Clases medias patalean en una región que crece menos
Expertos creen que no se priorizó la salud y la educación
Como Juan Clasemedia, personaje que denuncia sus “desventuras” en Uruguay, las clases medias de América Latina se sienten frustradas por la deficiencia de los servicios públicos y preocupadas por su situación en una región que crece más lentamente.
“Aunque Juan Clasemedia mande a sus hijos a la escuela pública, igual la educación le sale cara”, “espera tres meses para ver a un especialista” y “cada domingo paga más en el supermercado”, cuenta en un video de dibujos animados publicado en internet.
Este personaje ficticio, que tiene su cuenta de Twitter, fue creado hace semanas por el pequeño Partido Independiente, que surfea sobre la irritación de esta clase social que hoy participa de las elecciones generales en ese país.
En diez años, al menos 50 millones de latinoamericanos salieron de la pobreza y accedieron al apreciado estatus de clase media, con ingresos individuales de entre $us 10 y 50 por día, de acuerdo con la definición de los cálculos del Banco Mundial (BM).
“La clase media, el 30% de la población, ahora tiene la capacidad económica y el poder adquisitivo de comprar bienes durables, refrigeradores, licuadoras, televisiones, automóviles”, explicó Augusto de la Torre, economista en jefe del BM para Latinoamérica.
Transformación. La emergencia de este sector de la población tomó mil y una facetas: desde un boom de las ventas de ciclomotores en el noreste brasileño hasta un éxito de las clases de inglés en línea en Venezuela, sin olvidar el auge generalizado de internet y los smartphones.
Pero también creó frustraciones, un mecanismo lógico, de acuerdo con el economista: “el poder adquisitivo se adelanta a la calidad de los servicios públicos”.
“Nuestra vida mejoró, claro que sí”, contó a la AFP Cida Alves, ama de casa brasileña de 46 años, interrogada cerca del gigantesco centro comercial Itaquera de Sao Paulo. “Pero por ejemplo la salud pública es terrible, nunca hay atención rápida”, comentó.
En junio de 2013, un millón de brasileños salieron a las calles para exigir mejoras en los servicios públicos, una insatisfacción que podría complicar hoy la reelección de Dilma Rousseff en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en ese país.
En Chile y en Colombia, el alto precio de la universidad provocó multitudinarias manifestaciones, y en Venezuela la población protesta por la inseguridad.
“La clase media se transforma en ciudadanos demandantes”, sostuvo Gabriel Kessler, sociólogo argentino de la universidad de La Plata, debido a que “los bienes colectivos como la educación, la salud, los transportes, no mejoran al igual que su acceso al consumo”.
En consecuencia, aumentan las críticas. “Se apostó demasiado al consumo individual y no se apostó tanto al mejoramiento de las infraestructuras y bienes colectivos como la salud o la educación”, consideró el especialista.
La frustración de la clase media podría además aumentar con el enlentecimiento de la economía. Brasil y Argentina acaban de entrar en recesión y el Fondo Monetario Internacional predice un crecimiento regional de 1,3% en 2014, el más débil desde 2009.
Debilidad. Un contexto preocupante para una clase media ya frágil, destaca Olivier Dabène, profesor de la Facultad de Ciencia Política en París y presidente del Observatorio Político para América Latina y el Caribe (OPALC). “No es lo que llamaríamos en Europa una clase media”, precisa, sino “personas que accedieron al empleo formal” y “permanecen en una situación vulnerable pudiendo volver a caer rápidamente en la pobreza en caso de perder un empleo”.
“Su vulnerabilidad es que fueron alcanzados por un frenesí de consumismo” y están endeudados. “Hemos visto muchos reportajes sobre personas que de golpe pueden comprar una heladera, un ciclomotor, pero lo que menos se dice es que se comprometieron con 12 mensualidades y a veces al cabo de la décima devuelven la mercancía porque no pueden pagarla”, afirmó el experto.
Desde el punto de vista social, el Banco Mundial no teme “una reversión” del repunte de las clases medias, pero sí un “estancamiento”, lo que hace patalear a este sector, acostumbrado a progresar rápido. “Estamos abocados a unos años de transición difíciles, en los que va a haber tensión entre las expectativas sociales y la capacidad de responder a ellas”, advierte Augusto de la Torre, quien apela a poner el interés de los gobiernos en la productividad y la educación para reactivar el crecimiento.