episodios te llevaré a una Francia trucha y te mostraré esos famosos hiper zombies de los que hablan las otras series y también veremos una que otra extravagancia porque, pues, es Europa ¿no? (vemos una extraña orquesta zombie) Fan enamorado: Eh…

Acto final: El regreso del amado. 2024 a futuro.

The Ones Who Live: Ok, sé que ya no creías en este amor, pero ¡mira¡, he traído de vuelta a Rick y a Michonne. Dos episodios brillantes de inicio. Un cuarto experimental donde sólo hablan y finalmente el reencuentro que estaba esperando toda américa latina: Rick y sus hijos. Si esto no te saca una lágrima tú debes estar muerto. (Vemos al fan llorando y abrazando a Ones who live. Se besan)

El libro de Carol: Me dicen que aquí aceptan a viejos personajes en series donde un personaje busca a otro por seis episodios, ¿es cierto?

(Baja telón. Fin)

Tales está disponible en Prime desde el 20 de marzo. Dead City desde el 3 de abril. The ones who live desde el 19 de abril y Daryl Dixon estrena el 3 de mayo.

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Personajes

Fan enamorado: Vio The walking dead desde su lanzamiento y pese a las constantes decepciones en el camino, sigue enamorado de la serie y cree que mejorará.

The Walking Dead: Serie de zombies lanzada el 31 de octubre de 2010 que para sobrevivir su propia muerte en vida creó diferentes spin off de cuestionable calidad.

Robert Kirkman: Creador del cómic en el que se basa la serie.

Frank Darabont: Creador de la serie y la última persona a la que le importó la calidad de la misma. Despedido en medio de la segunda temporada.

Fear the Walking Dead: Ocho sosas temporadas de las aventuras de Madison, Morgan y un grupo de personajes olvidables.

The Walking Dead: World Beyond: Serie presentada en el “futuro” que busca justificar todo ese tema del CRM (Republica Civil Militar) y la serie de Daryl y Rick Grimes. 

Tales of the Walking Dead: ¿Por qué Parker Posey, por qué?

The Walking Dead: Dead City: ¿En serio ellos dos serán los protagonistas?

The Walking Dead: Daryl Dixon: Uh-la-la en Francia

Walking Dead: The Ones Who Live: La serie que vino a salvar la franquicia y explica aún más esa tontera del CRM.

Texto: Cristian Callejas

Foto: Internet

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Un puente de integración a través del arte

El Centro de la Cultura Plurinacional de Santa Cruz entró en diálogo con la muestra del Museo Nacional de Arte

Por Jackeline Rojas Heredia

/ 5 de mayo de 2024 / 06:42

Creadoras, proyecto museográfico que nació en el Museo Nacional de Arte, ha construido un puente de integración en todo el país y sobre todo, entre oriente y occidente, hecho con las obras de mujeres artistas bolivianas. En la Paz, se encuentra vigente la muestra Creadoras, mujeres artistas en Bolivia y en Santa Cruz, se inauguró el 11 de abril una exposición temporal que lleva el título de: Creadoras, mujeres del oriente boliviano, que puede ser visitada en el Centro de la Cultura Plurinacional, CCP. Ambas instituciones, tanto el MNA como el CCP, dependen de la Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia (FC-BCB).

Creadoras surge de la necesidad de llevar adelante una muestra bienal con obras realizadas solo por mujeres; antes del mencionado proyecto, no se tomó en cuenta la capacidad creadora de las mujeres, o bien, las obras eran incluidas como parte de una temática en contextos o muestras en las que lo fundamental era destacar la creación de artistas varones.

Años atrás, para las artista mujeres era difícil acceder con sus obras a una sala del Museo Nacional de Arte; hoy están presentes obras que dialogan con las creaciones que, a su vez, se constituyen en el legado de precursoras y pioneras, obras contemporáneas y otras propuestas más en concordancia con la época actual.

Sin embargo, cuando la propuesta se manifestó atravesó por la oposición de quienes creyeron que llevar adelante una muestra solo con obras de mujeres era un exceso innecesario; aun así la tenacidad del equipo del Museo, con el apoyo del Consejo de administración de la FC-BCB, sobre todo, de la consejera Susana Bejarano, hizo posible que hoy esté montada la muestra Creadoras en diez salas, dos pisos del Museo Nacional de Arte.

