En la última década la producción de fotolibros se ha consolidado —en occidente como en Sudamérica— como una de las formas principales de comunicar proyectos en la escena fotográfica, ya sea fotoperiodística, artística o documental; resultando en ediciones individuales o colectivas. Observando el amplio rango que va desde fotozines (autopublicaciones caseras de pocas páginas, generalmente engrapadas) hasta ediciones limitadas de lujo con variadas técnicas rebuscadas de impresión y acabado, se puede constatar que hoy vivimos ciertamente en un momento muy fértil para la circulación de este género editorial.

Una definición muy básica de un fotolibro sería: un libro que contiene mayormente fotografías, generando una narrativa prioritariamente visual (no confundir con catálogos de exposición o festivales y monografías de fotógrafos). Este territorio comprende entonces libros pertenecientes a una vena editorial tradicional, que proponen al libro como un mero contenedor de una serie documental, por ejemplo; pero también comprende el otro extremo: libros no-tradicionales y experimentales que se inscriben incluso bajo la categoría de libros de artista (obras de arte y libros a la vez).

En Bolivia, este tipo de fotolibros son aun raros. Han visto la luz desde hace pocos años. Son fotógrafos jóvenes los que han autopublicado, o publicado mediante editoriales más o menos nóveles, los primeros fotolibros que nos proponen entonces lecturas diferentes. Para citar solo a algunos precursores de estas expresiones impresas en Bolivia: Wara Vargas, Alejandra Rocabado, Ignacio Prudencio. También han surgido plataformas editoriales, especializadas en fotografía, con propuestas inéditas en nuestro territorio: Illa Ediciones, No. Z, Medio limón, entre otros que seguramente desconozco.

Desde 2021, se ha desarrollando la obra Con fe y devoción al Preste: un fotolibro experimental del fotógrafo boliviano Manuel Seoane, editado bajo el sello A ediciones. Con más de 25 publicaciones especializadas en arte, de las cuales siete son fotozines o fotolibros (MAGMA, Rebeca Paz Prada; Fuera de Campo, Fabricio Villarreal; Policía boliviana, Alfredo Coloma, entre otros títulos que se pueden descubrir en www.aediciones.com), nuestra casa editorial apuesta, esta vez, no solo por un contenido enteramente visual (dejando los textos complementarios únicamente en la sobrecubierta del libro), sino también por aspectos físicos del objeto que han significado retos técnicos, como la encuadernación y otros acabados necesariamente manuales, artesanales.

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Pues bien, la obra se trata de un homenaje a la fiesta patronal o preste, sobre todo a la fiesta del Gran Poder (La Paz), de parte de Manuel Seoane, quien inició su carrera como fotógrafo registrando este tipo de eventos para la revista cultural local Qamasa, aún vigente en la actualidad. Entonces, hace menos de una década, este trabajo gatilló la mirada única y perspicaz del autor, ya no hacia lo más difundido (la típica imagen de postal de cholas bailando Morenada con gracia, por ejemplo), sino más bien a lo que envuelve a la fiesta y al diálogo entre varios momentos de y en torno a ella, incluyendo los preparativos de los eventos festivos, el gesto contemplativo de diversos espectadores en el espacio público o incluso el rastro que esta deja en el suelo: acaso un mar de serpentina, charcos de cerveza, entre otros objetos más o menos inesperados. Con fe y devoción al Preste es una obra —impresa por SPC Impresores (offset), Gataller (serigrafía) y acabada manualmente con maestría por el taller de encuadernación NUDO— que ofrece una experiencia de lectura inédita en Bolivia: un baile entre múltiples imágenes de dichos momentos, sobrepuestas cuidadosamente. Para ello, se proponen diversos formatos de impresión que componen una narrativa visual compleja, generando una lectura multifacética y no-lineal. La sobrecubierta y tapa —cuyo diseño gráfico dialoga con las conocidas estéticas de las invitaciones a los prestes, de los estandartes bordados que marcan la identidad de cada fraternidad y de la nueva arquitectura andina— invita al lector a adentrarse en una gran fiesta acogida esta vez por el papel. De forma complementaria, algunos textos también constituyen a esta sobrecubierta, sobre todo con el valioso aporte de la socióloga Tania Quilali, quien nos ayuda a contextualizar la lectura.

Manuel Seoane es fotógrafo documental independiente boliviano. El trabajo documental sobre el preste llegó a las rondas finales del World Press Photo Contest 2019 y ha participado en varios festivales y concursos como Tbilisi Night of Photography, Lumix Festival, The Fence, Flash Forward, Photography Grant y Lucie Foundation Scholarship. Dicho trabajo también fue finalista en el concurso Moving Walls 25 de la Open Society Foundation. Como fotógrafo ha participado en el Lens-New York Times Portfolio Review y en el Eddie Adams XXXIII. Desde 2018 forma parte del equipo National Geographic Explorers y ese mismo año obtuvo el premio Reuters Photojournalism Grant. En 2019 fue galardonado con el Fondo de Periodismo del Centro Pulitzer. Ha publicado y colaborado con The Wall Street Journal (Estados Unidos), Télérama (Francia), Huck Magazine (Reino Unido), Die Zeit (Alemania), El País (España), Clarín (Argentina) y otros. Es miembro de los colectivos Diversify Photo y Everyday Projects.

En la contratapa, Seoane invita al lector a una experiencia festiva y libresca a la vez: “Con el corazón lleno de gratitud y dichoso de haber sido servidor devoto, durante tres largos años, de las diversas actividades culturales que se realizan en honor al tatita Jesús del Gran Poder, tengo el agrado de presentarles esta mixtura de momentos dedicada con fe y devoción a la celebración del Preste (…). ¡Que comience la fiesta!”

*El fotolibro ‘Con fe y devoción al Preste’ se presentará el jueves 19 de octubre en el centro cultural Casa Prado (#1615 Av. 16 de julio – Instagram: @casaprado1615), a las 19.00. Estará presente el autor y el equipo editorial. El libro se encuentra en preventa. Consultas al 70598353.

Texto: Eloísa Paz

Fotos: Rebeca Paz y Manuel Seoane