La muestra integra, además, el trabajo de 104 artistas provenientes de ocho departamentos de Bolivia, más un grupo de obras de artistas extranjeras de países como México, Brasil, Perú, Colombia, Argentina, Yugoslavia, Inglaterra y Chile.

La exposición narra una historia no lineal, una que surge de la tierra, de la fuente de vida, y se enlaza a la misma historia de lucha de la mujer porque se le respeten sus derechos y se les permita ejercerlos, la lucha colectiva y cotidiana aún vigente, en paralelo al contexto histórico y político de Bolivia en su vida como país. Todas esas historias, solitarias y plurales, están plasmadas en obras pictóricas, grabados, instalaciones, fotografías, videos, obras digitalizadas, tejidos, cerámicas y más.

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Una extensión, casi similar, se llevó adelante en el CCP en Santa Cruz, a cargo del equipo curatorial dirigido por Andrea Hinojosa, en coordinación con la jefatura de la Unidad de Museo del MNA. En Santa Cruz se dirigió el trabajo museográfico sobre la base de tres ejes temáticos: Creaciones antiguas y actuales con alto contenido temático en distintas técnicas y materiales; la lucha de las mujeres por el reconocimiento de sus derechos y el ejercicio de los mismos; y el nexo de la mujer con la tierra (lugar al que pertenecen).

La muestra en la capital oriental cuenta con la participación de reconocidas artistas como: Ejti Stijh, Raquel Schwartz, Aless Abruzzese, Magenta Murillo y Wara Cardozo , así como de artistas jóvenes como Gabriela Zeballos y Kelly Ledezma.

El MNA llevó, en el marco de su programa “El Museo dónde tú estás”, las obras de colección de artistas, entre la década de los 40 al 90 como: Norah Beltrán, María Luisa Castro, Teresa Córdova, María Haydée Aguilar, Agnes Ovando, Julia Meneses, Elisa Ballivián, Inés Córdova, Marina Nuñez del Prado y María Luisa Pacheco.

También están presentes los trabajos de creadoras más contemporáneas como Giomar Mesa, Ángeles Fabbri y Beatriz Nogales Iturri. De Brasil, se exhibe una obra de Teres Nicolau; de Inglaterra, una de Elisabeth Wisheropp y de Perú, una pieza  de Patricia Eyzaguirre.

La muestra hermana a la del Museo Nacional de Arte estará abierta hasta el 30 de mayo en el CCP Santa cruz.
La muestra hermana a la del Museo Nacional de Arte estará abierta hasta el 30 de mayo en el CCP Santa cruz.

Son obras que nunca antes fueron expuestas en Santa Cruz y que se integran a las obras de las artistas cruceñas, benianas, pandinas, además, porque la museografía de Creadoras lo permite. 

Por otro lado, en este marco se realizará un homenaje especial, recordando a la artista cruceña Etelvina Peña, una gran artista pictórica, actriz de teatro y televisión, una maestra cruceña que falleció el 1 de febrero de 2008.

A la vez, el CCP —con el apoyo y participación de la organización Apoyo para el Campesino Indígena del Oriente Boliviano (APCOB) y el Centro de Investigación, Diseño Artesanal y Cooperativa (CIDAC)— hace posible la participación de tejedoras de tierras bajas, las obras de artistas de las naciones indígenas originarias del oriente boliviano.

Creadoras, mujeres artistas en el oriente boliviano estará abierta al público hasta el 31 de mayo, la entrada es libre y será una experiencia que la población de Santa Cruz y de Bolivia pocas veces tendrán la oportunidad de apreciar.

Texto: D. Jackeline Rojas Heredia

Fotos: Centro de la cultura plurinacional de santa cruz

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Letras bolivianas, letras hispanas: una celebración que suma

La Academia Boliviana de la Lengua entregó un reconocimiento a la investigadora Ximena Soruco por el Día Mundial del Libro

El acto de la Academia Boliviana de la Lengua en el Centro Cultural de España.

Por Bruce Aramayo

/ 5 de mayo de 2024 / 06:35

Desde que en 1995 se proclamara en la Conferencia General de la UNESCO el 23 de abril como el Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor para celebrar y promover la lectura, muchos países se han unido, a su manera, a esta fiesta de los libros. En el mundo hispano en particular esta fecha es especialmente importante porque se conmemora el entierro de Miguel de Cervantes Saavedra, autor de la obra cúspide de la literatura en español.

La Real Academia Española, por ejemplo, celebra en su sede institucional la Semana Cervantina con actividades culturales abiertas al público y organiza todos los años las honras fúnebres al autor del Quijote en el Convento de las Trinitarias de Madrid. También en esta fecha se entrega el Premio de Literatura en Lengua Castellana “Miguel de Cervantes” que es considerado el máximo galardón a la actividad creadora de autores españoles e hispanoamericanos; este año el escritor español Luis Mateo Díez ha sido merecedor de dicho reconocimiento.

De la misma manera, en América, las Academias organizan celebraciones similares en sus sedes con eventos que solo acrecientan el festejo universal de las letras hispanas. Nuestro país no es la excepción; su Academia, la Academia Boliviana de la Lengua (ABL), organizó el miércoles 24 de abril en el salón de actos del Centro Cultural de España en La Paz un evento en el que presentó su Anuario Nº 32 y dio un reconocimiento a la estudiosa Ximena Soruco Sologuren por su labor filológica. La celebración estuvo dirigida por la directora de la institución, España Villegas Pinto, y los académicos Hugo César Boero Kavlin y Juan Marcelo Columba Fernández; este último dio un discurso titulado Sobre algunos proyectos editoriales contemporáneos de Bolivia, que fue preparado para la ocasión.

El Anuario de la ABL se viene publicando desde 1985. Empezó bajo el nombre de Anales de la Academia Boliviana de la Lengua hasta su número 23 en 2008 y desde entonces se imprime como el Anuario de la Academia Boliviana de la Lengua. El número que se entregó la semana pasada sigue cumpliendo, como dice en su presentación, “las funciones conmemorativas mencionadas para el Día del idioma [y] las finalidades prácticas de materializar las metas de la misión institucional de la Academia”; en él se publican diferentes estudios e investigaciones sobre asuntos filológicos, lingüísticos y literarios en Bolivia. El reciente número incluye, además, los discursos de ingreso de sus más flamantes miembros (Juan Marcelo Columba Fernández, Diego Valverde Villena y Hugo José Suárez), homenajes póstumos y en vida a personajes de las letras nacionales y cuatro evocaciones in memoriam a Gaby Vallejo Canedo, quien falleció el 20 de enero de este año.

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El motivo del reconocimiento que se otorgó a Ximena Soruco fue su obra de edición e investigación Carlos Medinaceli. Ensayos reunidos (1915-1930), publicada en 2022 por el Instituto de Investigaciones Literarias, la Carrera de Literatura de la UMSA y Plural editores. Con este galardón la ABL quiso, por un lado, evocar el trabajo literario de Medinaceli y, por otro, distinguir la labor de Soruco respecto al autor y su obra. Carlos Medinaceli. Ensayos reunidos (1915-1930) es el primer libro de una colección de cinco volúmenes donde la investigadora reúne toda la obra del autor de La Chaskañawi, novela que se editará como último volumen de la colección. En el primer y el segundo libro (ambos publicados) se reúnen los ensayos en los que Medinaceli analiza y comenta obras de literatura nacional y extranjera. El discurso de reconocimiento escrito por los académicos Tatiana Alvarado Teodorika, Hugo Boero Kavlin y Alba María Paz Soldán Unzueta, señala que “más allá del aporte que representa para las letras bolivianas, su mejor conocimiento y su divulgación, esta obra es una prueba de la construcción intelectual más allá de las fronteras” y en él se agradece a Ximena Soruco por haber iniciado esta labor de investigación y compilación. “La felicitamos por el rigor con el que está llevando a cabo este trabajo, hacemos público nuestro reconocimiento y compartimos nuestro sincero deseo de que todos los volúmenes salgan pronto a la luz”, concluyen los académicos.

Entrega del reconocimiento a Ximena Soruco. Abajo: Ejemplar del Anuario de la ABL.

Tanto en nuestro país como en el resto del continente, de este y del otro lado del Atlántico, el reconocimiento a los escritores en lengua española es una forma común de expresar el amor a la literatura. En el mes de abril se elogian los libros y la lengua; y todas las personas e instituciones que aprecian el español se suman a este festejo para distinguir a los escritores que nos deleitan con su prosa o sus versos y para recordarnos que las letras hispanas, y las letras las bolivianas, son motivo de orgullo.

Texto: Bruce Aramayo

Fotos: Bruce Aramayo y Archivo ABL

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